¿Sabes cómo impacta tu lenguaje en tu bienestar psicológico? ¿Alguna vez has pensado sobre las consecuencias de tus palabras en ti mismo y en las personas que te rodean? ¿Cón qué palabras te identificas más? Si tuvieses que elegir una palabra que te represente, ¿cuál sería?
Todas la palabras y expresiones que actualmente utilizas en tu vida cotidiana han sido aprendizajes que, casi sin darte cuenta, has integrado de tus padres, tus abuelos, tus profesores, tus amigos y amigas o tus compañeros de clase. Y yo te pregunto: ¿te has parado a pensar sobre qué palabras utilizas a diario y cómo te hacen sentir a ti y a tus seres más queridos?
Somos lo que hablamos, así titula su libro el psiquiatra sevillano Luis Rojas Marcos para hacernos entender la importancia de la necesidad de detenernos y mirar qué lenguaje usamos no sólo para evitar situaciones embarazosas sino también para conectarnos mejor con los demás seres humanos.
Te invitamos a hacer este sencillo ejercicio, divide un folio en dos partes, en la izquierda escribes las palabras destroyer así las vamos a llamar, esas que te entristecen, te alejan de los demás o te empequeñecen y en la parte derecha las palabras positivas que más utilices, es decir, las que te unen a otros, las que te dan serenidad, las que te hacen sentir que tú eres capaz. Y ahora, reflexiona cómo son esas listas, ¿cuál es más extensa, qué vas a hacer con esta información, qué consecuencias ves que tienen estas palabras, qué puedes cambiar?
El lenguaje positivo nos hace mucho bien, tanto que determina nuestros proyectos de futuro, nuestra actitud ante la vida y nuestras relaciones con las personas que más queremos.
Compartimos contigo estas ideas para que te hagas más consciente de tu lenguaje y te muevas por el mundo con un buen equipaje de palabras saludables:
Observa tu habla interna
También llamada soliloquio. Al observar, puedes elegir cambiar expresiones hacia ti mismo que te empequeñecen por otras que te van a empoderar tales como: “No voy a saber responder”, “todo el mundo me mira”, “soy un desastre” por otras como “Responderé lo mejor que pueda”, “es normal que me miren, son mis compañeros” o “esto no me ha salido muy bien pero hay otro montón de cosas que me salen de maravilla”.
Sustituye las expresiones de desinterés por otras más proactivas
Como por ejemplo: “Mamá, sí, que ya voy”, “qué pesado eres”, “espera” por frases como “Mamá, voy enseguida”, “Te he escuchado y lo tengo en cuenta”, “Estoy terminando, en un minuto estoy contigo”.
Usa un lenguaje de ternura en lugar uno apático
Para empatizar mejor con tus amigos, profesores o familia, usa un lenguaje de ternura en lugar de uno apático o de desprecio, decir “No me importa lo que pienses” o “Que se las arregle como pueda” debilita tus vínculos; refuérzalos con expresiones como: “Me importa lo que sientes y lo que piensas” o “En qué te puedo ayudar”, “qué necesitas”.
Expresa tus necesidades sin resentimiento o exigencias
Incorpora el hábito de expresar tus necesidades emocionales y materiales sin que ello se convierta en resentimiento o en exigencias. Frases como “Siempre me ignoras” o “No te enteras de nada, te pedí que me compraras unas zapatillas” reemplázalas por éstas otras: “Necesito sentirme escuchada cuando te cuento lo que me pasa” o “Papá, te pedí que me compraras unas zapatillas y veo que no te has acordado, por favor, ¿me las puedes comprar?”
Usa palabras que expresen gratitud
La gratitud es la llave maestra para valorar todo lo que tienes y lo que eres, que por supuesto es mucho. Palabras como “Gracias”, “Estoy agradecido por poder estudiar”, “Siento agradecimiento por tener una buena familia que me cuida”, “Me siento agradecido por tener salud” te hacen ver que la vida es un regalo fabuloso y no poner el foco sólo en lo que te desagrada.
Di “te quiero” más a menudo
Decir “Te quiero” más a menudo, mejor a diario, a las personas que te importan. Fíjate todos los beneficios que tiene, refuerza los vínculos, la confianza, el bienestar psicológico, aumenta la autoestima y te va a proporcionar una sensación de paz preciosa, si además lo acompañas de un abrazo ya es lo más.
Recuerda que tus palabras son el reflejo de lo que está en tu corazón, si deseas construir un futuro interesante y proyectar salud y alegría en los demás, has de fijarte en ellas y trabajarlas.
Como bien dice Luis Castellanos, investigador en lenguaje positivo, “La vida es un recorrido a pie con las palabras que llevas puestas”.
