Si siguen la actualidad de los Estados Unidos y de esta campaña electoral, mucho más aún si la siguen por las redes sociales, ya estarán al corriente de que una de las críticas a la vicepresidenta y candidata, Kamala Harris, es que no tiene hijos propios. En esta era de comunicación, del imperio del marketing vía impacto en las redes, sabrán también que los partidarios, y muy especialmente las partidarias, de Harris le han dado la vuelta y convertido la crítica en un elemento aglutinador.
Las señoras sin hijo y con gato (Childless cat ladies)
Como casi siempre en inglés, con sus construcciones breves, suena y funciona mucho mejor como etiqueta, como estereotipo, que en castellano/español. La definición es del candidato a vicepresidente con Donald Trump, JD Vance, en una entrevista de 2021, donde acusó a los demócratas (del Partido Demócrata) de formar parte de una élite gobernante que caracterizó como “una panda de señoras sin hijos y con gato, que viven amargadas y ha decidido amargarnos la vida al resto del país. Es un hecho básico, miras a Kamala Harris, a Pete Buttigieg [gay], Alexandra Ocasio-Cortez, todo el futuro del Partido Demócrata lo controla gente que no tiene hijos. ¿Cómo puede ser que hayamos entregado nuestro país a gente que no tiene una verdadera implicación en lo que está en juego?”. Si no tienes hijos propios, es la argumentación, no te importa el futuro del país.
Las declaraciones, de hace tres años, han tomado relevancia en esta campaña electoral. Un montón de mujeres conocidas sin hijos han criticado a Vance, en algunos casos contando que no han tenido hijos porque no han podido, no porque no hayan querido. Estas mujeres han resentido la argumentación de Vance como un insulto doblemente doloroso, ¿y han sentido la necesidad de defenderse, que no es por no querer, sino por no poder?
J.D. Vance, el candidato a vicepresidente que pasó de criticar a Trump a ser uno de sus más fieles defensores
En el caso de la vicepresidenta, lo que sabemos es que ha actuado como una segunda madre para los dos hijos de su esposo, hasta el punto de que estos la apodaron mama-la y, más significativo aún, que tanto ellos, como el esposo como la exesposa y madre de los hijos han salido en defensa de Harris.
Una de las respuestas más agudas ha sido de la humorista, Chelsea Handler, quien ha recordado que George Washington, la figura política histórica más venerada, el primer presidente, uno de los Padres Fundadores del país, no tuvo hijos propios. Tuvo 2 hijastros, igual que…Kamala Harris. Handler remata su video recordando a quienes critican a Harris por no ser madre que ninguno de los presidentes de los Estados Unidos hasta ahora ha sido madre. ¡Boom! Ya estamos con la diferente vara de medir la maternidad respecto a la paternidad, a ellos no suelen preguntarles por la conciliación, por quién cuida de sus hijos o porque no los han tenido, si es el caso.
No ha sido sólo una declaración vieja de JD Vance, cuando no era candidato a vicepresidente, hace apenas dos semanas Sarah Huckabee Sanders, ex portavoz de la Casa Blanca con Donald Trump, e hija de un antiguo gobernador y candidato a presidente republicano, dijo en un acto de campaña: “Mis hijos me hacen ser humilde. Desgraciadamente, Kamala Harris no tiene nada que fomente su humildad“.
Tiempos, tópicos y estereotipos históricos
Esta polémica me recuerda a cuando hace medio siglo aproximadamente se hablaba despectivamente de las mujeres solteronas. No estar casada, no tener pareja, equivalía a ser una mujer defectuosa, como un producto con tara que no logra comprador.
En los Estados Unidos la imagen, la metáfora, de la mujer sin hijos y con gato como crítica, se remonta un siglo atrás, a la época de las Sufragistas, cuando las mujeres luchaban por su derecho a votar. A esa historia dedicó un artículo la NPR, la radio pública estadounidense. Rememoraba la vinculación de las brujas con gatos desde la Edad Media. “En el siglo XVIII cuando se abandonaron los juicios por brujería, las mujeres solteras con gato dejaron de dar miedo a inspirar compasión”. Vamos mejorando, ya no las quemaban en una hoguera. La metáfora de la solterona con gato, cuenta la NPR, tuvo su apogeo en la Europa victoriana, siglo XIX y llegó al XX.
“Los gatos -vistos como animales pasivos y domésticos, opuestos a los más activos y masculinos perros- se convirtieron en un símbolo contra las sufragistas. Se publicaron viñetas que mostraban a un hombre en casa con los niños y el gato, mientras su esposa se dedicaba a la política”. Tanto fue así que una de aquellas activistas, Alice Burke, adoptó un gato negro durante su gira por los EE.UU.
Darle la vuelta a la tortilla
Al igual que hizo Burke hace un siglo, pero con la potencia para la difusión que dan hoy las redes sociales, las votantes demócratas han abrazado el pretendido insulto de JD Vance. Ser mujer sin hijos y con gato se ha convertido en una cuestión identitaria para crear un movimiento solidario, y activista, en favor de la candidatura de Kamala Harris. Incluso hay videos y posts irónicos de mujeres que lamentan llegar tarde al grupo, porque tienen hijos, y preguntando si pueden admitirlas igualmente, o mujeres que dicen que siempre han tenido perros, pero que van a adoptar un gato para poder formar parte de la hermandad de las cat ladies.
El caso más reciente y trascendente ha sido el de Taylor Swift, a principios de septiembre, en cuanto terminó el debate entre Kamala Harris y Donald Trump, anunció su apoyo a la vicepresidenta en la cuenta de Instagram, que tiene casi siete millones de seguidores, y la foto que eligió Swift para ello fue un retrato suyo…con gato.
¿Y qué dicen los datos?
La publicación Mother Jones ha dedicado varios artículos a desmontar con datos la descripción de JD Vance, y como en los Estados Unidos hay asociaciones y estadísticas para todo, aquí están los datos que ha publicado, no se pierdan los matices:
“Las organizaciones (…) estudiaron más de 1.700 votantes a nivel nacional entre el 1 y 2 de agosto, y hallaron que las mujeres sin hijos -incluyendo las que tienen gatos- apoyan las políticas de apoyo a la infancia y a la familia tanto o más que los votantes con hijos o los votantes en general. Un 62% de las mujeres sin hijos y con gato y un 51% de las mujeres sin hijos en general están a favor de que el apoyo a las familias y la infancia tiene que ser una prioridad para el gobierno federal. Un porcentaje mayor del que se da entre los votantes con hijos (49%) o los votantes en general (47%). En cuanto a la afirmación de Vance de que las mujeres sin hijos con gato viven amargadas, los datos también lo contradicen. Según ese estudio, el 32% de ese tipo de mujeres dicen ser ‘muy felices’, más que la media de los votantes en general, un 27%”.
Más datos que indican que el tipo de familia de la vicepresidenta, una mujer casada con un divorciado con hijos, no es ninguna rareza, son del Pew Research Center publicados por Politico: “Más de un tercio de los menores no vive con sus dos progenitores casados, una sexta parte vive en familias mixtas, blended, donde conviven padrastros, madrastras, hermanastros y medio hermanos”. Por cierto, qué mal suena lo de padrastro, madrasta y hermanastro comparado con stepfather, stepmother y stepsibling.
Pero, ya saben, si el estereotipo viene de siglos y está tan interiorizado en el discurso público, no bastará con datos para desmontarlo. Probablemente mejor estrategia es la reacción de las simpatizantes demócratas en esta campaña, lanzarse a las redes con ironía. Y con gatos.