Cuando hablamos de colonizar Marte, solemos pensar en trajes espaciales y bases subterráneas. Pero hay quienes apuntan mucho más alto: transformar el planeta entero. Un grupo de científicos ha puesto sobre la mesa una posibilidad tan radical como intrigante, capaz de reescribir el destino del planeta rojo. Esta es la historia de un plan que suena imposible… pero no lo es del todo.
El verdadero problema de vivir en Marte no es lo que imaginas

Aunque Marte es el planeta más accesible para una futura colonización, sus condiciones ambientales lo convierten en un lugar casi letal. Más allá del frío extremo y la falta de oxígeno, existe un enemigo invisible: la bajísima presión atmosférica. Esta es tan débil que, sin protección, la sangre humana herviría al instante. Por eso, antes de hablar de agua o aire respirable, el paso imprescindible es aumentar esa presión.
En la Tierra, la presión atmosférica a nivel del mar supera los 100.000 pascales. En Marte, apenas llega a los 600. Para cambiar esta realidad, se necesita introducir enormes cantidades de gases a la atmósfera marciana. Sin embargo, hay un problema aún mayor: el planeta no cuenta con suficientes recursos naturales para generar esta transformación por sí mismo. Y ahí es donde comienza la parte más inesperada de la propuesta.
Una idea fuera de órbita: Traer asteroides desde el borde del sistema solar

El plan del científico Leszek Czechowski parece sacado de una película de ciencia ficción, pero se basa en cálculos muy reales. Su propuesta consiste en dirigir asteroides congelados hacia Marte, específicamente hacia Hellas Planitia, una de las zonas con menor presión en todo el planeta. El impacto de estos cuerpos celestes no solo calentaría el entorno, sino que liberaría gases esenciales como agua y nitrógeno para engrosar la atmósfera.
Eso sí, no cualquier asteroide funcionaría. Las rocas ideales se encuentran mucho más lejos, en el cinturón de Kuiper, una región helada que rodea el sistema solar y que contiene materiales primigenios. La misión implicaría viajar hasta ese límite, seleccionar un asteroide adecuado, instalarle un sistema de propulsión, y redirigirlo hacia Marte. El viaje, en condiciones naturales, tardaría unos 15,000 años. Pero con tecnología avanzada, podríamos reducirlo drásticamente.
Un salto energético monumental… pero posible
Redirigir uno de estos asteroides requeriría una cantidad de energía colosal, quizás equivalente a toda la producción energética de la Tierra durante un par de años. Sin embargo, Czechowski sugiere que con un reactor termonuclear alimentado por hidrógeno marciano y un motor iónico, la hazaña podría ser viable. Más allá del esfuerzo técnico, el objetivo es claro: importar materia exterior para crear una atmósfera que, con el tiempo, permita a los humanos caminar sobre Marte sin necesidad de trajes presurizados.
Según el investigador, este proceso de terraformación podría acelerarse si el impacto del asteroide desencadena actividad volcánica, liberando aún más gases del subsuelo marciano. La idea de modificar un planeta entero desde su núcleo hasta su atmósfera puede parecer una locura hoy… pero en unas cuantas décadas, podría ser la base de nuestra primera civilización interplanetaria.