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Trump devorado por su hijo: así será el futuro del Partido Republicano – El Orden Mundial – EOM

Autor: El Orden Mundial – EOM
Trump devorado por su hijo: así será el futuro del Partido Republicano

Fuente: elaboración propia con imágenes de Wikimedia.

Donald Trump ha elegido como vicepresidente a un personaje más radical que él. Para las elecciones de 2016 tuvo que elegir a Mike Pence, un conservador clásico, porque el Partido Republicano se lo había exigido para calmar a sus votantes no radicales. Ahora el giro hacia J. D. Vance, un joven senador por Ohio, muestra cómo ha cambiado la formación bajo el liderazgo de Trump.

La elección de Vance llega en un momento en el que Trump se siente fuerte y corresponde más a la elección de un heredero que a la de un vicepresidente, que en Estados Unidos suele tener poca relevancia. Vance es la viva biografía de las mutaciones que ha vivido la derecha alternativa, o alt-right, desde 2016. Además, no sólo tiene una lectura interna: el perfil de Vance también es una declaración de intenciones del papel de Estados Unidos en el mundo y de cómo va a enfrentar los desafíos geopolíticos actuales.

Vance es la historia de la alt-right

Todo movimiento político muta con el tiempo. En este caso, Vance representa las transformaciones de la alt-right. Esta corriente surgió en la década pasada como una reacción a los movimientos feminista y antirracista en Estados Unidos. El primer público objetivo de esta ideología fueron las personas olvidadas por las políticas hechas desde Washington D. C. y la economía globalizada: los “perdedores de la globalización”. Toda una clase trabajadora, eminentemente blanca, que vive en esa middle America y que ha sido afectada por la deslocalización y desindustrialización impulsados por décadas de neoliberalismo.

En ese contexto, Vance consiguió su fama gracias a su libro Hillbilly Elegy, en la que relata en primera persona ese olvido a la middle America y a la clase trabajadora blanca en la que él había nacido. Esta obra fue muy criticada en su momento. Vance mitifica a toda una población, se toma excesivas licencias que no se ajustan a la realidad y, ya después de haber estudiado en universidades de prestigio, echa la culpa del destino de esta clase trabajadora no a los políticos, sino a ella misma. 

Sin embargo, el establishment demócrata, con Hillary Clinton a la cabeza, se hizo eco de esta novela que luego Netflix transformó en película. Algo tenía que explicar por qué una supuesta clase trabajadora comprometida con el Partido Demócrata había dejado de votarles. Vance se sintió a gusto con esta promoción. Mientras tanto, se empapaba del relato mitificado de la alt-right de que la clase trabajadora blanca —que casi siempre fue republicana— de repente había dado la espalda a los demócratas por centrarse sólo en las minorías y ser un partido neoliberal.

Esta es la primera fase de la derecha alternativa, la de aquel movimiento supuestamente obrerista blanco que Trump intentó representar en su movimiento Make America Great Again (MAGA). Al fin y al cabo, Trump quería que a la clase trabajadora blanca le fuese bien y eso sólo se conseguía con un proteccionismo que blindase las industrias donde trabajaba. Su primer discurso como presidente fue en esta línea.

Pero a Vance no le gustaba Trump. De hecho, lo llegó a denominar “el Hitler de Estados Unidos”. La crítica iba más por lo autoritario que por sus políticas. Vance, empapado de la alt-right más dura, se sintió engañado y usado con la presidencia de Trump, como muchos otros afines a la ultraderecha. Quería proteger a la clase trabajadora blanca de la que procedía y veía en Trump una persona con agenda propia. Hasta el año 2020. 

La alt-right muta a la conspiración y al autoritarismo

Con unas elecciones en mitad de la pandemia y las encuestas en contra, Trump decidió construir el relato de víctima echada del poder por fuerzas ocultas. Vertió dudas sobre el proceso electoral y, más aún, sobre la idoneidad del voto por correo. Finalmente perdió contra Joe Biden y decidió azuzar todavía más el relato del fraude electoral sin importar cómo podía acabar esa historia. Lo hizo con el primer intento de golpe de Estado de la historia estadounidense en enero de 2021, el famoso asalto al Capitolio

La alt-right mutó entonces hacia el movimiento conspiranoico de QAnon. Quienes asaltaron el Capitolio creían que el Partido Demócrata les había robado las elecciones. Vance apoyó este movimiento y el relato del fraude electoral. Con el dinero conseguido con su novela y su adaptación como película de Netflix, decidió dar el paso en las elecciones de medio mandato de 2022 para ser senador por el estado de  Ohio. 

Cuando un político novel empieza su carrera, suele comenzar por las elecciones locales, estatales o máximo a la Cámara de Representantes, nunca al Senado. Las elecciones al Senado son muy competidas, se necesita mucho dinero y un currículum político abultado. Pero la decisión no fue casual: los senadores son los que certifican las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Vance quería ser senador para poder certificar a su gusto las elecciones del 2024 según el ganador.

Esta decisión partía de una estrategia de Vance para posicionarse como una pieza fundamental en el funcionamiento de la democracia estadounidense. Pero no estaba solo. La cabeza tras esta estrategia era y es Peter Thiel, un multimillonario de Silicon Valley que hizo fortuna fundando Paypal con Elon Musk y como primer inversor de Facebook. Vance no tenía el currículum ni el dinero suficiente para la campaña, pero Thiel le dio el dinero y el currículum llamando a Trump para que hiciese campaña a favor de él.

Los neorreaccionarios de Silicon Valley quieren el Partido Republicano

Peter Thiel es un neorreaccionario. Esta ideología sostiene que las grandes compañías deben dirigir el Gobierno de un país. O siendo más específicos, los altos directivos de estas empresas deberían ser una suerte de señores feudales y representar al Gobierno en su propia figura. Thiel también es un aceleracionista, es decir, defiende que cuanto antes colapse el sistema actual para fundar el suyo, mejor.

La estrategia de Thiel de donar millones de dólares a la campaña de Vance para ser senador obedece a su ideología: con un Senado empatado, una persona como Vance podría desestabilizar el sistema político estadounidense y acelerar su colapso. Pero no fue la única apuesta de Thiel. También apoyó a Blake Masters en Arizona, que no ganó su puesto en el Senado. Trump se beneficia de todo esto en tanto que Thiel piensa que él cataliza esta descomposición del sistema estadounidense y que tiene el apoyo de Vance.

El apoyo de gente de Silicon Valley como Peter Thiel o Elon Musk —otro neorreaccionario— a Vance y a la presidencia de Trump representa la nueva mutación de la alt-right. De ese movimiento popular y obrerista ya queda poco. Ahora es un movimiento de tintes racistas y antifeministas dirigido por élites políticas y económicas. El gran cambio en el discurso fue el paso de la protección de la clase trabajadora blanca a la de grandes compañías, en línea con el pensamiento de Trump y de la corriente neorreaccionaria. 

Trump y Silicon Valley como principal financiador del partido han cambiado a los republicanos y su equilibrio de poder interno. El vicepresidente de Trump entre 2016 y 2020, Mike Pence, un conservador aupado por grupos evangelistas, terminó desplazado. La financiación evangelista ahora entra en conflicto con la de Silicon Valley, que es mucho mayor. Peter Thiel batió récords en la campaña electoral de medio mandato en 2022. Ahora Elon Musk se ha comprometido a dar 45 millones de dólares al mes a la campaña de Trump. Así, el Partido Republicano de antaño ha cambiado por el peso de la alt-right, el liderazgo de Trump, el dinero de Silicon Valley y la ideología neorreaccionaria a la que la alt-right le abrió la puerta. 

Qué nos dice Vance del futuro de Estados Unidos y el mundo

Trump es un animal político. En 2016 surfeó la ola de la alt-right con el movimiento MAGA, en 2020 la de QAnon y en 2024 la reestructuración de la alt-right en el pensamiento neorreaccionario centrado en las grandes corporaciones. La elección de Trump en 2016 también cambió la política exterior de Estados Unidos y el orden internacional. Como presidente giró hacia una política aislacionista y proteccionista para reindustrializar el país. Es todo lo contrario a la política neoconservadora que había dominado el Partido Republicano desde Ronald Reagan, la principal familia política que estaba enemistada con Trump.

Por eso, la elección de J. D. Vance es otro golpe al Partido Republicano. Es la elección de un heredero joven para que sustituya a Trump en 2028. Significa la consolidación de una corriente republicana apegada a la figura del magnate. Ahora Vance, cuyo pilar ideológico es una alt-right ya mutada en lógicas neorreaccionarias y paleolibertarias, competirá con neoconservadores y neoliberales. Por ejemplo, el candidato a vicepresidente ha defendido el tradicionalismo del líder ultraderechista húngaro Viktor Orbán.

Con esta corriente instaurada en el Partido Republicano, dinero de Silicon Valley y un heredero como Vance, también podemos vislumbrar qué mundo dibuja el tándem con Trump. Trump inició una política proteccionista para reimpulsar la industria estadounidense y competir con China. Como dicen académicos como Evgeny Morozov, Silicon Valley se benefició de esta decisión y ya es un brazo del imperialismo estadounidense. De hecho, Peter Thiel estuvo en el consejo asesor que recomendó a Trump prohibir en Estados Unidos al gigante tecnológico chino Huawei, que se erigía como competidor de Apple y Microsoft.

Al fin y al cabo, la pulsión neorreacionaria que quiere dominar el Partido Republicano apuesta por unas corporaciones fuertes que estén por encima del Estado y de la democracia para competir con China. Buscan para Estados Unidos un régimen en el que la corporación mande sobre el Gobierno, envidiando el modelo autoritario chino basado en el capitalismo de Estado, el beneficio por el beneficio y el productivismo.

Por tanto, si el aislacionismo que propugnó la alt-right en 2016 era pacifista, el que ahora propugnan Trump, Vance y compañía es belicista. Es un proteccionismo basado en la guerra comercial, en un choque de intereses entre países y sus zonas de influencia. No obstante, podrán venderlo como un aislacionismo pacifista, por ejemplo, en la cuestión ucraniana. Vance apuesta por dejar de ayudar a Kiev, en línea con la idea de que Estados Unidos deje de financiar guerras para destinar ese dinero al desarrollo industrial. 

Si el tándem Trump-Vance gana, ya no veremos un discurso inaugural como el de 2017 de proteger a la clase trabajadora blanca olvidada por la globalización. Veremos en cambio un discurso inaugural en línea con el Silicon Valley neorreacionario, donde lo importante es proteger y aumentar de tamaño de las grandes corporaciones estadounidenses. La nueva prioridad: protegerlas de la globalización si no pueden vencer en la lucha contra China. El nuevo campo de batalla es el tecnológico, y aquí Silicon Valley, antaño abierto al mundo, ya ha movido ficha para protegerse y no perder contra las tecnológicas del gigante asiático.

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