Pablo Scarpellini Los Angeles
Actualizado
A Carol todo el mundo la quiere en su pueblo, Kennett, una localidad rural de unos 10.000 habitantes al sur de Missouri. Durante casi 20 aos ha estado repartiendo caf, tostadas y abrazos en el diner local. Por eso el revuelo fue maysculo cuando se supo que los agentes federales de Inmigracin se la haban llevado en una de sus habituales redadas.
El pasado 4 de junio la dejaron en libertad tras ms de un mes entre rejas, amparada por un programa que permite a ciudadanos de Hong Kong y otros pases acogerse a un refugio temporal por miedo a regresar a una situacin de peligro en sus lugares de origen. Pero Ming Li Hui, su verdadero nombre, an tiene una situacin migratoria complicada. “De ninguna manera estamos a salvo”, deca su abogado, Raymond Bolourtchi, al diario The New York Times. “Pero es un alivio”.
Hace 20 aos lleg a Estados Unidos con un visado de turista que dej caducar para buscarse una vida mejor. En esas dos dcadas ha tenido tres hijos, ha echado races y se ha ganado el respeto de una comunidad donde el 80% vot por Donald Trump el pasado mes de noviembre. Muchos, sin embargo, no esperaban que la campaa de deportaciones masiva de Donald Trump se fuera a llevar por delante a gente como Carol, como todo el mundo la conoce en el pueblo.
La realidad est demostrando ser mucha ms cruda. En los cuatro meses que han transcurrido desde el comienzo del segundo mandato del republicano, las historias de arrestos inslitos y sin las debidas garantas procesales se suceden casi a diario. Las ltimas redadas del fin de semana en una de las ciudades santuario por antonomasia, Los ngeles, no han hecho ms que exacerbar el sentimiento de frustracin y miedo entre las comunidades de inmigrantes, especialmente entre los hispanos.
Las nuevas consignas parecen claras: no detenerse ante nada en su deliberada cacera de inmigrantes, incluyendo redadas en cafeteras, restaurantes, fbricas, tiendas, iglesias o ceremonias de graduacin. Martir Garca-Lara, un nio hondureo de 9 aos, dej de ir a su colegio en Torrance, al suroeste de Los ngeles, y sus compaeros y profesores comenzaron a buscarle sin una idea clara de dnde poda estar.
Seis das ms tarde, autoridades federales confirmaron que haba sido arrestado junto a su padre y llevado al edificio federal del centro de Los ngeles donde se llevan produciendo protestas y disturbios desde el viernes. Ahora estn en Texas, detenidos y esperando a ser deportados a Honduras, sin derecho a un abogado ni a un juez que escuche su caso.
“Lo que est pasando no tiene precedentes”, asegur el lunes la alcaldesa de Los ngeles, Karen Bass, compartiendo el caso de una mujer guatemalteca que lleva tres das buscando a su marido, arrestado el viernes en una fbrica de ropa por agentes del ICE. Describi, adems, el caso de una familia que se present a su cita con el Departamento de Inmigracin para mantener su estatus legal en EEUU, y fueron detenidos los cuatro. “Esta es la clase cosas que estn pasando en nuestra ciudad ahora”, haciendo nfasis en “el nivel de miedo que se ha instalado en esta comunidad”, con gente que no sabe si irn a por ellos “a su casa o al lugar de trabajo, si deben llevar a sus hijos en el colegio o no”.
Yurien Contreras lleva das buscando a su padre, Mario Moreno. Y Gabriel a su hermano Jacob, detenidos ambos en Ambiance Apparel, la fbrica de ropa del centro de Los ngeles donde se desataron los primeros incidentes entre agentes del ICE y ciudadanos tratando de impedir el operativo el pasado viernes. “Fui testigo de cmo esposaron a mi padre, lo encadenaron de la cintura y de los tobillos”, dijo Contreras en una rueda de prensa el lunes. “Mi familia y yo no hemos tenido comunicacin con mi padre. No sabemos nada. Nos estn secuestrando”.
Jos Ortiz llevaba 18 aos trabajando en en esa empresa. “l siempre estuvo aqu. Era un trabajador leal”, dijo su hija Sara Ortiz. “Es alguien que entreg su vida a esta comunidad y a su trabajo”.
Son parte de los 118 arrestados esta semana, de acuerdo a las cifras del Departamento de Seguridad Nacional, muchos de ellos sin antecedentes penales, como admiti el propio zar de la frontera de Trump, Tom Homan, el mismo que amenaz con detener a cualquier que obstaculizase las redadas incluyendo al gobernador de California.
De ah el mensaje apasionado y directo de Gavin Newsom. “Quita tus manos de encima de esta pobre gente que solo est tratando de vivir sus vidas, hombre, pagando sus impuestos, que han estado aqu diez aos. El miedo, el terror. Quin demonios es este tipo? Ven a por m. Arrstame. Terminemos de una vez con esto, tipo duro. Me importa un carajo. Pero me importa la comunidad”.
