Agoniz durante tres das ante la incrdula y angustiosa mirada de millones de personas alrededor del mundo. El rostro de Omaira, su cuerpo atrapado en el barro, la serenidad que nunca perdi, sus palabras, susurradas con una bondad y madurez impropias de sus 13 aos, fue la imagen de una avalancha de barro que sepult a un prspero pueblo y a unos 25.000 lugareos.
40 aos despus, Armero sigue en ruinas, espejo de una hiriente desidia estatal y smbolo de una tragedia causada tanto por la erupcin del Nevado del Ruiz como por la inoperancia de las autoridades de la poca. En medio del abandono y la tristeza que se respira, la tumba de la nia se ha convertido en un lugar de peregrinacin.
Un sinnmero de ofrendas variopintas y de placas de piedra, unas adheridas de cualquier modo al humilde mausoleo, en el suelo otras, agradecen la intercesin por sus intenciones a la nia de ojos rasgados, pelo ensortijado y mirada triste, penetrante, que traspasaba las pantallas y resultaba imposible olvidar.
“Accin de gracias a la nia Omaira Snchez por los favores recibidos”, reza la mayora de ellas, acompaadas de los nombres de toda la familia o resguardadas en el anonimato.
En las 60 horas en las que se fue apagando la esperanza de sacarla del agua, lodo y los escombros que aprisionaban sus piernas, la adolescente, al tiempo que narraba su padecimiento y suplicaba con voz queda que Dios le hiciera el milagro de que llegara a tiempo una motobomba y la sacaran, tranquilizaba a sus rescatistas y les peda que tambin fueran a salvar a otros.
Al final, tras el eterno sufrimiento, decidi soltar el palo que la mantena a flote. “Mami, te quiero mucho, papi, hermano. Adis, madre”, dijo antes de hundirse en las aguas ocres. No saba que bajo su cuerpo dbil yaca su madre y su ta. Y en otros lugares del barrio Santander donde vivan, quedaron los cadveres del resto de su familia.
Dada la devocin que ha despertado y los milagros que le adjudican todos aquellos que acuden a ella, Natalia Bernal Cano, abogada colombiana residente en Francia, est empeada en lograr que el Vaticano la eleve a los altares. “Beatificar a Omaira porque ofrend su vida en aquella emergencia para salvar a otros y por los milagros que hace en la tierra”, seala. “En ese martirio, le pidi a Dios que la ayudara a salir triunfante de ese lugar”. Agrega que cantaba a la Virgen, alabanzas a Dios, y fue tan desprendida que, en lugar de pensar solo en ella, indica Cano, quera que ayudaran a otros sobrevivientes.
Es un anhelo que se antoja lejano por la falta de entusiasmo de la Iglesia colombiana y de la Santa Sede. Juan Pablo II ofici una misa en Armero en su viaje a Colombia de 1986 y ni siquiera la imagen que rememora su visita la mantienen en buen estado. Slo cuando se acerca una fecha destacada, como el 40 aniversario, le lavan la cara para la ocasin.
El mismo abandono se palpa en las ruinas de lo que fue una poblacin bulliciosa, pujante, que prosperaba con la bonanza algodonera, situada en el departamento del Tolima, en el corazn del pas. No slo ningn Gobierno destin recursos para dignificar el enclave donde miles de colombianos perdieron sus hogares y a todos o a una parte de sus familiares, sino que ni siquiera se preocuparon por ayudar a quienes an buscan a los hijos que salieron vivos y nunca volvieron a ver.
La Defensora del Pueblo acaba de publicar el informe Armero: 40 aos de vulneracin de derechos? Memoria y lecciones para la gestin del riesgo de desastres en Colombia, que desnuda las irregularidades que cometieron las autoridades de entonces y la indiferencia de las que les sucedieron. Como no haber puesto los medios necesarios para descubrir el paradero de ms de 570 menores de edad desaparecidos tras el desastre natural, conforme a datos de la investigacin de Nios Perdidos en Armero, del armerita Francisco Gonzlez. De ellos, y gracias a la donacin de los prestigiosos genetistas Emilio Yunis y su hijo, Juan, han podido procesar y analizar 374 muestras de ADN de supervivientes del alud que borr del mapa el pueblo. De momento han conseguido que cuatro de aquellos infantes hayan reencontrado a sus familiares.
“El Estado desconoce el nmero, identidad y ubicacin de los sobrevivientes a la tragedia, as como la poblacin afectada”, abunda la Defensora. “Se resalta la falta de informacin sobre los nios perdidos en Armero”
Claudia Ramrez an suea con que un da aparezca Andrs Felipe, que entonces tena seis aos y estaba con sus abuelos. A todos los dieron por muertos. “Hace 20 aos tuve una pista de que mi hijo sali vivo“, le dice a este peridico. Lo vio en las imgenes de un programa de televisin que rememoraba lo sucedido. El nio apareca sentado en una camilla, no haba duda alguna de que su identidad. Intensific la bsqueda, que nunca dej por completo, en Colombia, Espaa y otros pases, y an no arroja resultados.
Ramrez considera que fue un desastre producto de la falta de organizacin y previsin, pero que mucha “gente de buen corazn adoptaron a los nios que rescataban, pasaba el tiempo y nadie responda”.
Ella recorri durante aos hospitales, poblaciones, organismos, fincas y hogares en donde alguien sugera que podan haber llegado los pequeos. Hoy en da, mientras contina siguiendo cualquier pista, ayuda a los adoptados que residen en Colombia o en el extranjero que indagan sobre sus races y piensan que tal vez procedan de Armero.
Francisco Gonzlez, por su parte, querra que la Unesco lo declarara Patrimonio de la Humanidad, una suerte de Pompeya. En lugar de la riqueza artstica de la italiana, que sea un “sitio de memoria de desastres prevenibles, un testimonio de la interaccin entre el ser humano y los volcanes”.
