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Las prácticas para adelgazar más controversiales y peligrosas registradas en el último tiempo

Autor: Barbara Haas

En la era victoriana, las pastillas para adelgazar prometían una solución “rápida y eficaz”, aunque ocultaban un secreto letal: el arsénico. Incluso en tiempos más contemporáneos, la obsesión por alcanzar la delgadez extrema condujo a prácticas como la “Dieta Última Oportunidad”, respaldada por celebridades y marcada por el uso de suplementos líquidos que resultaron ser mortales para muchos.

En la incansable búsqueda de la delgadez, la historia registra prácticas extremas y peligrosas que desafían la lógica y la salud. Desde el siglo XIX hasta la actualidad, y antes incluso, las personas han recurrido a métodos cada vez más controversiales para alcanzar un cuerpo esbelto, a menudo sin considerar las graves implicaciones para su bienestar físico.

A continuación, puedes revisar cinco curiosas, y muy peligrosas, dietas que están absolutamente desaconsejadas (y obsoletas) hoy en día. La mayoría, pudiendo ocasionar incluso la muerte.

Las pastillas para adelgazar victorianas

En el siglo XIX, los llamados “remedios mágicos” para perder peso no solo ofrecían falsas promesas, sino que también ocultaban ingredientes peligrosos, entre ellos, el arsénico. La gente, con la esperanza de obtener mejores resultados, solía consumir dosis superiores a las recomendadas, sin percatarse del riesgo de envenenamiento por arsénico que ello implicaba.

Los fabricantes y vendedores rara vez revelaban la presencia de este veneno en sus productos, dejando a los consumidores en la oscuridad acerca de lo que realmente estaban ingiriendo. Según explicó Louise Foxcroft, autora del libro “Calorías y Corsés: Historia de la Dieta en los últimos 2000 años”, a BBC Mundo, la época estaba plagada de charlatanes que se hacían pasar por expertos en dietas, promoviendo estos productos milagrosos y engañando a muchas personas crédulas.

Arsénico
Pixabay

El arsénico, antes de ser reconocido como un veneno, era utilizado de diversas formas, incluso como cosmético y suplemento para la pérdida de peso. Las pastillas victorianas para adelgazar a menudo contenían una mezcla de ingredientes cuestionables, incluido este, dejando a los consumidores completamente ignorantes sobre los riesgos que asumían al ingerirlas.

Si bien el arsénico puede tener aplicaciones médicas legítimas, como en el tratamiento del cáncer, su uso como herramienta para bajar de peso es altamente cuestionable. En dosis bajas, el arsénico puede actuar como estimulante. Sin embargo, la línea entre la estimulación y la muerte es extremadamente delgada, lo que convierte su uso con este propósito en una práctica sumamente riesgosa.

Huevos de tenia (lombriz solitaria)

En los albores del siglo XX, surgió la promoción de la llamada “dieta de la lombriz solitaria”. Aunque se propagó el rumor de que la célebre cantante de ópera Maria Callas seguía este método para perder peso, con el tiempo se ha desacreditado como un mito.

Esta dieta implicaba la ingestión de huevos de lombriz solitaria. La idea era que las lombrices, al llegar a la madurez en el intestino, absorberían los nutrientes de los alimentos, induciendo pérdida de peso, diarrea y vómitos.

Una vez alcanzado el peso deseado, se intentaba eliminar las lombrices tomando antiparasitarios. Sin embargo, la expulsión de estos parásitos frecuentemente provocaba intensos dolores y complicaciones rectales y abdominales.

Además del riesgo de dolor físico, las lombrices pueden crecer hasta alcanzar los 9 metros y causar problemas graves como trastornos visuales, meningitis, epilepsia y demencia. A pesar de estos peligros, la dieta de la lombriz solitaria tuvo cierto éxito en la industria de las dietas de la época.

Prolinn

En la década de 1970, el osteópata Robert Linn presentó la “Dieta Última Oportunidad” junto con su producto asociado, Prolinn, una bebida con menos de 400 calorías que prometía una rápida pérdida de peso.

Un artículo de The New York Times de 1977 señaló que “los que hacen dieta renuncian a todos los alimentos y subsisten solo con un suplemento líquido de proteínas hasta que han perdido el peso deseado”.

Esta dieta, respaldada por varias celebridades, atrajo a más de dos millones de seguidores. Sin embargo, pronto surgieron preocupaciones cuando se informó de varias muertes vinculadas a ella.

Prolinn
Prolinn

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) investigó y descubrió que, si bien algunas de las personas fallecidas tenían problemas cardíacos preexistentes, otras mostraban signos de daño cardíaco debido a la desnutrición proteico-calórica causada por la dieta.

A pesar de su popularidad inicial, Prolinn fue retirado del mercado. Aunque la intención original era ofrecer una solución rápida para perder peso, los resultados fueron catastróficos para muchos consumidores.

La dieta de la bola de algodón

La “dieta de la bola de algodón” consiste en humedecer bolitas de algodón y tragarlas antes de comer, obteniendo así una sensación de saciedad más rápido. Sin embargo, puede ocasionar un montón de problemas de salud, algunos sin remedio.

Lo cierto es que ingerir elementos que no son orgánicos pueden provocar asfixia y bloqueos en el esófago o entre el estómago y el intestino.

Esta dieta alcanzó su punto máximo en la primera mitad de la década del 2010, especialmente entre las comunidades pro-anorexia en internet. Afortunadamente, desde entonces ha sido cada vez menos común.

El corsé de caucho

Durante la segunda revolución industrial, el caucho emergió como un material innovador, que comenzó a utilizarse en la confección de corsés y prendas de ropa interior. Esta tendencia fue impulsada por la creencia de que el contacto del caucho con la piel induciría sudoración y, por ende, una aparente pérdida de peso. Sin embargo, la realidad subyacente era mucho más sombría.

Aunque el sudor podría haberse interpretado como una señal de efectividad en la reducción de medidas, el uso prolongado de prendas de caucho resultaba en consecuencias negativas para la salud de la piel. El material impedía la adecuada transpiración cutánea, lo que a menudo conducía a la acumulación de humedad y al desarrollo de infecciones dermatológicas.

La piel, un órgano vital que actúa como barrera protectora contra patógenos externos, sufría bajo la constante compresión y falta de ventilación proporcionada por el caucho. Los usuarios experimentaban irritación, roces y, en casos más graves, infecciones bacterianas y fúngicas.

“Desafortunadamente, lo que el material realmente hizo fue que la piel del usuario literalmente se rompiera, dejándola vulnerable a llagas e infecciones”, explicó el doctor Michael Mosley, a BBC.

La tendencia hacia la moda y la estética a menudo ignoraba las consecuencias negativas para la salud, lo que resultaba en un sufrimiento innecesario para quienes buscaban cumplir con los estándares de belleza de la época.

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