
Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz cumplirá 80 años el 23 de noviembre. Es catedrática emérita de Filosofía de la Religión y Ciencias Comparadas de la Religión en la Universidad Técnica de Dresde (1993-2011). Antes había ejercido como profesora en la Escuela Superior de Pedagogía de Weingarten y como docente invitada en distintas universidades de Alemania y también en la Universidad de Trento, en Italia.
Desde 2011 dirige el Instituto EUPHRat (Instituto Europeo de Filosofía y Religión) en la Facultad de Filosofía y Teología Benedicto XVI de Heiligenkreuz, cerca de Viena.
Sus principales líneas de investigación se centran en la filosofía de la religión de los siglos XIX y XX, con especial atención a figuras como Edith Stein, Romano Guardini y Benedicto XVI. Además, se ha dedicado al estudio de la antropología de los géneros, los fundamentos teológicos de la Modernidad y la fenomenología.
Coordina importantes proyectos editoriales, como la publicación de las obras completas de Edith Stein (28 volúmenes) y la edición italiana de los escritos de Romano Guardini (29 volúmenes). Su labor ha sido reconocida con varios galardones, entre ellos el prestigioso Premio Ratzinger, considerado por muchos el “Nobel de la Teología”.
Participó inicialmente en el Camino Sinodal alemán, pero en 2023 decidió abandonarlo junto con otras tres teólogas. En una declaración conjunta explicaron su decisión señalando que, a su juicio, “las decisiones de los últimos tres años no solo han cuestionado fundamentos esenciales de la teología católica, la antropología y la vida de la Iglesia, sino que los han reformulado e incluso redefinido en parte por completo”.
La hemos entrevistado sobre diversos ámbitos de sus investigaciones filosóficas.
-¿Qué hay detrás de la ideología de género?
-La ideología de género retoma una teoría antigua presentada en una forma que resulta atractiva para muchas personas hoy en día: el concepto de que el cuerpo es una herramienta que podemos moldear a nuestro antojo.
»Esta visión tiene sus raíces en Descartes y fue radicalizada por Julien Offray de La Mettrie en El hombre máquina (1747). Así, el cuerpo se convierte en una característica externa. Yo habito en este cuerpo, pero lo observo desde la distancia.
»En alemán hay dos palabras para designar lo que en español se llama “cuerpo”: “Körper” y “Leib“. Körper se refiere al cuerpo físico, visible externamente, mientras que Leib representa el cuerpo que siente y se percibe a sí mismo. Helmut Grässner lo resume así: “Yo soy mi Leib; tengo un Körper“. Por lo tanto, si el cuerpo es sólo algo externo, puedo modificarlo.
»Pero, en realidad, quien manipula el cuerpo no sólo cambia lo exterior, sino también su identidad. La ideología de género nunca habría tenido éxito sin un desarrollo médico-técnico que permitiera esta manipulación.
-Sin embargo, hay una gran diferencia entre mejorar algo del cuerpo e intervenir en la identidad de la persona…
-Gracias a la medicina moderna, es posible que pueda cambiar mi cuerpo, incluso mi sexo. Cada vez son más las personas denominadas “retransicionadores”, que desean revertir su “transición” al otro sexo, lo que demuestra que el cuerpo no es un caparazón neutro en el que simplemente habito: yo soy mi cuerpo. El ser humano no es una máquina cuyas piezas se pueden cambiar a voluntad. El cuerpo es parte integral de la persona, no su propiedad. Al modificar mi cuerpo, también modifico mi identidad. No cambio una herramienta, me transformo a mí mismo.
Una nutrida conferencia de Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz el pasado mes de enero.K-TV Katholisches Fernsehen (captura)
-¿Cuál es la visión cristiana en este contexto?
-En alemán, en la Misa no se dice “Körper de Cristo”, sino “Leib de Cristo”. Con la muerte, mi cuerpo desaparece, pero yo permanezco. Hildegarda de Bingen habla de una amistad entre el cuerpo y el alma. Quien hiere el cuerpo, hiere al todo. Si intervengo en mi cuerpo como si fuera un territorio ajeno, me convierto en mi propio comandante, lo cual es una idea absurda.
-Pasemos al tema de la virginidad y el matrimonio. ¿Son dos caras de la misma moneda?
–Ida Friederike Görres (1901-1971), una austriaca de madre japonesa, acuñó una hermosa frase: “La virginidad y el matrimonio: dos utopías”. Muchos interpretan la promesa del celibato como una especie de imperativo. Eso es útil, porque necesitamos barreras de seguridad para conducir correctamente por la carretera. Sin embargo, la madurez se adquiere con el tiempo. A eso se refería con “utopía”.
»No obstante, yo lo vería de otra manera: utopía significa que nunca se alcanza. Por eso diría que es un objetivo, similar a los grandes ideales del Sermón de la Montaña. Lo que Jesús nos pide parece prácticamente imposible, pero crecer para alcanzar ese objetivo tiene sentido, porque nos da fuerza. Cada imperativo nos brinda la fuerza para lograrlo.
»El Papa Benedicto decía que no sólo se nos da una tarea, sino también el don para llevarla a cabo. En este sentido, la virginidad es más bien una promesa hecha con la esperanza de que Dios me guíe hacia ese objetivo.
-A menudo, el celibato de los sacerdotes se ve sólo en relación con aspectos funcionales, por ejemplo porque así tienen más tiempo. Pero ¿es realmente esa una razón suficiente?
-Por supuesto, hay argumentos funcionales: un sacerdote sin familia es más independiente y menos susceptible al chantaje. Si tengo una familia, soy vulnerable ante presiones en sistemas totalitarios. Debo pensar en mis hijos y en mi esposa. Por eso, el celibato tiene su utilidad, es cierto.
»Sin embargo, es una imposición que no podría vivirse si Cristo no lo hubiera vivido también. No sólo es posible vivirlo, sino que, en el fondo, no falta nada al hacerlo. Benedicto decía: “El Señor no quita nada que sea bueno”. Quien renuncia al matrimonio recibe otro regalo, no menos, sino más, el ciento por uno del que habla el Evangelio.
»Este don a menudo sólo se revela cuando se pone en práctica. Es un desafío que proviene del mismo Cristo, que Él mismo cumplirá. Esa es la profunda esperanza de la que habla la Iglesia.
-¿Cómo se relaciona el matrimonio con esto?
-La vida en pareja puede ser muy satisfactoria, pero también puede volverse monótona. Muchos experimentan que la profunda unión inicial se desvanece en la rutina cotidiana. Aquellos que viven solos también pueden experimentar un amor profundo, espiritual y amistoso. El eros no se reprime, sino que se transforma. Platón describe en el Simposio que el eros encuentra su plenitud cuando trasciende lo físico. El celibato apunta a esta dimensión espiritual. En el Apocalipsis encontramos la imagen de la novia que espera y del novio que llega. Sin embargo, es difícil de representar, ya que el sacerdote espera como hombre al Señor.
»Incluso quienes viven solos involuntariamente pueden experimentar un gran amor a través de Dios. El Espíritu Santo actúa precisamente cuando nuestras propias fuerzas se agotan. Uno no puede lograrlo por sí mismo, pero entonces llega una nueva fuerza.
-¿Qué importancia tiene Romano Guardini hoy en día?
-Romano Guardini es un genio. Fue uno de los grandes pensadores del siglo XX. Guardini tiene el don de leer e interpretar las afirmaciones de las Escrituras, que nos son totalmente familiares, desde una profundidad humana. ¡Qué luz y comprensión comienzan a brillar de repente! Eso es lo que hizo en Berlín. Hablaba en la universidad, en aulas repletas, ante personas que en su mayoría no eran cristianas. Existen muchas maneras de hablar sobre la figura de Jesús, pero su libro El Señor es una obra maestra. Es un análisis minucioso que revela los matices ocultos en la figura de Jesús o en los Evangelios, en realidad como hacía San Pablo.
»Guardini se refiere al Creador y, más aún, al Redentor. Demostró que la hora de Nazaret es más grande que la hora en que Dios dice: “Hágase”. Con el “fiat” de María, su sí a Dios, surge algo nuevo.
-¿Cómo veía él la naturaleza y la creación?
-Para Guardini, la creación es más que la naturaleza. Es una tarea y una misión. El ser humano no debe limitarse a conservar, sino que debe configurar, continuando el proceso de creación. Él nunca diría que la creación debe simplemente conservarse, como si el ser humano debiera preservarla como un espacio salvaje. Guardini es un pensador del futuro. No se pregunta qué se debe evitar, qué no debe hacer, dónde está el límite, sino: ¿cuál es mi misión, la misión creadora de cultivar el jardín, qué debo cambiar?
»El ser humano es jardinero, pero también debe trabajar con la creación. Guardini nunca habló de retirarse a un mundo idílico. La verdadera tarea era una labor cultural. El ser humano debe crear cultura.
-¿Qué pensaba Guardini sobre la Iglesia?
-Estaba convencido de que la Iglesia no está terminada, sino en proceso de formación. La historia de la salvación no ha concluido hasta hoy. Por eso decía a los jóvenes: “¡Ahora os toca a vosotros! Tenéis algo que hacer por encargo de Dios“.
-¿Tiene esto algo que ver con el Camino Sinodal?
-Éste se ha vuelto muy superficial. Yo participé en él, pero decidí retirarme con otros. Alemania tiene un don, pero al mismo tiempo la tentación extrema de querer regular todo mediante el orden externo. Estructura es la palabra mágica, aunque no aparece ni una sola vez en el Nuevo Testamento.
»En el Camino Sinodal se ha intentado cambiar las estructuras. No es algo negativo, pero es secundario. La conversión del corazón no tiene nada que ver con la estructura. Sin una conversión interior, las estructuras quedan vacías. Y sin personas que asuman la responsabilidad, no tienen efecto. Las estructuras cobran sentido si van acompañadas de una conversión fundamental de uno mismo.