Desde hace casi una década, su nombre revolotea como candidata a liderar la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una pretensión, desde luego, a la altura de su trayectoria. Alicia Bárcena Ibarra, actual secretaria de Medio Ambiente de México y bióloga de primera formación, ya cuenta con una importante carrera en dicho organismo. De 1998 al 2000 fue coordinadora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, donde lideró la iniciativa Biodiversidad 2000. Pocos años después, en 2006, se desempeñó como jefa de gabinete del entonces secretario general, Kofi Annan.
Bárcena también ha desempeñado un papel clave en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). De 2008 a 2022 fue su secretaria ejecutiva y, antes, dirigió la dependencia de Medio Ambiente y Desarrollo del organismo, además de coordinar el Programa de Desarrollo Sostenible, una oportunidad que aprovechó para lanzar poderosos discursos en favor de la igualdad de las mujeres, haciendo un llamado a erradicar la violencia de la que son víctimas y a romper el techo de cristal. En 2022 dejó su responsabilidades en la CEPAL para aceptar el cargo de embajadora de México en Chile, donde tuvo un papel clave en el fortalecimiento de la cooperación en materia ambiental y económica entre ambos países. Un año después regresaría a México para ser ministra de Relaciones Exteriores.
Su extenuante recorrido político e institucional en la intersección del desarrollo sostenible, el medio ambiente, la economía y la diplomacia, la ha posicionado como una de las funcionarias mexicanas de trayectoria internacional más destacadas. No obstante, asegura, su cabeza está ahora completamente centrada en la cartera que asumió el pasado octubre, cuando dejó la cancillería —cargo que solo ocupó diez meses— para tomar las riendas de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Ahí se le ve cómoda, con sus funciones bajo control, tal vez porque, como ha reconocido en varias ocasiones, retomar la cartera ambiental “supone la vuelta a casa”.
Seila Montes
Alicia Bárcena recibe a WIRED en Español en una sala de las dependencias de la Semarnat, en los Viveros de Coyoacán, al sur de la Ciudad de México. Llega tarde a la cita y se disculpa repetidas veces.
Aparece enfundada de acuerdo con su estilo habitual: americana roja en tono vibrante, a juego con el color del carmín, y un pañuelo de flores. A pesar del ajetreo con que transcurren sus días, entre eventos y reuniones, la gran diplomática mexicana transmite calma y cercanía. Junto al compromiso mostrado a lo largo de toda su carrera con el medio ambiente y la sustentabilidad, esta virtud le valió una aprobación unánime y un fuerte entusiasmo cuando Sheinbaum la anunció como titular de la Semarnat.
Arranca esta entrevista dirigiendo sus primeras declaraciones a destacar el liderazgo de la mandataria mexicana, Claudia Sheinbaum. “Cuando hay un buen proyecto y una intención clara, como tiene la presidenta, es mucho más probable lograrlo”, asegura.
Con todo, la secretaría que encabeza enfrenta, bajo gran presión, retos complejos, muchos de ellos globales: el cambio climático y la necesidad de crear políticas de adaptación y mitigación como respuesta a sus efectos; las sequías y la escasez de agua; la reducción de gases de efecto invernadero; la descarbonización de la industria; la violencia contra activistas y defensores del medio ambiente. Son desafíos colosales a los que la dependencia deberá dar respuestas urgentes con unas arcas que han sufrido considerables recortes presupuestarios. “Ya se están dando cuenta de la importancia de que tengamos más recursos”, replica.
A pesar de su talante para las negociaciones multilaterales y la mediación de conflictos, de su capacidad para dialogar y llegar a acuerdos entre agentes dispares, las dificultades de su mandato son más que ambiciosas. La puesta en marcha de su gestión no solo deberá sortear la oposición de los grupos más neoliberales y arraigados al extractivismo. La administración que le antecede —y que ella continúa como proyecto— arrastra un legado de críticas desde algunos destacados sectores ambientalistas, que incluyen científicos y académicos afines al gobierno.
Un grupo de buzas y buzos comunitarios evalúa las condiciones en la Zona de Refugio Pesquero de Celestún, punto de lucha contra la pesca furtiva.
Hace solo unos días, Bárcenas reconoció públicamente que el Tren Maya, el megaproyecto más emblemático y controvertido del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, causó daños al medio ambiente y anunció un plan de recuperación de las zonas afectadas que deberá ser “integral y con la participación de las comunidades”.
De la agenda ambiental de la administración, destaca como gran prioridad la ampliación de las áreas naturales protegidas. “En este sexenio me gustaría ver cumplido el reto de conseguir una protección del 30% para las áreas terrestres y las zonas marinas en 2030”, declara. Otra de sus mayores ambiciones, además de involucrar al sector privado en los grandes proyectos ambientales, es “liderar una política ecológica y ambiental humanista”. Aspiración que, asegura, representa Claudia Sheinbaum, “una mujer estratégica, estructurada y científica”, según sus propias palabras.
El 22 de septiembre, todavía como canciller de México, Alicia Bárcena participó en la Cumbre del Futuro de la Asamblea General de la ONU. En su intervención, la diplomática reivindicó la necesidad de “acelerar el avance hacia la igualdad de género sustantiva, repensar modelos de desarrollo que eliminen privilegios y transitemos del extractivismo y el deterioro ambiental a la sostenibilidad”. También habló de “la urgencia de una arquitectura financiera internacional representativa e inclusiva”.
Bárcena sostiene que es necesaria una reforma del Sistema de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad, “pendiente de ajustar dicho mecanismo a la realidad geopolítica, que incluya al Sur Global y que elimine el veto de una vez por todas”.
En marzo, la titular de la Semarnat volvió a insistir en su deseo de un cambio profundo para la deriva de la ONU, organismo que tiene altas posibilidades de acabar liderando. Se trata de una candidatura que, si realmente busca la rotación regional para un equilibrio geográfico, corresponde a América Latina y el Caribe.
Durante el transcurso de la entrevista, no deja de revisar la carpeta de papeles que la acompaña. Tampoco deja de bromear, incluso con su edad: 73 años que cumplió hace solo unas semanas, el 5 de marzo.
Sin que se le escape un detalle, se muestra cercana y permite que se le tutee. Sonríe mucho. Antes de empezar, mira el reloj.
—¡Qué tarde es y ni comí! ¿Ya te ofrecieron café? ¿Algo de comer?
Seila Montes
Esta entrevista ha sido editada para mejorar su lectura.
WIRED: Hace cuatro décadas se convirtió en la primera subsecretaria de Ecología en México. Después de ocupar diversos cargos diplomáticos en los últimos años, ¿por qué volver al medio ambiente?
Alicia Bárcena: Yo venía de una Cancillería de Exteriores que podría verse como la culminación de mi carrera profesional. Fue una experiencia fantástica, pero pensé que, desde la posición actual, más compleja en muchos sentidos, se podrían hacer cosas importantes. Comparto las convicciones que tiene la presidenta en el tema ambiental. Me gusta mucho su forma de pensar y de plantear retos para el país. Ella ve el desafío ambiental de una manera pragmática: quiere llevar a cabo una política ecológica humanista con logros muy concretos. Así que, cuando me ofrecieron la cartera, no dudé en decir que sí.
WIRED: ¿Cuáles son los ejes de la política ambiental de este sexenio?
Alicia Bárcena: Hay que insertar con mayor fuerza la dimensión de sustentabilidad. Vas a muchos lugares del país y están contaminados, muy deteriorados. Eso me ha impactado mucho. El país ha tenido más una política de construcción y urbanización que una política realmente de conservación y preservación, excepto en las áreas naturales protegidas. ¡Ha sido una gran decepción para mí!
Por otro lado, queremos que llegue más inversión a México, pero no a cualquier precio. Creo que ese es el cambio que tenemos que hacer: que vengan a invertir, que vengan a producir, que haya más turismo, pero que se haga de la manera más sustentable posible.
México pierde 1.3 billones de pesos anuales por daños ambientales. La pregunta no es quién liderará, sino cuántas empresas sobrevivirán sin esta protección.
WIRED: ¿Considera que discursos negacionistas como el de Donald Trump pueden poner en riesgo los objetivos globales de desarrollo sostenible?
Alicia Bárcena: Estados Unidos tiene un peso específico muy grande, no solo en materia de gases que emite, sino en financiamiento. Sí, está llegando un líder muy poderoso que no cree en el cambio climático y que no quiere contribuir a combatirlo. Pero, por muy poderoso que sea quien llegue, hay pruebas contundentes de que el cambio climático está ocurriendo. Por eso pienso que la acción climática mundial va a prevalecer. Así lo han hecho saber los europeos, así lo ha hecho saber el Sur Global.
Gran parte de la industria privada que genera energía en el mundo ha invertido miles de millones para producir energía renovable, para moverse cada día más lejos de los fósiles y más cerca de las energías limpias. Hay una fuerte inversión por parte de muchas empresas y de gobiernos municipales y estatales.
Seila Montes
El mensaje que Trump manda es que hay que ir hacia la energía fósil, que no cabe duda de que sigue siendo más barata. Pero, a la larga, todos vamos a llegar a la conclusión de que tenemos que hacer una acción climática mucho más definitiva y ser menos dependientes de los combustibles fósiles.
WIRED: ¿Cómo abordar uno de los grandes desafíos para México: la falta de agua y su gestión?
Alicia Bárcena: Aunque el problema de la escasez hídrica es mundial, en México tenemos un gran problema de sequía, sobre todo en el norte. Pero contamos con el Plan Nacional Hídrico, que concibe al agua como un derecho y un bien de la nación.
Un problema muy delicado de nuestro país es que el 70% de nuestros ríos están contaminados. El plan se enfoca en tres ríos prioritarios: el Atoyac, el Lerma-Santiago y Tula, en los que tenemos equipos trabajando permanentemente para proponer todo un plan de saneamiento.
Por otro lado, se han dado muchas concesiones a distritos de riego y a privados que no están ordenadas: casi 400 mil desde la década neoliberal. El acuerdo nacional también pretende ordenar concesiones, de modo que aquellas empresas que no las usen en su totalidad las regresen. El agua que les sobra a los empresarios debe ser devuelta. Lo mismo aplica para los distritos de riego. En Mexicali, por ejemplo, donde hay un tremendo problema con el agua, algunos distritos venden el agua que les sobra de la concesión que reciben. Mientras tanto, 35 millones de personas en nuestro país viven sin acceso al agua.
Hay que apostar por la tecnificación de los distritos de riego para no desperdiciar agua y rehabilitar la gran red de potabilizadoras. El sector industrial va a aportar, de forma voluntaria, 126 millones de metros cúbicos de agua, y los distritos, 2,800 millones de metros cúbicos. Otro gran problema que tenemos en México es que las plantas de tratamiento en manos municipales no están funcionando; muchas están abandonadas. Hay que rehabilitarlas. El sector privado se comprometió a brindar 21 millones de pesos para rehabilitar plantas potabilizadoras y otros temas hídricos.
El Plan también está impulsando los humedales, como Xochimilco y Texcoco, espacios naturales que ayudan a la limpieza de forma más económica. Hay un plan de restauración ambiental en la presa Endhó, a donde llegan todas las aguas negras de Tula. Allí vamos a construir este año el Parque de Economía Circular, casi 700 hectáreas de terreno. Queremos que sea un parque público-privado con las mejores tecnologías de circularidad ya probadas, que hayan dado buenos resultados. Queremos inversiones en beneficio de la población, que generen empleo, pero nada de chimeneas ni circuitos cerrados.
Si logramos sanear esos tres ríos y el de Sonora, que me interesa mucho por justicia ambiental, si logramos instalar potabilizadoras en las comunidades más pobres, lograr el regreso del agua de los distritos de riego y de las concesiones privadas, y sacar adelante la Ley General de Aguas, será un gran avance.
WIRED: ¿Saldrá adelante esta ley?
Alicia Bárcena: Se está negociando. Ya se han realizado 13 foros y está teniendo muy buena participación de las instituciones. Ha habido una buena colaboración entre nuestra Secretaría, con Conagua al frente, el IMTA [Instituto Mexicano de Tecnología del Agua] y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. Se trata de una ley muy importante e inclusiva, que va a ordenar el sector, que tanta falta le hace. La nueva ley de aguas va a dictar cómo se organiza y se gobierna el país.
Seila Montes
WIRED: Como autora del Acuerdo de Escazú, el primer tratado internacional en tener disposiciones concretas para la protección de los defensores ambientales, ¿qué responde a que México siga siendo uno de los países más mortales del mundo para activistas ambientales y defensores de la tierra?
Alicia Bárcena: El Acuerdo de Escazú es como mi hija. Creo mucho en él. Es un acuerdo muy importante para el acceso a la información, a la justicia y a la participación ciudadana. Es el primer acuerdo en el mundo que protege a los activistas ambientales, a quienes dan la vida por la vida. No obstante, creo que nos falta tener un plan de implementación mucho más transversal, con dependencias como Gobernación o la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas. Debemos atender el mecanismo de protección a las personas que protegen el medio ambiente.
A los defensores ambientales que asesinan tenemos que reconocerlos y tratarlos como víctimas, como desaparecidos por una causa ambiental. Nos falta dar ese salto hacia las dependencias de derechos humanos y hacia la Comisión de Víctimas y Desaparecidos, un paso que me parece fundamental. Desde la Semarnat tratamos de atender los casos de violencia ambiental, de hacer que ellos se sientan acogidos por nuestra Secretaría, ir a sus comunidades y protegerlos como una acción del Estado. Pero el sistema judicial debe abordar esta problemática; es nuestro gran tema pendiente.
Cristino Castro Perea fue el último activista asesinado, el 28 de febrero. Estaba bajo el Mecanismo Federal de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, y aun así lo mataron. Esto no puede ser. Se pisan muchos callos en esta tarea de proteger el medio ambiente
América Latina registró el 85% de los asesinatos de personas defensoras del medio ambiente en 2023, según el último informe de Global Witness.
WIRED: Ha reivindicado en muchas ocasiones los nexos de la justicia social y ambiental. ¿Cómo conjuntarlos en la práctica?
Alicia Bárcena: En esta Secretaría tenemos el mejor sistema de información ambiental de América Latina y de muchas partes del mundo. Lo que nos falta es conectarlo.
Tenemos muy buena información en Conafor, en Conabio, en Profepa. Lo que yo estoy tratando de hacer es un solo Sistema Nacional de Información Ambiental y de Recursos Naturales (SINAER). Tenemos que hacer acuerdos con el INEGI, que tiene una información espectacular que no usamos, e integrarle el componente geográfico. Además, tenemos que abrirlo, de manera que, si alguien quiere saber, por ejemplo, el problema que tiene el río Sonora, pueda acceder desde su teléfono a esa información, como una especie de visor ambiental que informe en detalle. Otra cosa muy importante: que ese portal también tenga disponible la información de quién contamina, para que la ciudadanía pueda ejercer una acción ambiental.
Dos proyectos de justicia ambiental prioritarios para la Semarnat son el río Sonora y la presa Endhó. Son comunidades que han vivido por años contaminadas con metales pesados, con enfermedades gravísimas. ¿Qué instrumento tengo yo en la Secretaría para lograrlo? La Profepa. Queremos incluso llamarla Procuraduría Federal de Justicia Ambiental. Ahí le estamos poniendo todos los dientes habidos y por haber, con los escasos recursos que tenemos. Tenemos 470 inspectores de Profepa para todo el país, ocho para el Tren Maya. No nos da la vida. Así no podemos. Necesitamos recursos mucho más fuertes.
WIRED: El Plan Nacional de Energía anunciado por Sheinbaum se enfoca en la descarbonización industrial. ¿Es realmente posible llegar a la meta del 35% de energías renovables para 2050?
Alicia Bárcena: Hubo una confusión con la meta de alcanzar el 35% de energía renovable. Eso no lo creo yo, ni la presidenta. Lo que sí vamos a cumplir es una reducción del 35% de los gases de efecto invernadero. Y lo vamos a lograr con la reconversión industrial, transitando del combustóleo a gas natural o ciclo combinado. Ya se está haciendo en refinerías y termoeléctricas, como en Tula.
No creo que vayamos a alejarnos totalmente de los combustibles fósiles, pero al menos sí vamos hacia unos más limpios, como el gas natural. La presidenta está seriamente comprometida con la exploración de mayores oportunidades de energía renovable: solar, eólica… y México tiene enormes posibilidades de hacer inversiones. Ya hay previsiones importantes para producir hidrógeno verde, como el programa Helax-Istmo, aunque algunos ambientalistas se oponen.
Seila Montes
WIRED: ¿Vamos a ver una transición energética en México?
Alicia Bárcena: Sí, definitivamente vamos a ir hacia una matriz más limpia, porque la presidenta está comprometida con movernos más rápidamente hacia la electromovilidad, hacia la energía renovable, e ir haciendo estos cambios del combustóleo, que es lo más contaminante, a ciclo combinado.
Además, le estamos poniendo precio al carbono. Estamos trabajando en una tabla de precios para que las empresas puedan reducir de manera importante sus emisiones.
Una forma de reducir los efectos de gases de efecto invernadero es la reconversión industrial de las propias empresas del Estado, pero también de empresas privadas.
Otra vía es a través de soluciones basadas en la naturaleza, con medidas de compensación. A través de nuestro Programa Nacional de Restauración Ambiental, vamos a restaurar manglares y reforestar el país con bosques, selvas y humedales. Podemos hacer un cambio de paradigma.
Con la aprobación de la Ley del Sector Eléctrico, la presidenta Claudia Sheinbaum busca cumplir con los objetivos propuestos de inversión en energías limpias.
WIRED: ¿Cómo llevar a cabo el programa de restauración anunciado con la disminución de presupuesto que han sufrido instituciones como Conafor, o la falta de vigilancia denunciada en las áreas naturales protegidas?
Alicia Bárcena: México tiene ya 232 áreas naturales protegidas, 97,000 hectáreas. El 12.3% del territorio ya está conservado y queremos llegar al 30%; en el territorio marino estamos en 2.4%, ahí sí vamos muy rápidamente.
El objetivo es llegar a 153 millones de hectáreas. Lo tenemos que lograr. Para ello, necesitamos 226 millones de dólares en total. En la COP16, en Colombia, logramos un financiamiento de 40 millones de dólares, con los que en estos dos primeros años podemos expandir de manera importante las áreas naturales protegidas.
La forma de hacerlo es a través de la conservación voluntaria, donde el sector privado pueda ayudar, aunque la propiedad siga siendo suya. Ya tenemos un millón de hectáreas que se han logrado bajo esta modalidad. Para ello, generamos un acuerdo de uso y manejo. Estamos ampliando las áreas naturales, aunque el uso de suelo siga siendo privado. El objetivo es que se proteja.
WIRED: Sheinbaum asume su cargo bajo el lema “es tiempo de las mujeres”. ¿Lo será la política ambiental?
Alicia Bárcena: Apoyar a las mujeres es una prioridad para la Semarnat. El 8 de marzo anunciamos el equilibrio de paridad en la organización interna, pero también vamos a impulsar acciones hacia afuera. Me gustaría mucho crear, desde esta Secretaría, una política ambiental feminista que convoque a muchas mujeres, que nos cuenten sus experiencias e historias, y que nos ayuden a trabajar por el medio ambiente.
WIRED: ¿Cuál es la importancia de considerar la perspectiva de género en la gestión del medio ambiente?
Alicia Bárcena: El papel de la mujer en el medio ambiente y la gestión de recursos naturales es fundamental. Gran parte de la sabiduría de la biodiversidad y del medio ambiente la tienen las mujeres. También en el consumo sostenible, a través de la compra de productos alimenticios, ejercen un voto ambiental. El tema del agua también es muy femenino. Ya hay pruebas del enorme sacrificio que tienen que hacer las mujeres de algunas comunidades de México para ir a buscar agua o leña, porque ellas son las principales responsables. Por eso, la meta de dotar de agua potable a las poblaciones y de dar prioridad al agua para consumo humano va a favorecer sobre todo a las mujeres. Por otro lado, son las mujeres quienes más sufren en los desastres naturales.
En nuestro país, las mujeres son grandes apicultoras, por ejemplo, pero como no son dueñas de la tierra o de herramientas de trabajo, no pueden apropiarse de esa fuente tan importante. Llega el hombre y las desplaza. Tenemos que ver cómo brindar justicia ambiental a las mujeres.
El Gran Bosque de Agua, en el centro de México, enfrenta múltiples amenazas, desde los efectos del cambio climático a las actividades del crimen organizado. Si el Estado no aborda esta problemática con seriedad, millones de personas podrían verse afectadas.
WIRED: ¿Dónde se ve en unos años? La Asamblea General de las Naciones Unidas deberá elegir en 2026 el nuevo liderazgo de la Secretaría General, y su nombre suena junto a otros como el de Michelle Bachelet Jeria (Chile), María Fernanda Espinosa Garcés (Ecuador), Rebeca Grynspan (Costa Rica) y Mia Amor Mottley (Barbados).
Alicia Bárcena: Lo más grato que me ha pasado en la vida es nunca pensar en lo que sigue, solo pensar en lo que estoy haciendo y hacerlo bien. Así, las oportunidades llegan solitas. Pero sí, es cierto que tengo una trayectoria en la ONU, conozco bien el sistema de Naciones Unidas, una institución que requiere cambios muy profundos. Porque estamos viviendo en un mundo cada vez menos sensible a la pluralidad. El multilateralismo no ha perdido vigencia —es indispensable para enfrentar los desafíos actuales—, pero quizá no ha tenido herramientas para poder avanzar más rápidamente. Sobre la pluralidad se ciernen crecientes cuestionamientos.
Las Naciones Unidas requieren una cirugía mayor, y una de mis propuestas sería eliminar el veto del Consejo de Seguridad, con cinco miembros permanentes que votan uno contra los otros. El Consejo de Seguridad tiene atribuciones para generar paz o guerra, y el veto es lo que impide avanzar en ese sentido.
Es tiempo de mujeres y las Naciones Unidas deben ser encabezadas por alguien de América Latina. Por eso, yo apoyaré a cualquier mujer que se presente en esta región.
Nota del editor: La Secretaría General de la ONU es elegida por mayoría simple en la Asamblea General, donde los Estados miembros pueden proponer candidatos. El Consejo de Seguridad evalúa las candidaturas y recomienda la que cuente con el apoyo de al menos nueve de sus 15 integrantes, y que no sea vetada por ninguno de los cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China.