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“Muchos médicos jóvenes nos dicen que la medicina de familia es la que habían soñado”

Autor: Ana M. Serrano

La médica de familia María Folgueiras Artime (Avilés, 1978) dirige con tino el centro de salud de Trevías, en Valdés, el segundo más importante del concejo tras el de Luarca. Llega a la entrevista con energía y una sonrisa. Ambas la caracterizan. Parece sincera y lo es. Habla de cómo ve la medicina en lo bueno y lo malo, pero intenta siempre ofrecer una solución antes de instalarse en la queja. “Soy optimista y creo que se aprende en positivo”, señala. Es madre de dos adolescentes y la tercera de tres hermanos. Le gusta cuidar, sobre todo, “y acompañar”, de ahí que siempre quisiera ser medica. Se confiesa “afortunada” por poder trabajar en el centro de salud treviense desde noviembre de 2016.

–Cuente cómo llegó al centro de salud de Trevías. ¿Fue una decisión voluntaria?

–Yo he tenido suerte en mi vida laboral; una estrella, como dicen (risas). Estudié en Oviedo, hice la residencia en el Hospital San Agustín de Avilés y tras acabarla fui eventual dos años. Fue entonces cuando conocí las consultas de Cadavedo y Querúas (dependientes del centro de salud de Trevías). En ese momento, pensé: “Cuando tenga mi plaza quiero que sea aquí”. Saqué mi plaza con 31 años en Galicia y trabajé muy poquitos meses en Orense porque me ofrecieron una comisión de servicios en Avilés y allí estuve hasta que trasladé mi plaza aquí, a Trevías.

–¿Qué le gustó de este centro?

–Fue uno de los primeros en empezar a trabajar con las unidades de gestión clínica y se nota en la forma de trabajar, en la calidad de la atención y en el trabajo en equipo. También me gustaron los pacientes y, además, mi padre nació aquí, en Balsera. Estoy donde quiero estar y me siento afortunada.

–Vive en Avilés y es madre de dos adolescentes. ¿Se puede con todo?

–Es complicado trabajar, cuidar a niños y hacer tu vida personal más allá de eso. Es cierto que vives a toda velocidad. ¿Cómo se hace? A veces, pediría días de 30 horas, como muchas personas. En mi caso tuve que cambiar mi lugar de residencia. Vivía en Oviedo y me trasladé a Avilés. No me costó porque soy de allí, pero a mi marido, que es carbayón, sí (risas).

Se debe hacer más educación para la salud y deben ser las instituciones las que la fomenten

–¿Qué echa de menos en la medicina actual?

–En mi caso, no me puedo quejar. Vuelvo a decir que soy afortunada. Sí diré que de forma general hay necesidades presupuestarias y también veo falta de reconocimiento social por parte de las instituciones. En atención primaria hemos perdido ese “ser el centro”. Yo creo que sí somos la primera puerta, aunque también mucho más que eso, pero no un servicio básico. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que somos primordiales, prioritarios y esenciales. Y eso no podemos perderlo. Pese a todo, aquí estoy en una isla. Nuestros pacientes nos valoran, son educados y respetuosos y confían en nuestro criterio. A veces no se toman un tratamiento recetado en un hospital hasta que no lo supervisas. Eso quiere decir mucho. En todo caso, en atención primaria hay mucha carga burocrática, presión asistencial y preocupación porque a veces, por falta de tiempo, tienes que decidir dar receta o derivar al hospital.

–¿Cómo cambiar para mejorar?

–Estamos en un momento de cambio a nivel nacional y autonómico que creo que será positivo. Hay un nuevo enfoque. Es decir, todos sabemos que así no podemos seguir, que tiene que existir una reestructuración. Al final, tenemos unos recursos y tenemos que distribuirlos adecuadamente. No quiero entrar en polémica, pero voy a explicar algo que sufrimos. Mis pacientes del área sanitaria I no tienen la misma igualdad que los de otras áreas sanitarias porque la lista de espera para neurología es para diciembre y las consultas de dermatología se han anulado. Entonces, si eso pueden hacerlo en otras áreas sanitarias sin esta espera y sin anular consultas, significa que los recursos no son iguales en todas las áreas. Por ese creo que el cambio del mapa sanitario es una reestructuración y es bueno.

–Explique las bondades de este nuevo mapa.

–Me parece bien, porque más personas implican más fortaleza. Y, si soy egoísta, le diré que, en cuanto a distancias, de Trevías a San Agustín y a Jarrio hay casi la misma distancia.

–¿El Hospital de Jarrio, comarcal, tiene tantas carencias como dicen los críticos?

–A los profesionales les cuesta ir a las alas. No sé qué ventajas tendrían que tener para hacer las alas más atractivas… La realidad es que suelen irse. Si no vives donde trabajas, intentas acercarte.

La doctora María Folgueiras Artime, en el centro de salud de Trevías (Valdés)

La doctora María Folgueiras Artime, en el centro de salud de Trevías (Valdés) / A. M. Serrano

–¿Qué ventajas plantearía usted?

–Deben tener un plus diferente. Aquí, nosotras tenemos que coger nuestro coche para ir a los consultorios periféricos y para atender las consultas a domicilio. Hay un vacío porque hay obligación, claro está, de llegar al puesto de trabajo, pero es el centro de salud. Solo diré que se nos paga un kilometraje que sale de una normativa de 1987. ¿Cómo puede ser esta zona más atractiva si implica más tiempo y más gasto?

–No es su caso.

–Para mí, esta es la medicina de verdad. Tengo residentes de familias y rotantes, y muchos dicen que esta medicina que se practica aquí es en la que pensaban o con la que soñaban. Es el médico que tú querías ser de niño, es la cercanía con el paciente, es que atiendes a esa persona y a su familia, es la atención a varias generaciones. Esto en la ciudad no pasa. Además, conoces lo que es la cercanía de la comunidad… Es una conexión especial. Hoy ya hice a primera hora una citología y una cirugía menor, en concreto un quiste sebáceo en cuero cabelludo, consultas y a última hora tengo dos domicilios. También nos estamos formando en ecografía. La medicina de atención primaria abarca más de lo que se cree. Y en estas zonas siempre te toca hacer más porque los pacientes están lejos o se sienten lejos del hospital. Ademas, suelen preferir que lo hagas tú.

–¿Se corren riesgos?

–En la cercanía existen las dos partes. Haces muchas cosas bien. Eso sí, si te equivocas, no lo olvidan. Nos pasa a todos creo en todos los ámbitos, creo (risas).

–Se habla mucho de las mejoras del sistema. ¿En qué debemos mejorar los pacientes?

–Pienso que los pacientes están más preocupados por su enfermedad que por su salud. Cuando consultan siempre les preocupa algo. Ese es mi pensamiento. Es legítima esta preocupación, es legítima.

–¿Qué hacer entonces para atender esas dudas sin colapsar el sistema sanitario?

–Se debería hacer más educación para la salud. Las instituciones tienen que lanzar programas y nuestro trabajo también incluye la educación para la salud. Por otro lado, también creo que existen muchas dudas porque nosotros mismos dimos consejos erróneos. Hace años decíamos “no comas huevo” y ahora que sí, por poner un ejemplo muy básico. En la medicina se han dado mensajes contradictorios… ¡cómo no se van a tener dudas!

Mis pacientes del área I no tienen igualdad con los de otras zonas sanitarias

–A veces el paciente no acude a consulta porque cree que la dolencia que tiene es menor, sin saber el alcance, o porque se siente juzgado por los profesionales. ¿Qué opina?

–No soy ni juez ni verdugo. Yo no estoy aquí para juzgar, estoy aquí para acompañar y ayudar (se emociona). Sí es cierto que los médicos somos personas y somos nosotros y nuestras circunstancias. Lo bueno del médico de familia es que conoces a la familia, su vida laboral y social y la parte más emocional.

–La parte emocional es importante.

–Lo es. Es algo que diferencia a la atención primaria de la hospitalaria. A urgencias de un hospital llega una persona con una patología; a un centro de salud llega alguien a quien pones nombre y de quien conoces sus circunstancias. Sabes que llega Manolito, que ayer estuvo en la consulta con algo o que viene Pepita, que nunca consulta.

–¿Qué debe hacer mejor el médico ante una urgencia para evitar juzgar al paciente?

–Cuidar lo que dices y cómo lo dices. Y es verdad que a las tres de la madrugada igual no somos tan educados como a las tres de la tarde. Yo también soy humana. No debo dejar que me influya. Entonces, como resumen, todas las partes, paciente y médico, deberían trabajar: uno, para no sentirse juzgado, y otro, para hacer las cosas que debe hacer sin dejar que le influya su parte personal.

–¿Google se ha convertido desde hace tiempo en el médico?

–Siempre digo: “No mires Google”. Genera mucha confusión e incertidumbre. Imagine ahora con la inteligencia artificial. Siempre es mejor preguntar el médico de referencia o saber qué páginas, en concreto, consultar. En el caso de una enfermedad crónica, si hay una asociación o una página oficial, perfecto. Aquí diré que hay asociaciones que saben más que nosotros. Por lo demás, como sociedad de consumo que somos, también consumimos salud.

–¿Qué aciertos tiene nuestro sistema de salud?

–Esa pregunta me gusta más porque siempre prefiero aprender en positivo. Debemos buscar soluciones a los problemas y ver las cosas positivas que tenemos. Nuestro sistema sanitario bajó su puntuación, pero es uno de los sistemas españoles más fuertes. Aunque la pandemia también nos ha dejado un poco devastados.

–¿En qué sentido?

–Creo que nos hemos recuperado ya, y no me gusta hablar de esto porque ya pasó. Tuvimos mucho apoyo los meses del covid, pero después no fue así. En el centro de salud de Trevías, como siempre digo, no pasó. Cuando llamábamos a las personas mayores que viven solas para saber qué tal estaban, su preocupación era cómo estábamos nosotras (se emociona).

–¿A favor de la consulta telefónica?

–Aquí el 50 por ciento de las consultas son telefónicas. Yo prefiero siempre ver al paciente, aunque entiendo que muchos viven lejos, son mayores y no tienen coche. No hay transporte público, solo taxis, aunque he de decir que son muy solidarios.

–Contó que somos un sistema fuerte.

–No soy una persona negativa y siempre apuesto por buscar soluciones. Las quejas constantes de atención primaria sin hacer nada más no me gustan. Creo que tenemos que buscar soluciones y trabajar con la sociedad. Yo, por ejemplo, trabajo en microgestión, pero no en macrogestión y, en ese sentido, no me gusta criticar lo que no conozco en profundidad. Eso sí, me gustaría que nos preguntaran a los que estamos en la trinchera.

–¿Cómo será la medicina de atención primaria del futuro?

–Mejor, como me gustaría. Una atención primaria integral con sus principios básicos de accesibilidad para las personas que lo necesiten, de equidad, de dar a cada uno lo que necesita, con una visión holística del paciente, atendiéndolo en todas las etapas de su vida y participando con la comunidad.

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