Flick elogia al “genio” Yamal antes del partido de vuelta ante el Inter (1:54)
El DT del Barcelona elogió a Lamine Yamal, en la previa del partido de vuelta por la semifinal de la Champions ante el Inter. (1:54)
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Jordi Blanco | Enviado
6 de may, 2025, 07:28 ET
Inter y Barcelona se juegan su pase a la final de Munich, en un duelo marcado para el Barça, por la historia y la maldición que arrastra desde 2012
MILÁN — Al Barcelona le espera un reto descomunal en el Giuseppe Meazza. El Inter de Milán, su hinchada, se sonríe todavía cuando recuerda aquella semifinal la Champions League de 2010 en la que un volcán de nombre impronunciable y un árbitro de juicio sospechoso derrumbaron al equipo de Pep Guardiola en el mismo escenario que al cabo de 15 años el joven grupo de Hansi Flick persigue cerrar el círculo.
Padeció el Barcelona aquel suceso en 2010 y después de que en 2011 ganara en Madrid, los cuatro partidos posteriores como visitante en una semifinal de Champions (2012, 2013, 2015 y 2019) se saldaron con derrota, mal presagio para un equipo necesitado de trasladar al marcador el ánimo que ha recuperado en un año que roza la excelencia.
Así está el conjunto azulgrana, que vestirá de verde en el imponente estadio italiano, al mando de un entrenador más ocupado en trasladar un mensaje indisimuladamente optimista, valiente y osado que en dejarse llevar por los miedos ancestrales del barcelonismo.
No le faltaría razón al hincha azulgrana que contempla con respeto, cautela y hasta temor el duelo que se avecina en Milán. No solo por aquel recuerdo de 2010, más aún atendiendo a que sus últimos cuatro desplazamientos de semifinales en la Champions los perdió y solo en uno de ellos, el de 2015, pasó a la final.
A la inversa, sin embargo, acude a la memoria una noche épica, más que estética, y legendaria que coincide en el calendario con este choque en Italia. Otro 6 de mayo, de 2009, hace 16 años, el primer Barça de Pep Guardiola pasó del infierno al cielo por medio de un obús milagroso de Andrés Iniesta en Stamford Bridge que sirvió para eliminar al Chelsea cuando el reloj, y el ánimo, tenían ya derrumbado al barcelonismo.
Con ello se mitiga esa maldición posterior. La victoria por 0-2 en el Bernabéu y ante el Real Madrid de 2011 fue la última del Barça a domicilio en una semifinal de Champions… En 2012 el Chelsea lo venció por 1-0 en la ida (gol de Drogba) e igualó 2-2 en la vuelta del Camp Nou; en 2013 el Bayern lo aplastó en Munich por 4-0 para volver a golearle (0-3) en Barcelona; en 2015 volvió a caer por 3-2 en Munich, pero esa derrota, en el partido de vuelta, no impidió el pase azulgrana a la final después del 3-0 del partido de ida en el Camp Nou. Y por fin, en 2019, se produjo el inolvidable descalabro de Anfield, donde el Liverpool fue capaz de remontar el 3-0 con que le había ganado el Barça en el Camp Nou.
SALIR Y DISFRUTAR
Pero contra esos miedos, contra esa maldición, la expedición del Barça arribó a Milán con la palabra “disfrutar” en el escenario. Aquel legendario dicho de Johan Cruyff en la previa de la final de Wembley en 1992, el ‘salir y disfrutar’ que les trasladó el holandés a sus jugadores ha quedado en el imaginario de un club en permanente lucha interna.
Lo dijo Flick en la sala de prensa minutos después de que lo hiciera Dani Olmo, quien llegó a descubrir que los futbolistas jóvenes, inexpertos y osados de la plantilla se toman el partido “como una fiesta”.
Apenas cinco futbolistas de la plantilla azulgrana han jugado una semifinal de Champions. Y solo uno lo hizo de azulgrana. Marc-André ter Stegen, que no jugará, lo disfrutó en 2015 y lloró en 2019, pero Andreas Christensen, Robert Lewandowski, Olmo y Frenkie de Jong son los únicos que, con otros equipos y distinta suerte, vivieron en primera persona, en el cèsped, la sentencia de una semifinal de Champions que se avecina en el Giuseppe Meazza.
