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La Iglesia católica se encontraba en periodo de luto, pero en la ciudad se reunían agentes de poder estadounidenses y europeos del conservadurismo y la extrema derecha.

Por Elizabeth Dias
Elizabeth Dias, corresponsal nacional de religión del Times, reportó desde palacios e iglesias de Roma para este artículo.
Aristócratas y políticos europeos llegaron a los jardines del Palacio Brancaccio con trajes de gala y esmóquines, listos para tomar el aperitivo con los agentes de poder y peregrinos católicos de Estados Unidos.
Los spritz junto a la gran fuente dieron paso a los platos fuertes en el interior del palacio, cachete de ternera cocinado a baja temperatura y servido sobre velouté de papa a la naranja.
Brian Burch, el candidato propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para ser embajador ante la Santa Sede, cenó en una de las mesas principales junto a la princesa Gloria von Thurn und Taxis, la aristócrata alemana que entabló una amistad con el juez Samuel A. Alito Jr., y junto a miembros y exmiembros de partidos políticos europeos de extrema derecha. Uno de ellos, Antonio Giordano, miembro del Parlamento italiano por el partido de la primera ministra Giorgia Meloni, dio la bienvenida a Roma a los varios centenares de invitados, y habló de la urgencia que comparten de “proteger a la familia”.
“Solo juntos podremos vencer eficazmente el invierno demográfico”, dijo, aludiendo a las bajas tasas de natalidad y al impulso de políticas pronatalistas.
Después del postre, los invitados siguieron el sonido de la música en vivo por una escalera de mármol hasta los salones forrados de tapices e iluminados con lámparas de araña. Los ojos se desorbitaron ante la inmensa sala de espejos, diseñada en homenaje a Versalles. Un salón de baile dorado tenía paredes que tenían más de 13 metros de altura.
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