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Año Bisiesto: mitos y curiosidades sobre los años de 366 días

Autor: LA NACION

Este 2024 es un año bisiesto, algo que sucede cada cuatro años, y que por su periodicidad tiene determinadas curiosidades y mitos vinculados a los períodos de 366 días en los que se suma el 29 de febrero.

Ya existen en la sabiduría popular frases que dan cuenta de la desconfianza que generan: “Año bisiesto, vende la hoja y quema el cesto”, “año bisiesto, ni viña ni huerto” y “año bisiesto, año siniestro” son algunos de los refranes que sostienen que estos ciclos tienen una carga negativa. Pero, ¿qué son los años bisiestos?

El calendario 2024, como el de todos los años bisiestos, agrega una jornada: el 29 de febrero

Desde la Antigüedad, distintas civilizaciones establecieron sus calendarios para medir el paso del tiempo y anticipar la llegada de determinados eventos astronómicos. Sin embargo, la diferencia entre las pretensiones humanas y el tiempo que efectivamente tarda la Tierra en dar la vuelta completa alrededor del Sol llevaron a que en muchos de estos sistemas existiera un “sobrante” de tiempo, que solo podía compensarse con la creación, cada cierto tiempo, de un “nuevo” día que restableciera la cuenta.

Julio César se enfrentó a este problema cuando quiso reformar el calendario romano, cerca del año 45 A.C. Cuando decidió reformar este sistema, pidió ayuda al astrónomo alejandrino Sisógenes, que le recomendó seguir al año solar para medir el tiempo, y dividiera el año en 365 días y este ciclo en 12 meses. Según sus cálculos, el año solar era de 365,25 días e instauraron los años bisiestos cada cuatro años para compensar este cuarto de jornada que sumaba un día entero tras el período descripto.

Julio César y el astrónomo Sisógenes definieron que los años bisiestos se harían cada cuatro años para compensar la cuenta del calendario julianoZigres

Este sistema se usó, por ejemplo, durante la vida de Jesús, y se mantuvo vigente durante 1600 años. Sin embargo, para la Edad Media se hizo notorio que el matemático antiguo había errado el cálculo por poco: el año solar dura 365.2422 días. Luego del paso de un milenio y varios siglos, estos minutos habían acumulado cerca de 11 días de atraso.

Entonces, el Papa Gregorio XIII decidió instaurar una nueva forma de medición, el llamado calendario gregoriano, el método con el cual buena parte del mundo mide el paso del tiempo hoy. Desde que fuera introducido en 1582, este sistema resultó más eficaz que el anterior calendario juliano. Pero el sobrante de horas entre lo definido por el calendario y el tiempo que en efecto tarda la Tierra en orbitar el Sol, provocó que se mantuviera la costumbre de que cada cuatro años hubiera que transformarlos en bisiestos, es decir, sumarles un día, para compensar la cuenta. En nuestro sistema, esta jornada es el 29 de febrero.

Esta operación permite que se alineen las fechas astronómicas con las cronológicas, y así mantener fijos los días en que ocurren los solsticios, equinoccios y demás fenómenos. Como consecuencia, en los años bisiestos se le agrega el día 29 a febrero, algo que ocurrió por última vez en 2020, y se repetirá en 2028. De esta forma, en lugar de los tradicionales 365 días del año, los bisiestos tienen 366 jornadas.

El nombre bisiesto viene del latín, el idioma oficial de la Antigua Roma, en el que las jornadas se denominaban en base a su distancia con tres tipos de días centrales que se repetían mes a mes: las calendas, es decir la primera jornada del mes, las nonas, nombre descendiente del nueve que hace referencia a los días que faltaban para el cuarto creciente de la Luna, y los idus, jornadas en que ocurría este evento astronómico.

Como se mencionó, en el calendario juliano se tenía el mismo problema de acumulación de días, y ellos lo resolvían de la misma manera que nosotros: agregando un día extra a febrero, que era el último mes de ese calendario. Pero en su caso agregaban un segundo 24 de febrero, y al anunciar dicha jornada, se la denominaba “Ante Diem Bis Sextus Kalendas Martiam”, es decir, “el día bis sexto antes del primero de marzo”, fórmula que luego fue acortada a “Bis Sextum”, y de la que deriva nuestro actual bisiesto.

Aunque ya se explicó el sentido temporal de instalar años bisiestos, hay distintas culturas que consideran que este tipo de años, y especialmente el 29 de febrero que se agrega, son tiempos de mala suerte. Así lo consideran, por ejemplo, los escoceses y los griegos.

El 29 de febrero es considerado un día de mala suerte en distintas culturas Archivo

Para sustentar esta teoría, existen distintas tragedias para miles de personas que ocurrieron en años bisiestos, como por ejemplo:

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