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¿Se está perdiendo la ética en la medicina estética?

Autor: Marichu Del Amo

Medicina estética: ¿Se está perdiendo la ética?

El aumento de la demanda de la medicina estética ha abierto la puerta a la posibilidad de que, en ciertos casos, se pierda de vista el enfoque médico y la ética, impulsando este sector como un negocio privado que entiende y persigue los números. El último informe de la SEME revela que cada vez son más las personas que se realizan un tratamiento de medicina estética y arroja también un dato de riesgo: un 10% de la población afirma que ve normal realizarse un tratamiento médico en su domicilio.

Las Dras. Mar Mira y Sofía Ruiz del Cueto alertan sobre este peligro y recalcan la importancia de la formación experta y de su discurso y praxis con pacientes de todas las edades, pero, sobre todo, con los más jóvenes. “Este último informe de la SEME presentado en el Congreso del 22 al 24 de febrero de 2024 en Málaga señala que un 45% de los españoles afirma haberse realizado un tratamiento de medicina estética. Esto quiere decir que estamos viviendo un momento de crecimiento y acercamiento de la medicina estética a la población. Cada vez hay más usuarios que se interesan por mejorar su apariencia y en consecuencia su autoestima, y esto es algo positivo. Tendemos a una esperanza de vida cada vez mayor y el hecho de estar y sentirse bien en edades avanzadas, también implica una serie de cuidados y mantenimiento desde que se detectan los signos de envejecimiento. Sin embargo, este crecimiento exponencial en este sector puede llevar a un mal entendimiento de los procedimientos estéticos, a frivolizar procedimientos médicos o al intrusismo, y esto puede ser muy peligroso. De hecho, este mismo informe señala que un 10% de los encuestados afirma que percibe con normalidad realizarse tratamientos médicos estéticos en su domicilio y es algo gravísimo. Por ello es tan importante la formación, la búsqueda de la excelencia y la regulación a nivel nacional, europeo y la labor que desarrollan las sociedades médicas y los colegios profesionales. Creemos en la medicina estética basada en la evidencia científica, que no se deja llevar por modas, personalizada al detalle, con continuidad, pero sin procedimientos innecesarios. Solo así se consigue envejecer mejor, tener un aspecto saludable y que nuestro rostro transmita unos mensajes emocionales en consonancia con lo que sentimos”.

Un público cada vez más joven y retoques en serie

En los últimos años estamos asistiendo a un descenso en la edad de los pacientes que vienen por primera vez a consultas de medicina estética, aproximadamente entre un 15-20% de los pacientes se encuentran entre los 20-25-30 años, además, hoy en día se abren al año más de 400 clínicas y centros de medicina estética en España.

En el año 2000 se autorizaron 33, en 2010 se abrieron 128 y en 2022 la apertura subió un 41% más que en 2020. Estos datos reflejan que la medicina estética ya se ha convertido en una práctica habitual pero no siempre da los resultados que se desean. Esto sucede por lo que se conoce como ‘retoques en serie’, cuando vemos caras que no reflejan realmente la personalidad ni rasgos naturales del paciente. Aquí es donde entra la buena práctica médico-estética, que “consiste en armonizar y equilibrar el rostro sin que sus pacientes pierdan ni un ápice de naturalidad, aquella que busca lo que realmente necesita el paciente. Mejora sus preocupaciones y tras un exhaustivo diagnóstico y no busca la rentabilidad, sino ayudarle. Para ello, es importante aplicar criterios científicos: preparar y estudiar el paciente más la propia experiencia clínica. Y también es necesario establecer una relación de mejora y confianza”, apuntan las doctoras de Mira+Cueto.

La Dra. Castillo, de la clínica SkinMad, dice que, ante este aumento de la demanda, “destaca la necesidad de una ética sólida. Para abordar esto, es fundamental establecer normativas que abarquen la publicidad honesta, la capacitación ética de los profesionales y la protección de los pacientes. Se pueden implementar medidas como exigir la divulgación completa de riesgos y beneficios antes de los procedimientos, garantizar la autenticidad de las credenciales de los médicos estéticos y promover la investigación y educación continua en ética para los profesionales. Además, la colaboración entre organismos gubernamentales, asociaciones médicas y la sociedad en general es esencial para establecer y hacer cumplir normativas efectivas que protejan la integridad y seguridad de los pacientes en el campo de la medicina estética”, cuenta la doctora.

La medicina estética ha de ser, ante todo, medicina

Por tanto, ¿estamos ante un caso que podemos resolver nosotros como pacientes? Porque, la sociedad, la demanda, los tratamientos… Vienen por nuestra parte. En este caso, la responsabilidad y el freno no lo puede poner el paciente, dejarlo en manos de los no profesionales sería insuficiente, sobre todo porque el compromiso ético lo firman los médicos, no los pacientes.

Desde la inconsciencia y la falta de criterio, un paciente puede pedir lo que desee, pero el profesional es esa figura que tiene que asegurar el bienestar tanto físico como psicológico del paciente, así como intentar que su relación con la medicina estética sea lo más sana posible y sensata. Esto lo explica muy bien la Dra. Natalia Jiménez, que recalca que “la medicina estética, ante todo, es medicina y esa es la primera premisa. Como profesional ético, siempre tenemos que recomendar lo mejor al paciente y lo que necesite, no valorar jamás el tratamiento por el beneficio económico que podamos tener a cambio. Es más, el paciente puede pedirte un tratamiento concreto y muchas veces tenemos que decir que no, pese a que la decisión de quebrantar su deseo sea compleja, en ningún caso podemos tomar esa decisión e ir hacia delante con ella sólo porque nos beneficie económicamente”.

“La variedad de tratamientos son una oportunidad para poder individualizar al máximo cada tratamiento y poder elegir ante un abanico muy amplio, no por ello hay que poner todo lo que se nos ofrezca o esté en nuestra mano”, concluye Jiménez.

El intrusismo laboral, otro problema

¿Están colándose o realizando prácticas quienes no deben? Parece ser que sí y esto se suma a todos los problemas anteriores. “Cuando hay un boom en un mercado, aparecen ciertos perfiles que perjudican a la industria. Por ejemplo, personas no cualificadas que empiezan a inyectar materiales, marcas que distribuyen en plataforma tratamientos o productos que no pueden usar los pacientes sin la mano médica y muchos otros perfiles que intentan satisfacer esa demanda sin pasar por el filtro ético”, comenta Jordi Alorda, Director de la División Dermoestética de IBSA en España.

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