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Descubren cómo la lactancia refuerza la inmunidad contra el cáncer de mama

Autor: Josep Corbella Domenech

La lactancia favorece la acumulación en el tejido mamario de células inmunes especializadas que persisten durante décadas y que protegen frente al cáncer de mama, según una investigación liderada por el Centro de Cáncer Peter MacCallum de Melbourne (Australia) y presentada en Nature. Los investigadores han comprobado que, entre las mujeres que tienen un cáncer de mama años después de haber dado a luz, el pronóstico es mejor si hicieron lactancia que si no la hicieron.

Estudios epidemiológicos anteriores habían mostrado que la lactancia se asocia a un menor riesgo de cáncer de mama, pero no habían aclarado cuál es el mecanismo protector. Los nuevos datos indican que la protección se basa en un tipo de células inmunes que se acumulan en tejidos concretos, en este caso en la mama, y que conservan memoria inmunitaria a largo plazo -las llamadas células T de memoria residentes en tejidos-. La investigación ha descubierto que, cuanto más larga es la lactancia, más células de este tipo se acumulan en las mamas. 

En mujeres que tienen un cáncer de mama años después de haber dado a luz, el pronóstico es mejor si hicieron lactancia

“Pensamos que este mecanismo inmune pudo evolucionar para proteger a la madre de infecciones durante la lactancia, cuando está muy expuesta a patógenos”, y que, como beneficio colateral, “estas defensas también pueden proteger del cáncer de mama”, declara en un correo a La Vanguardia la oncóloga Sherene Loi, que ha dirigido la investigación.

El proyecto científico se ha iniciado con estudios del tejido mamario de mujeres sanas, y se ha completado con estudios de mujeres con cáncer de mama y experimentos con ratones.

El análisis inicial de 260 mujeres sin antecedentes de cáncer de mama ha mostrado que las células inmunes T residentes en la mama son más abundantes en las que han tenido por lo menos un embarazo que en las que no han tenido hijos. Al analizar tejido de mujeres de diferentes edades se ha comprobado que estas células se mantienen más de 30 años después de un embarazo.

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Los experimentos con ratones sanos han demostrado que, si las hembras no lactan después de parir, no acumulan células inmunes T en las mamas. Por lo tanto, es la lactancia, y no el embarazo, lo que favorece la aparición de estas células. Además, en ratones con cáncer de mama, el crecimiento de los tumores se ha reducido de manera significativa si antes habían tenido una gestación y completado la lactancia de las crías.

Finalmente, se han analizado datos de más de 1.200 mujeres que habían tenido un cáncer de mama después de tener hijos. El análisis se centró en un tipo de cáncer de mama llamado triple negativo, que se caracteriza por tener más infiltración de células inmunes que otros tipos de tumor. Los resultados muestran que las mujeres que habían hecho lactancia tenían más células T de memoria en las mamas y una tasa de supervivencia más alta, con una reducción de mortalidad del 61%.

“Para mujeres de alto riesgo de desarrollar cáncer de mama, este puede ser un argumento adicional para recomendar la lactancia materna más allá de todos los beneficios que tiene para el bebé”, declara Cristina Saura, del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), que ha investigado la relación del cáncer de mama con el embarazo y la lactancia.

La investigación ha analizado cómo la lactancia influye en cánceres posteriores, pero no qué ocurre cuándo el cáncer es anterior o simultáneo a la maternidad. Sobre esta cuestión, la directora de la investigación, Sherene Loi, señala que “el embarazo después de un tratamiento por cáncer de mama es generalmente seguro y no se asocia a peores resultados; en estudios observacionales, se ha asociado con una supervivencia igual o mejor”. Pero advierte que, el embarazo y la lactancia “no deberían considerarse como una terapia para el cáncer de mama”.

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Cristina Saura, del VHIO, añade que “la lactancia materna es segura en mujeres que han conseguido un embarazo después de haber sufrido un cáncer luminal [el tipo más común de cáncer de mama] y deciden hacer lactancia antes de reiniciar el tratamiento”, según los resultados del estudio Positive publicados en agosto, del que es coautora.

La nueva investigación no demuestra que las células T de memoria residentes en la mama sean el único motivo por el que la lactancia protege frente al cáncer en los años siguientes. Es posible que haya otros mecanismos protectores aún no identificados.

Tampoco ha descubierto cuáles son las proteínas del cáncer que las células inmunes T reconocen y atacan. “Esta es LA gran pregunta”, declara Sherene Loi a La Vanguardia (con mayúsculas en su correo de respuesta). Cuando se descubra, podría facilitar el desarrollo de vacunas para prevenir o tratar el cáncer de mama porque, “si comprendemos contra qué reaccionan las células T, tal vez podamos reproducir lo que hacen”.

A más corto plazo, los resultados indican que los estudios de inmunoterapia del cáncer de mama deben tener en cuenta los antecedentes de lactancia, pues pueden influir en la eficacia de los tratamientos, señalan los autores de la investigación en Nature

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