Apenas tres semanas después de que el majestuoso crucero de Royal Caribbean zarpó desde Miami con destino a más de 60 países, los pasajeros ya han experimentado todo tipo de emociones y situaciones inesperadas.
El crucero, con un precio base de 60 mil dólares por persona, inicialmente solo vendía paquetes para los nueve meses y los siete continentes. Sin embargo, días antes de zarpar, se liberaron paquetes que incluían solo uno o dos continentes, causando enojos entre aquellos que se vieron obligados a comprar el paquete completo.
Una vez en alta mar, surgieron tensiones entre los pasajeros, ya que aquellos que adquirieron el paquete completo reciben un trato preferencial, siendo invitados a reuniones y tomas de decisiones excluyentes para los demás. La convivencia en las estrechas cabinas ha llevado a disputas familiares y roces entre desconocidos, agravados por la falta de espacios privados.
En medio de la travesía, algunos incidentes llamaron la atención, desde compras improvisadas en destinos como Aruba hasta problemas de salud que obligaron a pasajeros a abandonar el crucero. Una señora compartió en un room tour una decoración de puerta con una piña, desatando especulaciones sobre prácticas swinger entre los pasajeros.
La escasez de vino después de año nuevo generó descontento entre los pasajeros, a pesar de contar con acceso ilimitado al alcohol durante todo el crucero. Además, una tormenta intensa inundó áreas del barco, obligando a algunos a cambiar de cabina.
Con el próximo desafío en el horizonte, el Paso Drake, conocido por sus aguas turbulentas y frías entre América del Sur y la Antártida, los pasajeros enfrentan una preocupación adicional. Mientras se preparan para las próximas horas de navegación, los elevadores han dejado de funcionar debido a la inundación.
A pesar de las adversidades, el crucero ofrece una variedad de atracciones, desde bibliotecas y cines, hasta máquinas de casino y aún los pasajeros, quienes lo deseen, todavía pueden embarcar.
