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El cine argentino está paralizado: cómo afecta la situación del Incaa a la industria audiovisual mendocina | Espectáculos

Autor: Daniel Arias Fuenzalida

El cine argentino está paralizado. Fue el gran titular que dejó el director Gastón Duprat en la rueda de prensa de la serie “Bellas artes”, que estrena el 11 de abril en Movistar Plus+ y que dirige en el infalible tándem con Mariano Cohn. La dupla creativa más fructífera del cine nacional lo dijo claro: “Lo cierto es que ahora el cine está paralizado, no hay producciones en la Argentina, pero para poner blanco sobre negro, el desastre se cocinó mucho antes”, lanzó, sumándose al estado de alarma que vive el sector.

El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), un ente crucial en el financiamiento y difusión del cine nacional, pasa por un momento crítico, como ya es sabido, y en Mendoza esta situación tiene su correlato. ¿Cómo se percibe la incertidumbre desde nuestra región? ¿Peligra la política de posicionar a nuestra provincia como un polo audiovisual? ¿Es cierto que está todo parado? Es por esto que hablamos con dos referentes de la industria audiovisual local para profundizar en el tema.

Las películas no tienen la culpa

Marcelo Ortega, quien es presidente de Filmandes (un clúster que reúne a distintas productoras audiovisuales de Mendoza) y productor ejecutivo y socio de Oeste Films y Sur Films, nos abre el panorama. “La situación actual en el Incaa la podríamos describir como de incertidumbre absoluta: más allá de que se han suspendido pagos y se dieron de baja muchos contratos, lo más preocupante es que no se sabe cuál es la estrategia ni el rumbo que las nuevas autoridades quieren darle. Sin lugar a dudas, coincidimos en que la estructura del Estado que promueve y regula la industria audiovisual en Argentina se debe modernizar, sanear el organismo, ordenar y estabilizar las cuentas y reducir al mínimo posible los gastos superfluos”, comienza explicando.

Backstage de
Backstage de “Paisaje”, película de Matías Rojo recientemente estrenada. Foto: Gentileza de la producción.

Y sigue: “Es obvio que debían hacerse modificaciones al Instituto, sobre todo priorizando una distribución eficiente de los recursos, un sistema de gestión con equilibrio federal en una visión integral de país, estimular la generación de nuevas audiencias y promover la distribución y la exhibición de contenidos equilibrando las asimetrías que se producen en la industria. Al margen de los discursos de ajuste, motosierra y demás exabruptos, hay una gran dosis de ignorancia y desconocimiento en el tema y argumentos falaces con una sorprendente superficialidad”.

Otra voz referente es la de Gaspar Gómez, director mendocino (“Road July”, entre otras) y presidente del RAC (Realizadores Audiovisuales Cuyo, una de las cinco asociaciones de cine de Mendoza). Él remarcó que “el sector cinematográfico lleva años esperando una nueva Ley de Fomento Cinematográfico que adecue el Instituto a estos tiempos”.

Una de las razones del declive del Incaa es que por ley se nutre de un impuesto que aportan los DVDs (la ley es de 1994). Mientras otros países lógicamente migraron esto a las plataformas, en Argentina el Incaa se quedó sin una de las principales fuentes de financiamiento y con el correr de los años dejó que el porcentaje del costo operativo se le vaya a las nubes. Este problema, como el modo de fijar montos del costo de una película argentina y otros tantos temas, han sido parte de los reclamos del sector desde hace ya muchos años. Para hacer una película, los productores arriesgan tanto que cada vez son menos los que se embarcan en semejante proeza de contratación de personal y problemas financieros”, explica.

Sin embargo, el gobierno que comenzó en diciembre del año pasado ensombreció aún más el escenario. “Con esta gestión, muy lejos de solucionar los problemas, por lo pronto solo se han ocupado de echar gente. Por ejemplo, con las bajas de todos los contratos no hay ahora cómo contratar los comités que seleccionan proyectos. Por ende, si no se seleccionan proyectos, no se aprueban películas, y de ese modo se paraliza todo el sector cinematográfico. No es solo que quedaron sin trabajo muchísimos empleados del Incaa. También se quedaron sin trabajo los técnicos que sostienen a sus familias con profesiones específicas detrás de cámara”.

“Road July”, uno de los hitos del cine mendocino, dirigido por Gaspar Gómez.

Siento que lo que están haciendo es como si encontraras una gotera en tu casa y para solucionarlo le pusieras una bomba a la casa y remataras el terreno. Entonces a mí no me parece que te importara demasiado solucionar lo de la gotera. Siento que tu interés era otro”, resume con desazón Gaspar Gómez.

En el proyecto de Ley Ómnibus hubo indicios que me hacen pensar que se pretende que tengamos un Incaa que solo financie a los grandes jugadores del mercado. Con tanta motosierra para decapitar trabajadores, pasó desapercibido que en el texto de esa propuesta de ley desaparecía la exigencia de que una película argentina deba estar hablada en español. Mi lectura es que entonces les parecería bien que vengan producciones extranjeras a usar nuestros recursos. Es un problema económico y cultural a la vez. Yo leo que hay un interés en dinamitar nuestro cine mientras absurdamente le venden a la gente que nuestras películas son las culpables de que haya pobreza en el país”, concluye.

El panorama en Mendoza

Excepto por alguna película totalmente independiente (es mi caso con ‘Las herramientas de la soledad’) y tal vez algún que otro proyecto de plataforma que por paisajes se filme acá, todo el cine que se hace en Mendoza necesita del apoyo del Incaa”, nos dice Gaspar Gómez.

Nunca es solo plata del Instituto, porque las películas se nutren de distintas fuentes de financiación, pero una película standard sin Incaa es inviable para nuestros productores. Mendoza, con el trabajo de la Film Commission, logró atraer muchas inversiones de otras latitudes y le dio mecanismos al productor local para poder filmar. Porque el cine es industria y como en tantas otras industrias, las políticas de estado propician las actividades. Esto es trabajo calificado para técnicos y actores, a los que se suman hotelería, transporte, catering y una enormidad de rubros que proveen al cine”, puntualiza.

De hecho, “el año pasado en Mendoza se filmó muchísimo gracias a un estado provincial trabajando en conjunto con el sector privado”, dice. “Todo ese movimiento económico hoy está parado. Como si esto fuera poco, a muchos productores aún les deben pagos del Incaa con los que deben responderle a técnicos y proveedores locales por películas que ya se rodaron”.

“Empieza el baile”, película filmada en Mendoza de la que Marcelo Ortega fue productor ejecutivo.

Como presidente de RAC, Gaspar Gómez revela que solo en esta asociación hay en este momento siete películas paradas. Y en un plano más personal, cuenta: “Con la productora El Generador presentamos al Incaa el año pasado ‘Salir Soltar Volver’, una comedia romántica que esperábamos poder rodar en esta próxima primavera. Un proyecto muy en la línea de ‘Road July’ en términos de cine comercial apostando a nuestras historias y a nuestros actores. El parate total del Incaa hace que hoy el proyecto esté totalmente frenado”.

Por su parte, Ortega, quien desde 1985 se dedica a liderar proyectos en el sector de las Industrias Creativas y la Producción Audiovisual, agrega que “al difícil contexto del país, se suman los cambios que se están viviendo en la industria a nivel global. Es un momento crítico también en cuanto a las fuentes de financiamiento, a la distribución, la exhibición y los hábitos de consumo de contenidos. Todo esto hace que el modelo de negocio de la industria transite un proceso particular, sumado a la dinámica de las plataformas que alteraron todo el sector. Estamos en medio de un ciclo que hace repensar todo. La cotización del dólar, la inflación, el no acceso al crédito, la suba de precios provocan un marco de inestabilidad que dificultan el funcionamiento de la producción audiovisual. Todo el contexto sumado a la situación particular del Incaa produce un parate significativo en la industria”.

-¿Qué relación tiene Filmandes con el Incaa y cómo esta situación puede afectar al cine mendocino?

-Marcelo Ortega: Uno de los objetivos que Filmandes viene consolidando es la creación del Observatorio Audiovisual de Mendoza, con la misión de relevar información sobre las producciones audiovisuales locales, analizar el estado de situación de la industria y obtener datos y evidencias para la elaboración de políticas públicas que impacten de manera positiva en el crecimiento del sector. También sugerir herramientas para que los actores privados puedan tomar decisiones que redunden en mejores oportunidades. Este proceso se complementa con la misión de reconstruir la serie histórica de producciones audiovisuales en Mendoza y conocer su evolución. Comenzamos en 2023 con un seguimiento del programa de cash rebate “Mendoza Audiovisual”, implementado por el Ministerio de Economía y con la publicación denominada “Mendoza audiovisual: un análisis comparativo de las bases, términos y condiciones con otros casos de incentivos”, que inauguró esta línea de investigación. En mayo del año pasado el clúster Filmandes firmó un convenio con el Observatorio del Incaa, acuerdo para que ambas instituciones trabajen de manera conjunta y crucen datos a nivel nacional e internacional. Todo un hito para profesionalizar el sector. Pero lamentablemente esto se va a ver resentido, ya que la decisión de la gestión actual del Incaa dio de baja (inexplicablemente) a la organización de su Observatorio a nivel país. Algo que funcionaba perfectamente bien.

Una institución imprescindible

Todos los países con cinematografías sólidas tienen mecanismos estatales de financiación (incluso Estados Unidos) – sentencia Gaspar Gómez-. No se trata de qué películas le gusta a cada uno. Es infantil pensar que el país solo debería filmar las películas que a mí me parecerían buenísimas. Analizar el cine de ese modo es una mirada extremadamente miope. La industria cinematográfica es un enorme movimiento económico con un poder de expresión cultural fascinante. Es increíble, pero esta es una época tan oscura, donde todo es tan bastardeado, que hasta resulta menester explicar en los diarios qué es el cine”, concluye.

La fachada del Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales).
La fachada del Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales).

Ortega ahonda también en que “esta economía creativa además de ser una herramienta identitaria y cultural es una industria que genera divisas, promueve el empleo, la inclusión, el desarrollo económico y difunde la Marca País reconocida en todo el mundo. Es importante hacer conocer a todos que el financiamiento del Incaa se genera por recursos de cada entrada de cine por una parte, y por otra lo que percibe el Enacom por la exhibición de TV. Es una asignación específica que no sale del Tesoro Nacional y no [pone énfasis] se le quita a otras áreas del estado como las jubilaciones, la salud o la educación. Muy por el contrario, es un vector que amplía la matriz productiva nacional y provincial”.

Este sector “en Argentina cuenta con más de seiscientos mil empleos registrados y de calidad con una gran diversidad de puestos laborales que van desde actores, directores y técnicos específicos hasta actividades complementarias y diversas como transporte, logística, tecnología, turismo, alojamientos, alimentación, administración contable, asuntos legales, relaciones internacionales, y un sinnúmero de proveedores que son parte del ecosistema creativo”.

Ortega remarca que “Mendoza puso en agenda el tema audiovisual, promovió políticas activas, generó un ámbito público/privado para discutir y proyectar al sector, entendió que esta actividad es factor cultural y económico de crecimiento y promoción internacional, algo que quienes conducen el país, lamentablemente ‘no la ven’. Una oportunidad regional que con acompañamiento nacional se potenciaría y crecería sustancialmente”.

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