Se ve desde hoy esta notable producción épica danesa, ambientada en el siglo XVIII, en la cual el hijo natural de una criada debe enfrentar al joven aristócrata que se cree dueño de tierras y personas.
-
La Policía de la Ciudad reprimió una manifestación contra los despidos en el INCAA
-
La nueva película de Yorgos Lanthimos, protagonizado por Emma Stone, ya tiene fecha de estreno
Actor de gestos medidos y mirada expresiva, Mads Mikkelsen protagoniza “El bastardo” (título de venta internacional, “The Promised Land”), buen drama de época donde un capitán retirado, hijo natural de una criada, se enfrenta con un joven aristócrata que se cree dueño de tierras y personas en la árida Jutlandia del siglo XVIII.
Los personajes existieron de veras: Ludvig Kahlen, veterano de la Guerra de Silesia, dispuesto a fertilizar un páramo donde solo crecen los brezales (hoy tiene una estatua en Viborg) y Frederik Schinkel, terrateniente con título nobiliario y miembro del Consejo Regional, lo que le daba cierta autoridad como juez local. El capitán, de origen campesino tenía la autorización del rey, que era el dueño de los terrenos. El otro, que no movía un dedo para cultivarlos, pretendía ser el propietario y reclamaba el 50% de cualquier posible cosecha.
Inspirada en ellos, Ida Jessen, novelista danesa, escribió “Kaptajnen og Ann Barbara”, incorporando los personajes de una gitanilla y una mujer que se ofrece como cocinera y ama de llaves “entre otras cosas que no se mencionan”. Jessen aclara en el prefacio: “Hay tan poco registro sobre ellos que tuve amplia oportunidad para inventar, y lo he hecho, así como en ciertas partes me he permitido mover algunos años”.
Ahora, inspirado en la novela, Nikolaj Arcel filmó “El bastardo”. Entre novela y película, crecen al lado de los protagonistas varios personajes tan ficticios como creíbles, y situaciones tan creíbles como terribles: los “taters”, vagabundos sin dueño ni ley que los ampare, pero capaces de trabajar más o menos honradamente si se da la ocasión y la comida, los peones alemanes supersticiosos, el alguacil acomodaticio, el párroco sueco que protege a una pareja de sirvientes fugitivos. En ese entonces un amo podía torturar y hasta matar a sus siervos, si éstos escapaban. Con esa gente, el capitán intentará convertir el páramo en tierra de cultivo. Cometerá errores, será inflexible, perseverante, también seco y prejuicioso, hasta que las mujeres lo vayan humanizando, y la crueldad del amo tenga su respuesta. Será Ann Barbara la que haga justicia, y será el capitán, quien luche por ella. El epílogo, preciso, requiere apenas tres planos.
Esta es la película más personal de Nikolaj Arcel, la que siempre quiso hacer, y, aunque algo despaciosa, es la mejor. Coprotagonistas, Simon Bennebjerg, Amanda Collin y la chiquita Melina Hagberg. Música, Dan Romer. No suena épica ni optimista, porque la intención de fondo es recordarle al público precisamente cuánto sinsabor, riesgo y sacrificio hay en la conquista de los sueños y la construcción de un país, cualquier país, y lo consigue (un pequeño equivalente local es “Salitre”, de Carlos Rinaldi y Hugo Moser, que después se dedicaron al cine comercial).
“El bastardo” (Bastarden/ The Promised Land, Dinamarca, 2023); Dir.: Nikolaj Arcel; Int.: Mads Mikkelsen, Simon Bennebjerg, Amanda Collin, Gustav Lindh.