Cuando hace 17 años el cohete Larga Marcha 3A transportó la primera sonda de la misión china Chang’e a la Luna, el programa espacial del gigante asiático ya apuntaba hacia un plan mucho más ambicioso: enviar naves tripuladas al satélite terrestre.
El año pasado, el subdirector de la Agencia Espacial de Misiones Tripuladas de China, Lin Xiqian, afirmó que Pekín tenía un plan más que ambicioso que incluiría ‘nuevos vehículos exploradores y unanueva generación de naves y nuevos cohetes espaciales” .
Las autoridades del país asiático todavía no han desvelado las particularidades de todo su plan espacial, aunque sí que van dando algunas pistas sobre su implementación, entre ellas, la idea de construir módulos permanentes para futuras misiones establecidas en la Luna.
Ahora, ha dado un paso más, con la presentación de los nuevos trajes espaciales que llevarán los taikonautas –término con el que se conoce a los astronautas chinos– una misión que planean que se lleve a cabo en 2030, o incluso antes, y que llevan preparando desde 2020.
Los nuevos trajes espaciales están perfectamente adaptados para soportar la radiación y las bajas temperaturas en la superficie lunar, pero también para garantizar la máxima comodidad en las misiones.
La Luna, un lugar implacable
La superficie lunar es un lugar inhóspito para el hombre. Su atmósfera extraordinariamente débil y fina no protege de la radiación ni de los impactos de pequeños asteroides, lo que lo hace un lugar implacable, en el que los astronautas están expuestos tanto a los rayos solares como a las temperaturas extraordinariamente bajas que pueden variar cientos de grados centígrados entre el día y la noche.
«A diferencia de las misiones en órbita terrestre baja, los astronautas se encontrarán en un duro entorno lunar natural durante las actividades extravehiculares lunares. Factores ambientales complejos como el alto vacío y la baja gravedad, el polvo lunar y el suelo lunar, el complejo terreno de la superficie lunar, las altas y bajas temperaturas y la fuerte radiación tendrán un impacto significativo en el trabajo y la protección», declaró Wu Zhiqiang, jefe adjunto de diseño de sistemas para astronautas del Centro de Investigación y Formación de Astronautas de China, a la cadena de televisión estatal CCTV.
Materiales multirresistentes
Por ello, la principal cualidad que tiene que tener un traje espacial es la resistencia. La nueva equipación, afirman desde la agencia espacial Xinhua, está especialmente ideada para soportar las temperaturas extremas del satélite terrestre, así como para resistir el impacto de partículas del polvo espacial y la radiación solar.
Pero para llevar a cabo actividades extravehiculares no basta con tener un traje adaptado para todo. También tiene que ser cómodo y fácil de maniobrar, algo difícil, habida cuenta de que normalmente un traje espacial es como ‘una pequeña nave espacial portátil’.
En este sentido, los futuros taikonautas vestirán unas unidades de exploración extravehicular especialmente adaptadas para trabajar en el espacio, con materiales ligeros que permitan desarrollar actividades sin peso añadido. Además, contarán con guantes flexibles, un visor panorámico a prueba de deslumbramiento en el casco y unas articulaciones adaptadas a entornos de baja gravedad, así como una cámara integrada de corto y largo alcance y una consola de operaciones.
objetivo: llegar a la Luna en 2030
China lleva décadas pugnando por hacerse hueco en la exploración espacial. El año pasado manifestó públicamente que su plan era enviar misiones espaciales que horaden la superficie lunar como más tarde en 2030.
No solo eso, el gigante asiático planea llegar a la Luna para quedarse. En este sentido, su intención es construir una estación espacial y un centro de investigación permanente para misiones de largo alcance.
Pero más allá de sus planes de futuro, la agencia espacial china lleva años apuntando al satélite terrestre. La misión Chang’ge, desarrollada desde hace casi dos décadas, lleva tiempo escudriñando la superficie lunar. En las últimas dos misiones, las sondas y robots chinos han llegado a la cara oculta de la Luna, e incluso han devuelto a la tierra muestras a la superficie, algo que no se conseguía desde la década de 1970, cuando Estados Unidos envió los últimos astronautas a nuestro satélite.