Aprender a ser feliz: 5 hábitos fáciles que aumentan las hormonas de la felicidad

Probablemente hay tantas formas de ser feliz como personas hay en el mundo. Para unos es disfrutar de la familia o los amigos, y para otros es poder dedicarse tiempo a uno mismo; algunos lo asocian a emociones intensas y fuertes, mientras que otros lo relacionan con una vida tranquila y sin sobresaltos. Pero independiente de lo que es para cada uno la felicidad, estamos casi todos de acuerdo en que podría definirse como aquello que nos proporciona ese bienestar con el que todos soñamos.

Qué es en realidad la felicidad

Definir la felicidad como algo que nos proporciona placer, satisfacción y bienestar es un concepto muy amplio y, sobre todo, muy marcado por la educación, la cultura o la sociedad en que vivimos.

Tradicionalmente, en nuestra cultura la felicidad estaba muy relacionada con la idea de cumplir una serie de propósitos en la vida, con sentirse realizado de alguna manera. Y ahí entraba casarse, tener hijos, un buen trabajo, ayudar al prójimo… En definitiva, ser una persona de bien.

Pero llegó la psicología moderna y le dio un enfoque distinto a la felicidad al difinirla como aquello que nos proporciona bienestar emocional aunque eso implique salirse de las normas impuestas o de lo que la sociedad espera de nosotros. En este enfoque cobra importancia la calidad de nuestras relaciones o escuchar nuestro yo interior para encontrar nuestro propio camino hacia la felicidad, aquello que realmente nos proporciona bienestar emocional.

De hecho, las filosofías orientales como el budismo han sido pioneras en priorizar la salud mental defendiendo que la felicidad no es correr más, tener más o ganar más; sino estar en equilibrio con uno mismo y con el entorno, vivir el presente sin excesivos apegos por lo material y no preocuparse demasiado por las cosas si no está en nuestra mano solucionarlo.

Son formas distintas de ver la felicidad y todas tienen su parte de verdad. Para unos pesará más sentirse realizado en la vida y tener una buena profesión, mientras que para otros es más importante estar en equilibrio y en paz con uno mismo. Y en esta percepción de la felicidad tiene mucho que ver el carácter de cada uno. Pero independientemente de ello, hay 5 hábitos demostrados científicamente que nos ayudan a alcanzar ese bienestar deseado.

No escondas tus emociones

Identificar nuestras emociones es el primer paso para ser feliz. En primer lugar porque nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y a ponerle nombre a lo que realmente nos importa y deseamos. Y en segundo lugar porque nos ayuda a gestionar mejor el estrés y a reducir las revoluciones de los pensamientos negativos.

Estudios han demostrado que escribir o hablar de lo que sentimos es bueno porque consigue que se frene la actividad de la amígdala, una parte del cerebro que se sobreactiva con las emociones intensas. Y los pensamientos negativos pueden ser muy intensos.

Hablar de lo que nos preocupa podría compararse con un ejercicio de exorcismo que puede ayudarnos a superar grandes dificultades. A  Isabel Allende, escribir el libro “Paula” le ayudó a superar la muerte de su hija.

Cultiva tus relaciones sociales

Estar solo puede ser bueno y necesario en momentos puntuales, pero está demostrado que la soledad de forma crónica aumenta el riesgo de depresión. Y la depresión es precisamente lo contrario a la felicidad.

Los seres humanos estamos diseñados para estar en compañía. Relacionarnos con gente aumenta la liberación de oxitocina, una de las hormonas que favorece el bienestar. Y no solo eso, también refuerza las conexiones neuronales y protege el cerebro de la demencia. Simplemente tener una conversación con alguien es un estímulo para las neuronas. Por eso las relaciones sociales positivas son un hábito que favorece el envejecimiento saludable. De hecho, entre todas las características que distinguen a las personas centenarias, una de ellas es que son sociables.

Haz ejercicio a diario

El ejercicio es tan bueno para la salud física como para la mental. “Mens sana in corpore sano”, afirma la cita en latín. La lista de los beneficios del ejercicio para el cuerpo y la mente es larga, pero podríamos destacar uno: hacer ejercicio hace que generes endocannabinoides, una sustancia que genera una gran sensación de placer y que también tiene efecto analgésico.

El efecto del ejercicio es tal que algunos estudios han demostrado que genera más felicidad que el dinero y los bienes materiales.

Abraza

Los abrazos son como una medicina mágica para el alma. Cuando abrazamos a alguien que nos importa, nuestro cuerpo libera un cóctel de hormonas que nos hacen sentir bien.

Una de estas hormonas es la oxitocina, conocida también como la “hormona del amor”. La oxitocina promueve la sensación de apego, confianza y conexión emocional. Al abrazar a alguien, los niveles de oxitocina aumentan en nuestro cuerpo y eso nos hace sentir más cercanos y felices.

Además de la oxitocina, los abrazos también estimulan la liberación de endorfinas, las “hormonas de la felicidad”. Estas endorfinas actúan como analgésicos naturales, reduciendo el estrés y aumentando nuestra sensación de bienestar.

no seas duro contigo mismo

Cuidarse a uno mismo es tan importante como tener una buena red de relaciones sociales o hacer ejercicio. Si eres muy duro contigo mismo estarás minando tu autoestima. Y una autoestima débil es pasto de inseguridades y de infelicidad.

Un truco de los psicólogos para “tratarte bien” a ti mismo consiste en dejar de hablarte en primera persona porque normalmente cuando lo hacemos es para criticarnos a nosotros mismos. Esta demostrado que si te hablas en segunda persona, los mensajes son más neutros y optimistas. Así que en lugar de decirte “soy un desastre”, prueba a decir “tú puedes hacerlo”.