Hoy se conmemora el Día del Metalúrgico en honor al nacimiento de Fray Luís Beltrán el 7 de Septiembre de 1784 en Mendoza.
Luis Beltrán fue un fraile argentino devenido en metalúrgico, con conocimientos de química, matemáticas y mecánica y que jugó un rol importantísimo como fabricante y organizador de la artillería del Ejército de Los Andes liderado por San Martín.
En el campamento del Plumerillo montó un taller en el que trabajaban por turnos unos setecientos artesanos y operarios a los que Beltrán formaba en el oficio. Allí, donde no había más que la solidaridad y la entrega a la causa revolucionaria del pueblo cuyano, se fabricaba de todo, desde monturas y zapatos hasta balas de cañón, fusiles, vehículos de transporte y granadas. No había campanas de iglesias ni ollas de cocina que no se fundieran.
Diseñó máquinas para disimular la desigualdad entre aquellos hombres y la imponencia de la cadena montañosa más alta del mundo después del Himalaya. Ideó equipos especiales para transportar cañones a lomo de mula, aparejos para subir las laderas más escarpadas y puentes colgantes transportables para hombres y mulas. Todo fabricado bajo su impulso.
Curiosidades sobre el «padre» de la metalurgia argentina:
– Es comúnmente aceptado que Fray José Luis Marcelo Beltrán nació el 7 de Setiembre de 1784 en Mendoza. Sin embargo, el propio fraile declaró en su testamento, dictado frente a sus padres y ante un notario mendocino, al ingresar a la orden franciscana, durante el año 1800: «Yo, José Luis Beltrán, natural de la ciudad de San Juan».
– Su padre era el francés Louis Bertrand y su madre, la sanjuanina Manuela Bustos. Al bautizar al pequeño, tres días después de nacido, el cura lo inscribió como «hijo de Luis Beltrán»; con lo que su apellido quedó así castellanizado, para la posteridad.
– A los dieciséis años ingresó al convento de San Francisco de Mendoza. Allí estudió, sin mucho entusiasmo por la carrera eclesiástica: teología, moral, derecho, filosofía. Sin embargo, demostró especial inclinación hacia las ciencias, como: la química, la matemática, la física y la mecánica; que lo apasionarían desde entonces.
– Con un frenético ritmo y en turnos rotativos, supervisaba y lideraba el trabajo de setecientos artesanos, herreros y operarios. Resonaban en el campamento los gritos del incansable fraile, dando instrucciones y órdenes a sus obreros, en medio de los golpes de los martillos sobre el yunque. Tanto esforzó su garganta, que quedó ronco para el resto de sus días.
-La fragua del fraile artillero alcanzaría la celebridad fundiendo y fabricando cañones, morteros, obuses y culebrinas. A tal fin, alcanzó a fundir campanas de las iglesias, utensilios metálicos, rejas y herrajes, recolectados por todo Cuyo, para fabricar las piezas de artillería. Su incansable labor le ganarían los apodos de «Vulcano con sotana», el «Arquímedes de la Patria» o el «Artesano del cruce».
Fuentes: uom.org.ar / geneasud.blogspot.com