
Si hay algo que tenemos en común todos los corredores amateurs es que nuestra vida es como un ‘Tetris’. Necesitamos encajar las piezas lo mejor posible para encontrar ese hueco que nos permita ponernos las zapatillas y salir a correr. Los horarios laborales unido a las obligaciones familiares, sociales y a la necesidad del propio descanso, muchas veces dificulta la tarea de buscar ese momento en el que evadirse sumando unos kilómetros. Pero hay que encontrarlo, sea como sea.
Además de nuestra agenda, tenemos que valorar también nuestro reloj biológico, ese que regula la vigilia y el sueño, y decide unilateralmente en qué momento del día nuestro cuerpo responde mejor a los esfuerzos. Entramos ya en el terreno de los ritmos circadianos. Y además de eso, hay que organizar la alimentación, otro de los pilares imprescindibles. En resumen, muchas cosas. Entonces… ¿Cuál es la mejor hora para salir a correr?
Por la mañana
Correr por la mañana, a primera hora y en ayunas, es la opción de muchas personas que tienen dificultades para la conciliación laboral, familiar y deportiva. Restarle una hora al sueño, no hay más. La ventaja de salir a correr al amanecer es que los deberes se quedan hechos a primera hora del día, y además, afrontamos la jornada con una mayor lucidez y positivismo. Además, la quema de grasas en estas horas iniciales del día es mayor que en otras franjas horarias. Entre los inconvenientes está el propio reloj biológico de muchas personas, que a primera hora de la mañana está ‘aletargado’.
Al mediodía
Hay que ser muy virtuoso y tener todas las circunstancias de cara para poder salir a correr al mediodía, o en la pausa de la comida. En este sentido, un trabajador de oficina –que suele tener entre una hora y una hora y media de descanso– puede aprovechar esa franja para correr, ducharse y comer. El proceso va un poco apretado, pero mejor eso que nada. Si es tu caso, aprovecha a hacer sesiones más cortas pero intensas, y deja para el fin de semana los rodajes más largos. En invierno, además, estas horas centrales del día son las menos frías, pero en verano hay que buscar otra solución.
Por la tarde o noche
Suele ser la opción de quienes no tienen hijos, o una jornada laboral más benévola. Normalmente quienes corren en horario vespertino disponen de más tiempo, no van tan agobiados y pueden gestionar mejor la sesión de entrenamiento. En invierno la falta de luz y el frío son los principales inconvenientes. También hay corredores a los que les cuesta más conciliar el sueño por la noche si han hecho ejercicio a última hora de la tarde, ya que se produce un aceleramiento del organismo y una activación del sistema nervioso.