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El cava se prepara para un recorte en las ventas a causa de la sequía: la producción de uva ha caído un 30% desde 2021

Autor: Cinco Dias
Viñas en terrenos afectados por la sequía en el Penedès (Barcelona).
Viñas en terrenos afectados por la sequía en el Penedès (Barcelona).Massimiliano Minocri

Las bodegas de la Denominación de Origen (DO) Cava cerraron el año pasado con unas cifras que marcan un nuevo récord: 252 millones de botellas vendidas en todo el mundo (un 1,09% más que el año anterior) y 2.200 millones de euros de facturación (un 8% más). Los números muestran un sector fuerte y resiliente en un año que se preveía económicamente difícil y en el que la demanda nacional ha tirado de las ventas. Pero a la vez hay dos avisos importantes: la demanda internacional no pasa por su mejor momento —y en especial la estadounidense, que cayó un 13,5%—, y los próximos años estarán marcados por el impacto de la sequía. La falta de lluvias está haciendo sufrir las viñas, y en el conjunto de la DO la producción de uva ha caído casi un 30% desde 2021. La situación es peor si miramos solo a Cataluña, donde están la mayoría de bodegas de la DO Cava, y donde la producción de esta fruta se ha desplomado un 37,8% en los últimos tres años a causa de la sequía. “Entrará menos uva de la que necesitaremos para seguir con este ritmo de ventas, las bodegas van a ir vaciando sus reservas y por lo tanto ya no vamos a ver el mismo número de botellas vendidas”, ha explicado Javier Pagés, presidente del Consejo Regulador de la DO Cava, en una comida para presentar los resultados del sector. Pagés también ha avanzado que se creará una herramienta de provisión de garantía para tener reservas de vino base con las que ayudar a las bodegas.

La extrema sequía en la que está inmersa Cataluña desde hace más de tres años —y que el pasado mes de febrero llevó al Gobierno de la Generalitat a decretar la fase de emergencia para una zona que cubre ocho de cada 10 catalanes— tiene un impacto en todos los sectores económicos, también en la agricultura, sobre la que pesa ahora la restricción de reducir la dotación de riego en un 80%. La vid necesita una cantidad considerable de agua, y como ha recordado Pagés, la combinación de falta de lluvias y restricciones de riego está haciendo ya que algunas viñas mueran y otras no se puedan plantar porque el terreno está demasiado seco. “El cambio climático nos afecta mucho, ahora por la sequía. Estamos trabajando en todo lo posible para paliar los efectos, porque nos preocupa la viabilidad de los viticultores, pero dependemos más de lo que puedan hacer las administraciones”, ha señalado Pagés.

El impacto de la caída de la producción se verá primero en la reducción de los stocks de las bodegas, luego en la subida de precios y por último en que se venderán menos botellas. “Y cada bodega tendrá que planificar, quizá abandonando los clientes menos rentables y enfocándose en los más estratégicos”, ha dicho Pagés. El Consejo Regulador intentará parar el golpe con la creación de una herramienta de provisión de garantía, para proveer de vino base (el producto con el que se hace el cava) a las bodegas que lo necesiten, con el objetivo de que se pueda tirar de estas reservas durante tres años. “Nosotros no habíamos vivido algo así hasta ahora, pero otras DO, como la de Champagne y la Rioja, ya tienen estas herramientas. Vamos a tomar medidas dentro de lo que podamos hacer”, ha dicho el presidente del Consejo.

El sector espera compensar la caída de botellas vendidas y el aumento de costes por la sequía con una subida de precios que lleva tiempo persiguiendo. La DO Cava ha trabajado en los últimos años para elevar el valor de su producto y medirse con sus competidores, el champagne y el prosecco. “Nuestro norte está en dar valor al sector y en que los consumidores lo vean. A medida que las bodegas entiendan que hay que apostar por el valor, veremos cómo irá subiendo el precio”, ha dicho Pagés, quien destaca la buena marcha de los productos ecológicos (crecieron un 24,6% en número de botellas). Otra de las novedades del año pasado fue que por primera vez salieron al mercado botellas con etiqueta de cava de Guarda Superior, con una nueva normativa que fija en 18 meses la crianza mínima, y con una vocación específica de que sean ecológicos.

El crecimiento global del año pasdado de la DO Cava —que incluye bodegas catalanas, pero también valencianas y de Extremadura— fue de un 1,09%, entre uno y dos puntos por debajo de las previsiones que en diciembre hacía el Consejo. El mercado interior, también reactivado por el turismo que vino a España el año pasado, es el que ha tirado más de las ventas, con un aumento en botellas vendidas de un 4,02%, mientras que el mercado internacional se quedó estancado (-0,25%), por la inflación y las turbulencias económicas. Esta circunstancia va en la línea de lo que ha ocurrido en general con las exportaciones del vino español, que cayeron un 4% en volumen y un 3,4% en valor. El primer mercado exterior del cava es Alemania, que subió un 4,14%, seguido de Estados Unidos, que redujo su demanda un 13,5%, y de Bélgica (+ 5,4%). “Estados Unidos es el mercado de mayor competencia, los clientes están dispuestos a pagar bien por el producto y el cava compite con otros espumosos. Lo que ha ocurrido es un desfase de inventarios: se exportó mucho a Estados Unidos, se llenaron las reservas y ahora es lo que se está notando”, ha dicho el presidente del Consejo.

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