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Por Ruth Graham / The New York Times
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WACO, Texas — En una hermosa mañana de domingo a principios de septiembre, docenas de jóvenes de Waco iniciaron su día en la Iglesia Grace. Varones recibían a los visitantes en la puerta y repartían boletines. Cuatro de los cinco músicos en el escenario eran varones. También lo era el pastor que pronunció el sermón y la mayoría de los estudiantes universitarios en las primeras bancas.
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“Estoy muy agradecido por esta iglesia”, dijo Ryan Amodei, de 28 años, a la congregación antes de que un segundo pastor, Buck Rogers, lo bautizara en el santuario. La Iglesia Grace, una congregación bautista del sur, es en muchos sentidos una iglesia evangélica ordinaria. Sin embargo, sus líderes han notado durante varios años que los hombres jóvenes superan en número a las mujeres jóvenes en sus bancas. Cuando abrió un pequeño recinto adicional cerca de Robinson el año pasado, 12 de los 16 jóvenes que asistían regularmente eran varones.
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“Hemos estado hablando de ello desde el principio”, dijo Phil Barnes, pastor de esa congregación, la Iglesia Hope. “¿Qué está haciendo el Señor? ¿Por qué nos envía a todos estos jóvenes varones?”.
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La dinámica en Grace refleja una nueva verdad: por primera vez en la historia moderna de Estados Unidos, los hombres jóvenes son ahora más religiosos que las mujeres jóvenes. Asisten a servicios religiosos con mayor frecuencia y es más probable que se identifiquen como religiosos.
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Entre los cristianos de la Generación Z, esta dinámica se está desarrollando de manera clara: los varones se están quedando en la iglesia, mientras que las mujeres se están yendo. La membresía de la iglesia tiene años de estar disminuyendo en EU. Pero dentro de la Generación Z, casi el 40 por ciento de las mujeres ahora se autodescriben como no afiliadas religiosamente, en comparación con el 34 por ciento de los hombres, arroja una encuesta realizada el año pasado a más de 5 mil estadounidenses por el Centro de Encuestas sobre la Vida Estadounidense del American Enterprise Institute.
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En todos los demás grupos de edad, los hombres tenían más probabilidades de no estar afiliados. Esto coincide con investigación que ha mostrado que las mujeres han sido consistentemente más religiosas que los hombres.
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Los hombres y mujeres de la Generación Z también siguen trayectorias divergentes en casi todas las facetas de sus vidas, incluyendo educación, sexualidad y espiritualidad.
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Las mujeres jóvenes siguen siendo espirituales, arrojan encuestas sobre la vida religiosa. Pero alcanzaron la mayoría de edad cuando el movimiento #MeToo abrió una conversación nacional sobre el acoso sexual y el abuso de género, que inspiró exposiciones generalizadas de abuso en entornos eclesiásticos bajo el hashtag #ChurchToo. Y la abrogación en el 2022 de Roe v. Wade, el fallo de la Suprema Corte de Estados Unidos en 1973 que establecía un derecho constitucional al aborto, impulsó a muchas de ellas a comenzar a prestar más atención a los derechos reproductivos.
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Los varones jóvenes tienen preocupaciones diferentes. Tienen menos educación que sus pares femeninos. En las principales ciudades, incluyendo Nueva York y Washington, ganan menos. Al mismo tiempo, valoran más la vida familiar tradicional. Los hombres jóvenes sin hijos son más propensos que las mujeres jóvenes sin hijos a decir que quieren ser padres algún día, por un margen de 12 puntos porcentuales, reveló una encuesta realizada el año pasado por Pew.
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Los jóvenes varones en las iglesias Grace and Hope “buscan liderazgo, buscan claridad, buscan significado”, dijo Bracken Arnhart, pastor de la Iglesia Hope.
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La creciente brecha de género tiene el potencial de dar nueva forma no solo a la religión, sino también a la vida familiar y la política. En una encuesta de The New York Times/Siena realizada en seis Estados indecisos en agosto, los hombres jóvenes favorecían al expresidente Donald J. Trump por 13 puntos, mientras que las mujeres jóvenes favorecían a la Vicepresidenta Kamala Harris por 38 puntos, una brecha de 51 puntos mucho mayor que en otros cohortes generacionales.
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Es demasiado pronto para saber si esta tendencia en la asistencia a la iglesia indica un realineamiento a largo plazo, dijo Russell Moore, director editorial de Christianity Today.
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“No estoy seguro de cómo será la vida de la iglesia con una presencia cada vez menor de mujeres”, dijo, señalando que históricamente han sido fuerzas cruciales en el trabajo misionero y el voluntariado. “Necesitamos tanto madres como padres espirituales”.
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Kitron Ferrier es estudiante de último año en la Universidad de Baylor, en Waco, de donde la Iglesia Grace atrae a jóvenes asistentes. Ferrier, de 21 años, asiste a dos cultos la mayoría de los domingos. En la mañana va a una gran iglesia en Waco popular entre los estudiantes. En la tarde suele asistir a la Iglesia Hope.
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Seguir a Jesús es difícil, dijo Ferrier. “Se trata de negarte a ti mismo y negar los deseos de la carne”, dijo. Aprecia una iglesia como Hope, donde los líderes son francos acerca de la intensidad del autosacrificio que él considera un requisito para la fe cristiana. “Los hombres jóvenes son atraídos por las verdades más duras”, dijo Ferrier. A veces, añadió, quiere escuchar mensajes con un poco de “ira de Dios”.
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Durante décadas, muchas iglesias y ministerios estadounidenses han asumido que hay que cortejar a hombres como Ferrier para que vayan a la iglesia y lleven una vida correcta. Los pastores enfatizaban la masculinidad de Jesús, y los ministerios para hombres como Promise Keepers exhortaban a sus seguidores a acoger sus roles como esposos y padres.
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Derek Rishmawy, que dirige un ministerio en la Universidad de California, en Irvine, dice que algunos jóvenes a los que asesora perciben el cristianismo como “una institución que no es inicial y formalmente escéptica respecto de ellos como clase”, dijo. “Les estamos diciendo: ‘estás destinado a vivir una vida significativa’”.
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El compañerismo estaba evidente después del culto dominical en Grace el mes pasado. Un círculo de jóvenes permaneció en el santuario, hablando y riendo. Will y Andrew Parks, dos trillizos que cumplirían 21 años en unos días, conversaban con recién llegados.
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“Hay tantos chicos realmente buenos que literalmente siempre están aquí para ayudarte”, dijo Andrew Parks, quien tiene varios años de asistir a Grace. A Parks, estudiante de ciencias computacionales, le gustaría casarse y tener hijos algún día. Primero, quiere conseguir un trabajo donde gane lo suficiente para mantener a una familia.
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La Convención Bautista del Sur, la denominación protestante más grande de EU a la que pertenece la Iglesia Grace, continúa debatiendo ferozmente el lugar de las mujeres en el liderazgo y la vida familiar. La declaración de fe de la denominación dice que sólo los hombres pueden servir como pastores y que la esposa debe “someterse con gracia” a su marido. En su reunión anual de este verano, los delegados votaron a favor de condenar el uso de la fertilización in vitro.
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Las discusiones en otras instituciones cristianas sobre el papel de la mujer se han prolongado durante décadas. Y al parecer, las mujeres jóvenes están dejando atrás los debates y saliendo por la puerta.
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Alrededor de dos tercios de las mujeres de 18 a 29 años dicen que “la mayoría de las iglesias y congregaciones religiosas” no tratan a hombres y mujeres por igual, encontró el Survey Center on American Life. Las mujeres jóvenes están haciendo más preguntas que sus antepasadas, dijo Beth Allison Barr, historiadora de Baylor. “Esta generación está definitivamente más consciente de la falta de mujeres en el liderazgo”.
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Sin embargo, abrir más roles oficiales a las mujeres tal vez no las recupere: muchas de las denominaciones liberales más importantes que ordenan a mujeres como pastoras están en fuerte declive.
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Becca Clark, estudiante de posgrado en trabajo social en Baylor, creció en un hogar bautista del sur y disfrutaba de la iglesia. Pero en la preparatoria se sintonizó más con las cuestiones relacionadas con el género y la sexualidad. A medida que su política giró a la izquierda, comenzó a sentirse menos cómoda en el tipo de iglesias en las que creció, donde, dijo, los homosexuales y el racismo eran tratados como chiste. Clark, de 22 años, es heterosexual, pero casi tres de cada 10 mujeres de la Generación Z se identifican como pertenecientes a la comunidad LGBTQ+.
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“No puedo ir a un lugar de culto y saber que la persona que está a mi lado piensa que los homosexuales van a arder en el infierno”, dijo Clark. “Todavía creo en Dios y en Jesús y todo eso, simplemente me cuesta nombrarme cristiana”.
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En las encuestas, las mujeres como Clark son comunes. Aún obtienen puntuaciones más altas que los hombres en medidas de espiritualidad y apego a Dios, sugiriendo que no necesariamente están abandonando sus creencias internas, dijo Sarah Schnitker, profesora de psicología y neurociencia en Baylor.
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Pero, dijo, “están abandonando la práctica religiosa tradicional”.
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“Buscan claridad, buscan significado”.
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bracken arnhart
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pastor de la Iglesia Hope
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