
Durante sus últimas semanas en la Casa Blanca, el expresidente Joe Biden otorgó más de 1.500 indultos y conmutaciones, en lo que su equipo calificó como el mayor acto de clemencia en un solo día en la historia de Estados Unidos. Sin embargo, entre todos esos documentos, solo uno fue firmado de puño y letra por el mandatario: el indulto a su hijo, Hunter Biden.
El resto de los actos de clemencia fueron firmados mediante autopen, un dispositivo que replica la firma del presidente de forma automática. Ahora, ese procedimiento —legal pero controvertido— se encuentra en el centro de una revisión del Departamento de Justicia, entre crecientes cuestionamientos sobre la capacidad mental de Biden en los últimos meses de su mandato y el verdadero control que ejercía sobre decisiones clave de Gobierno.
Sospechas de encubrimiento
En un memorando difundido recientemente, Trump advirtió que el abuso del autopen constituye una amenaza a la institucionalidad presidencial: “Se impidió deliberadamente que el pueblo estadounidense supiera quién ejercía el poder ejecutivo”, escribió. Según afirmó el presidente, durante meses los asesores del presidente controlaron sus apariciones, filtraron sus conversaciones y usaron su firma automatizada para firmar documentos de alto impacto, como designaciones, cambios de política y actos de clemencia.
El caso Hunter y la firma a mano
El único documento firmado directamente por Joe Biden fue el que concedió un indulto total a su hijo, Hunter Biden, en diciembre de 2024. El indulto abarcaba cualquier posible delito federal cometido entre 2014 y 2024, incluidos los tres cargos por delitos graves relacionados con armas por los que ya había sido condenado, además de una investigación fiscal por evasión de impuestos superior a 1,4 millones de dólares.
La decisión llegó tras meses de promesas públicas del expresidente de no interferir en el caso. “Espero que los estadounidenses entiendan por qué un padre y un presidente tomarían esta decisión”, declaró Biden en ese momento.
El dilema del autopen
Aunque el uso del autopen ha sido permitido legalmente en ciertos contextos desde administraciones anteriores, su aplicación en más de 1.500 actos de clemencia en un mismo día, sin evidencia de revisión individualizada por parte del presidente, genera preocupaciones inéditas.
Por ahora, la revisión federal se enfoca tanto en el posible abuso de poder por parte del entorno presidencial, como en las implicaciones de haber utilizado una firma mecánica para decisiones tan sensibles. En un país donde la firma del presidente puede cambiar vidas, la pregunta que resuena en Washington es: quién realmente tomó esas decisiones.