Diego Roberto M. M., el director del coro de una iglesia evangélica de un municipio de l’Horta que abusó sexualmente y de manera continuada de seis menoresde edad, tres niños y tres niñas de entre cinco y diez años, ha aceptado una pena de doce años de prisión por estos hechos que ha admitido ante el tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia. Se trata de una condena muy inferior a la que solicitaba inicialmente el Ministerio Fiscal, que ascendía a 39 años y seis meses. Además, el pederasta deberá indemnizar a sus víctimas en concepto de responsabilidad civil por importes de entre 27.000 y 5.000 euros.
La resolución judicial, ya firme tras el acuerdo de conformidad alcanzado esta mañana, condena al pederasta a dos años de cárcel por cada uno de los seis delitos continuados de abuso sexual que ha reconocido ante el juez. Sin embargo, al ser delitos iguales entre sí, la ley establece que solo se puede aplicar como máximo el triple de la condena máxima que corresponde a ese delito. Dicho de otro modo, y teniendo en cuenta este caso concreto, la condena máxima que debe cumplir es de seis años. Teniendo en cuenta que ya lleva un año en prisión preventiva, este tiempo debe ser descontado de los seis años, por lo que le restaría cinco años para dar por saldada su deuda con la sociedad.
Una década de abusos
Los hechos que han sido enjuiciados este miércoles se produjeron durante más de una década, entre 2009 y 2020, cuando el pederasta confeso, aprovechando de la influencia que tenía su familia en dicha congregación -su padre era uno de los pastores y su madre era profeta y ejercía una fuerte influencia sobre los fieles de esta comunidad religiosa en la que se realizaban prácticas espirituales- abusaba de esta posición para ganarse la confianza de menores de corta edad, a los que llevaba a dos pisos de la comarca de l’Horta para someterlos a tocamientos y exhibirles material pornográfico.
Las agresiones sexuales, adelantadas en exclusiva por este diario, se destaparon en junio de 2023, después de que el padre de dos de las víctimas, una de ellas ya mayor de edad, denunciara los hechos. La menor de sus hijas le contó a su hermana mayor los abusos que había sufrido y ésta, que hasta ese momento lo había mantenido en silencio por vergüenza y miedo a la familia del presunto agresor, también se derrumbó y le reconoció que ella también había sido víctima de esta misma persona desde los seis años.
La policía identificó más víctimas
Tras las investigaciones realizadas por la Policía Nacional, pudo identificar a otras tres víctimas que también interpusieron denuncia. Dos de ellos son dos hermanos, ya mayores de edad, quienes relataron ante el juez que el arrestado los obligaba a ver películas pornográficas siendo menores, les hacía desnudarse y ver cómo se masturbaba.

El director del coro de la iglesia evangelista ante el tribunal de la sección segunda este miércoles. / Miguel Angel Montesinos
Una quinta víctima es su propia cuñada, de solo quince años, y de la que presuntamente habría abusado sexualmente desde los siete años hasta que, tras casarse con su hermana, la madre de las niñas decidió apartarse de dicha congregación y de la negativa influencia que estaba ejerciendo en su salud mental y la de sus hijas –sin saber todavía las agresiones sexuales que se estaban produciendo–.
«Siempre rodeado de niños»
El arrestado se ganaba la confianza de los menores dándoles chucherías. «Siempre estaba rodeado de niños, se mostraba muy cariñoso con ellos», aseguran las fuentes consultadas por este periódico, que en ese momento no sospecharon que este acercamiento fuera fruto de sus intenciones presuntamente lascivas.
Las presuntas agresiones sexuales, algunas de ellas agravadas al haber acceso carnal, se producían aprovechando los momentos en los que se quedaba a solas con los menores, durante los encuentros y comidas con los fieles, tanto en el domicilio del detenido como en el de algunas de sus víctimas, al tener una total confianza con sus progenitores.