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Semana non sancta: el derrumbe del cristianismo en el país menos religioso de la región

Autor: El Observador

En Uruguay la Semana de Turismo es, cada vez, más turística y menos Santa. Porque a 105 años de la ley que puso fin a los nombres religiosos de los feriados, los devotos cristianos están en su mínimo histórico.

Ni un papa sudamericano y que toma mate es capaz de revertir la tendencia. Ni la movida de las balconeras de “Navidad con Jesús” o el ascenso de otras ramas del cristianismo en la región pudieron frenar la sangría de fieles (sobre todo católicos, pero también protestantes). En dos décadas se redujo a la mitad el porcentaje de uruguayos que se definen como cristianos, al tiempo que se duplicaron los ateos, agnósticos o sin religión alguna. Así lo confirma la serie de encuestas del Latinobarómetro.

Nadie sabe a ciencia cierta el motivo por lo cual, paradójicamente, la explicación parece una cuestión de creer o reventar. Pero entre las posibles causas figuran: el avance en la equidad de las mujeres (que han sido históricamente desplazadas de los puestos de relevancia en la institucionalidad cristiana), la actitud (o mejor dicho falta de actitud) de la Iglesia frente a los escándalos de pederastia, la búsqueda de respuestas fundamentales por fuera de las instituciones clásicas y el nacimiento de “nuevas autoridades religiosas”.

Gustavo Morello, jesuita y doctorado en Ciencias Sociales, había explicado: “En los estudios venimos observando, especialmente en Montevideo, que cada persona es su propia autoridad religiosa. Eso no significa que cada uno hace lo que se le canta, sino que las tradiciones siguen siendo relevantes, pero se mezclan con los nuevos estilos de vida”.

“Religión” proviene de la palabra latina “relegere”. Significa poner en común o agrupar. Y esa agrupación —al menos en su formato clásico— es la que está en disputa.

Lo cierto es que en el Uruguay que a comienzos del siglo XX separó la religión del Estado, el proceso de caída del cristianismo empezó antes y parece más marcado. Es, según el Latinobarómetro, el país menos religioso de América Latina.

“Declárase feriada la sexta semana siguiente a Carnaval con el nombre de Semana de Turismo”, estableció la ley batllista de 1919. Y eso redunda en que, 105 años después, en Uruguay la mitad son ateos, agnósticos o sin religión. En la región, en cambio, ocho de cada diez se identifican con una religión (y más de la mitad son católicos). Paraguay es el país con mayor proporción de católicos: 80%. Y Costa Rica es el que tiene menos porcentaje de ese credo: 27%. Pero a diferencia de Uruguay, en el país centroamericano más de la mitad son evangélicos (y los “sin religión” son una excepción).

La última Encuesta de Género y Generaciones muestra que en Uruguay la religión va por zonas. En la frontera con Brasil,  la quinta parte de los adultos se consideran protestantes (casi la mayoría de ellos evangélicos pentecostales). En Montevideo y en la costa sureste, en cambio, los ateos, los agnósticos y los creyentes por fuera de las instituciones religiosas superan a la mitad de la población.

La religión en Artigas, Rivera y Cerro Largo “no puede comprenderse sin la influencia de Brasil”, explica Néstor Da Costa, sociólogo especializado en religión. “Siempre que distintas culturas están en contacto tienden a afectarse, y en ese sentido la frontera seca ha sido históricamente la puerta de entrada de nuevas corrientes religiosas hacia Uruguay”.

En las décadas de 1970 y 1980 se dio por allí el ingreso de las religiones afroumbandistas. Los pae y las mae dirigían sus primeras reuniones en casa humildes, mientras sonaban los tambores en culto a los orixás. “Como estábamos en dictadura ese fenómeno expansivo pasó más desapercibido”, recuerda  

Esa corriente se fue distribuyendo por el resto del país (hoy supera el 1,6% de la población), y con el correr de los años la frontera con Brasil ofició de acceso de los cristianos no católicos. “La primera iglesia Universal del Reino de Dios se instaló en Artigas y no en Montevideo como suponen muchos. Fue una avanzada no tan planificada y que, poco a poco, fue ganando adeptos entre los sectores más vulnerables”, explica Nicolás Guigou, antropólogo social especializado en religión.

Leonardo Carreño

“Uruguay es un país muy laico, pero está pegado a un país muy religioso y diverso como Brasil… eso se hace notar”, concluyó Guigou.

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