El líder de los Bad Religion dedicó al público unas palabras en castellano. / Carlos G. Azpiazu
El quinteto californiano, tan influyente en el punk-rock contemporáneo, reunió a casi 4.000 almas en el Cubec de Barakaldo en la gira de su 42 cumpleaños
Se respiró ambiente festivalero el viernes en el Cubec (sala del BEC de Barakaldo) donde casi 4.000 almas se congregaron a pie de pista (sin gradas) para sumergirse en la electricidad melódica y mesiánica de Bad Religion (Los Ángeles, 1980), que debido al covid y su consabido parón andan ahora con su gira de celebración: ’40 years + 2′. Fuera del pabellón descansaban olvidados los restos del botellón, dentro la masa expectante estaba apretada y atenta, humanos sueltos la atravesaban portando en alto cervezas (a 7 euros contando el vaso en la barra oficial; Azpiazu las conseguía a 3,50 en un puesto de bocatas), como era esperable se elevaban columnas de humo de los fumadores aunque el bolo fuese bajo techo, el pogo llegaba más allá de las primeras filas y se vieron no pocos katxis voladores.
La masa, entregada. / Carlos G. Azpiazu
El cartel fue cuádruple: abrieron los catalanes Blowfuse, para cuando salieron los suecos Millencolin el Cubec se veía lleno, los veteranísimos Suicidal Tendencies, que también cumplen los 40 como grupo, soltaron demasiado palique entre canción y canción y no tocaron muchas (a ciertas edades hay que dosificar y no se puede dar tantos saltos), y los cabezas de cartel Bad Religion triunfaron de principio a fin con su bolo de hora y media escasa para una veintena pasada de títulos.
Salto de Suicidal Tendencies. / Carlos G. Azpiazu
Los cinco cabezas de cartel oficiaron engrasadísimos (qué bueno el baterista) y cualitativamente estuvieron por encima de un pabellón deportivo que ofreció volumen insuficiente (cuando hablaba el cantante apenas se le entendía, y eso que hizo el esfuerzo de hablar un poco en castellano), crepitaciones varias y mazacote sónico general (era difícil reconocer las letras, aunque muchos fans que se las sabían desde hace décadas las coreaban efusivos).
Bad Religion en quinteto con tres fundadores, adolescentes en 1980. / Carlos G. azpiazu
Bad Religion proyectaron mensajes mesiánicos, apostólicos usualmente en negativo (‘Man with a mission’, ‘Suffer’, ‘Departamento de la Falsa Esperanza’), se coronaron como popes de la tribu skater o patinera (‘Punk rock song’, estupendísima ‘Fuck you’), sugirieron el influjo de los Clash (evidente en ‘Los Angeles is burning’, luego un ‘Slumber’ que resonó bastante a la canción de los ingleses ‘Lost in the supermarket / Perdido en el supermercado’), empero su edad media avanzada (en el quinteto permanecen tres fundadores de 1980: el cantante de 57 años Greg Graffin, el bajista de 57 Jay Bentley y el guitarrista de 59 Brett Gurewitz, fundador del sello Epitpah, catalizador del renacimiento del punk en los 90) y le dieron zapatilla al hardcore de sus inicios: ‘We’re only die’, ‘No control’ coreado por la masa con el brazo en alto o ‘You’ (tú), presentada así por Greg Graffin: «dedicada a vuestro favorito del mundo entero, tú».