Entrenador le hace la cruz a la persona que fue en el pasado y asegura que Dios lo ayudó en su proceso de transformación.
miércoles, 4 de diciembre de 2024 hs
Una llamativa reflexión compartió esta semana Mario Salas, quien por estos días se encuentra buscando pega tras su inesperada salida de Ñublense, club al que logró clasificar a la Libertadores tras llegar a la final de Copa Chile.
Lejos de los flashes y el apuro de las declaraciones post partido, el ex estratega de Universidad Católica y Colo Colo ser tomó un minuto para analizar su transformación profesional y personal.
Y lo hizo en un auditorio lleno de público, en el cual quiso transmitir un mensaje relacionado con su actual manera de ver la vida, y donde puso a Dios como uno de los principales aliados.
Incluso, el Comandante le hizo la cruz a la persona que fue en el pasado.
“Yo quería ser el centro del universo, pero estar en el centro del universo me significó estar vacío, me significó estar solo, me significó estar perdido. Y cuando empiezo a conocer al señor y a relacionarme con él, y es cierto, el Señor nos escoge, pero yo siento que toqué esa puerta con tanta fuerza, que no tuvo más que abrirla y dejarme entrar. Conozco al Señor y no me empieza a ir bien, pero me empiezo a dar cuenta de que las cosas no pasaban por mí”, planteó el director técnico.
Y en esa misma línea, agregó: “me empiezo a dar cuenta de que yo no era el centro del universo, de que en realidad era el Señor el que guía. Ya no empiezo a pedir. Es cierto, me encomiendo, oro, pero me encomiendo a él. Que se haga su propósito y su voluntad. Y lo que yo antes quería, que era dirigir a grandes equipos, estar en la crème de la crème, ya no lo quiero. Ya lo único que quiero es servirle. Lo único que quiero es transformar, es desarrollar, es hacer crecer”.
La cruda reflexión de Mario Salas
Pero eso no es todo, pues también reflexionó sobre cuáles son sus nuevas prioridades, conclusión a la que llegó tras su acercamiento con el de Arriba.
“Me gusta el fútbol, pero creo que es una herramienta que el Señor me da, a través de un don que puso en mí y que me servir, construir, transformar y desarrollar a mis jugadores. Yo soy feliz cuando un jugador mío hace un contrato mejor, cuando conoce al Señor, cuando crece, se desarrolla y se transforma. Ya mis logros, mis objetivos, lo que persigo, son otra cosa. Ya no sé lo que el Señor me depara”, indicó.
Además, recalcó que “ya no pienso en mi futuro, ya no construyo mi futuro, pero ¿saben lo bueno? Es que conozco a quien me lo construye. Eso nos da una seguridad y una certeza y una posibilidad de descansar en él que cada año que termina te permite tirarte para atrás, porque él va a poner las manos para que no te caigas”.
A modo de cierre, recuerda que “en algún momento, en un gran momento, estaba solo. Mi corazón estaba perdido. La presencia del Señor en mí ha sido gratificante. He cambiado mi carácter, mi forma de encarar las cosas. Ya no trato con esas ansias de querer ser el mejor, sino lo quiero es transformar, desarrollar. Encomendarme a él. Siento que necesito cada día más su palabra”.