Estrictos controles. Moscú blindada tras el ataque terrorista (foto: ANSA)
(ANSA) – WASHINGTON, por Claudio Salvalaggio – “Putin es un carnicero” y Estados Unidos “defenderá cada centímetro del territorio de la OTAN”, aunque no envíe tropas a Ucrania. Joe Biden y su administración tensa los músculos, refutando las acusaciones del Kremlin no solo contra Kiev, sino también contra Occidente, en particular contra Estados Unidos y Gran Bretaña, de haber desempeñado un papel en el reciente ataque de una rama de ISIS.
El presidente estadounidense volvió a disparar contra el líder del Kremlin al revivir un epíteto ya utilizado en una reunión con refugiados ucranianos en Varsovia. Hablando en Carolina del Norte sobre su propuesta de aumentar los impuestos a las empresas y a los ricos, el comandante en jefe explicó que los 400 mil millones de dólares que se obtendrían podrían utilizarse para “reducir drásticamente el déficit federal” pero también “para hacer muchas otras cosas… incluso asegurarnos finalmente de proteger a Ucrania de ese carnicero de Putin”, dijo. Luego alardeó de que no tiene el cabello naranja de Donald Trump.
El mes pasado, mientras hablaba del riesgo cada vez más inminente de un conflicto nuclear, Biden lo calificó de “loco hijo de…”, lo que provocó una reacción indignada del Kremlin.
Además, en el pasado lo ha llamado “asesino”, “dictador asesino”, “criminal de guerra”, llegando incluso a decir que “no puede permanecer en el poder”.
El presidente americano rompió abiertamente con el ‘zar’ hace algún tiempo, pero sabe que debe seguir tratando con él tras su controvertida reelección. Esta es la razón por la que su administración está tratando de desactivar el intento de Putin de utilizar la masacre del Ayuntamiento de Crocus como pretexto para una escalada con Occidente, a pesar de que Estados Unidos había advertido repetidamente en público y en privado al gobierno ruso de la amenaza de un ataque por parte de los extremistas islámicos.
La advertencia no fue una mano extendida, sino el principio del “deber de advertir”, es decir, el deber de la inteligencia estadounidense de compartir información sobre posibles ataques terroristas con sus adversarios. Una práctica que no ha dado sus frutos, dadas las constantes provocaciones de Moscú, incluso en las fronteras con la OTAN, como sugiere el misil ruso que entró en el espacio aéreo polaco.
Un episodio que llevó a la portavoz del Pentágono, Sabrina Singh, a reiterar que “si un aliado de la OTAN fuera atacado, lo que ciertamente no querríamos que sucediera, defenderemos cada centímetro de la Alianza”.
Un escenario de Tercera Guerra Mundial, aunque Washington ha reiterado que no enviará tropas a Ucrania, anulando la hipótesis planteada recientemente por Emmanuel Macron. Pero mientras muestra sus músculos, Washington también sigue echando agua al fuego de las acusaciones rusas contra Kiev por la masacre de Crocus.
“No hay ningún comentario que hacer sobre la implicación de Ucrania, por la sencilla razón de que no ocurrió. Esto es simplemente propaganda utilizada para continuar la agresión”, interrumpió el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller. La Casa Blanca, sin embargo, teme que Putin esté tanteando el terreno, incluso en las fronteras con los países bálticos, y apostando a que la Alianza finalmente no tendrá el coraje de ir a la batalla.
Mientras tanto, espera que la Cámara de Representantes de Estados Unidos vote pronto sobre una nueva ayuda para Kiev, como prometió hacer el líder republicano, Mike Johnson, a su regreso de las vacaciones de Semana Santa. Esto permitiría a Biden llegar a las elecciones, al menos en un punto muerto con Rusia en el frente ucraniano, mientras busca una salida cada vez más difícil en Oriente Medio, tras la ruptura con Benjamín Netanyahu por Gaza.
Dos conflictos que podrían seguir rumbos diferentes si su oponente Donald Trump triunfa en siete meses, coqueteando con Putin amenazando a los países incumplidores de la OTAN y prometiendo carta blanca a Israel. Una victoria, según revela el periódico New York Times, cada vez más temida por Barack Obama, que le empuja a desempeñar un papel más activo entre bastidores en la campaña demócrata -con frecuentes llamadas telefónicas y consejos a Biden y su personal- y en la recaudación de fondos, que el jueves le permitirá, junto con su ex adjunto y Bill Clinton, en el emblemático Radio City Music Hall de Nueva York, un acontecimiento poco común que atestigua la urgencia del momento. (ANSA).
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. © COPYRIGHT ANSA
