Todo el mundo tiene bacterias en el intestino. Estos microorganismos son responsables de cómo te sienta la comida, el estado de tu piel o que seas más proclive a las enfermedades. Pero ciertas personas tienen más bacterias intestinales de lo adecuado. Lo que puede causarles problemas.
Es lo que se conoce como SIBO las siglas para “small intestine bacterial overgrowth” que significa sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, parte del sistema digestivo responsable de la absorción de nutrientes vitales. Este crecimiento anormal se da especialmente de bacterias que no suelen encontrarse en esa parte del tubo digestivo.
Un buen movimiento de los alimentos a través del intestino delgado ayuda a evitar este problema, al igual que una cantidad normal de ácido estomacal. Así pues, las personas con una motilidad intestinal lenta o que producen muy poco ácido gástrico corren mayor riesgo de desarrollar SIBO.
¿Cuáles son los síntomas?
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Cuando las bacterias proliferan en el intestino delgado generan una serie de malestares que puede interferir con el día a día del paciente. Las bacterias en esa parte del intestino comienzan a “comer” los alimentos que has ingerido, lo que produce gases en el proceso. “Esto es lo que te hace sentir incómodo”, puntualizan desde el departamento de salud digestiva de la universidad de Virginia.
Los síntomas incluyen gases, dolor abdominal, distensión, hinchazón, sensación de saciedad, diarrea, náuseas y/o dolor.
Estos síntomas no son exclusivos del SIBO y pueden ser atribuidos a otros problemas, como el síndrome del intestino irritable o un desequilibrio de la flora intestinal, recalca el Dr. Santos Vicente especialista en Aparato Digestivo en la Unidad de Neurogastroenterología del Instituto Dermatología Ignasi Umbert, y miembro de Top Doctors. Por lo que es adecuado obtener un diagnóstico médico.
Influencia del SIBO en la dieta
De acuerdo al Instituto de Microecología, el SIBO puede producir problemas de malabsorción. “El exceso de bacterias en el intestino delgado, daña la mucosa, lo que genera una menor absorción de carbohidratos y proteínas”, escriben.
Entre los nutrientes que peor se absorben a causa de este trastorno el centro también señala las grasas, la vitamina B12 y vitaminas liposolubles.
Los cambios en la alimentación es una de las estrategias esenciales para controlar los síntomas del SIBO. Los especialistas suelen recomendar adoptar temporalmente una dieta personalizada baja en azúcares fermentables, lo que se conoce como dieta FODMAPS.
Se divide en 3 fases y busca identificar los grupos de alimentos que originan el malestar para poder reducir su consumo y mejorar la sintomatología. Dado que puede requerir eliminar alimentos saludables es aconsejable que sea pautada y supervisada por un especialista.
Se centra en limitar los hidratos de carbono fermentables y polioles, los cuales son utilizados por la microbiota para generar energía y que al fermentarlos, provocan la aparición de gas y distensión abdominal.
Para el SIBO se recomienda reducir vegetales como las alcachofas, espárragos, col, coliflor, coles de Bruselas, brócoli, ajo, puerros, cebolla, guisantes, judías verdes, hinojo, remolacha, champiñones y otras setas.
Los hidratos de carbono fermentables que una persona con SIBO debe evitar en su dieta son: fructosa, lactosa, fructanos, galactanos —presentes en las legumbres— o polioles. También debe limitarse al máximo la ingesta de fibra y elegir cereales bajos en gluten o sin gluten. Las verduras, mejor cocidas que crudas.
Más allá de identificar los alimentos que peor se digieren, la dietista-nutricionista Alicia Salido, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, recomienda asimismo adoptar ciertos hábitos que pueden mejorar los síntomas de SIBO.
Así aconseja repartir las comidas en 5 ó 7 ingestas al día y masticar bien. No tomar agua ni líquidos durante las comidas y hacer cocciones prolongadas de alimentos ricos en hidratos de carbono como la pasta, arroz y patata.
