Una voluminosa melena rubia al estilo de los 70, sombras metálicas, labios rojos y trajes brillantes, así es como, desde 1989, Saúl Armendáriz, mejor conocido como Cassandro El Exótico, sube al cuadrilátero en cada una de sus peleas. No solo es un espectáculo, el luchador se ha encargado de dar visibilidad a la comunidad LGBT+ a través de uno de los deportes más arraigados a la cultura patriarcal en México: la lucha libre.
El estreno de su película biográfica, protagonizada por Gael García Bernal, ha dado un nuevo aire al nombre de Cassandro, desconocido por muchos, pero importantísimo como icono LGBT+ en la lucha libre. El filme dirigido por Roger Ross Williams es una síntesis de la fascinante vida de Armendáriz, quien ha trascendido su profesión de luchador para convertirse en activista y portavoz en contra de la homofobia.
La historia de Cassandro, nacido con el nombre de Saúl Armendáriz, se remonta al año 1970 en El Paso, Texas, donde nació. Al tratarse de una ciudad fronteriza, no es extraño que la fusión cultural haya permeado el desarrollo de Saúl, quien creció viendo en la televisión las películas de El Santo, pero nunca imaginó ser luchador profesional de lucha libre. Según contó en una entrevista durante el programa Experiencias, conducido por El Hijo del Santo, primero terminó una carrera técnica como asistente médico para después dedicarse de lleno al deporte, entrenando en un gimnasio de Ciudad Juárez, que colinda con El Paso.
Cassandro El ExóticoPeter Macdiarmid/Getty Images
El luchador también ha contado que supo sobre su identidad sexual desde muy temprana edad, un hecho que parecía no empatar con una profesión en la que la masculinidad tradicional era la única que obtenía respeto de parte de sus colegas y espectadores, mientras que aquellos que encarnaban una masculinidad no homogénea eran objeto de burlas y ridiculización.
Y es que la lucha libre es un deporte que implica algo más que un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Los luchadores son categorizados como rudos y técnicos; los primeros encarnan el papel de un villano, mientras que los segundos son héroes del cuadrilátero, hay rivalidades y teatralidad en cada encuentro. En medio de esta dinámica, en los años cuarenta, surgieron los exóticos, púgiles vestidos de color rosa, que saludaban al público lanzándoles flores, incluso se cuenta que el exótico estadounidense conocido como Gorgeus George rociaba Chanel Nº 5 en el ring. En México, se sabe que el primer luchador exótico fue Raúl García Salazar, El Bello Greco.
En los años 80, estos luchadores obtuvieron notoriedad en la lucha libre mexicana, fue entonces cuando Saúl Armendáriz decidió retirarse la máscara que había usado hasta entonces, mientras aún era entrenado por Rey Misterio, portando el título de Míster Romano. Primero lo nombraron Rosa Salvaje en 1989, después vino Cassandro, una identidad que ‘no representa ni dama ni hombre’, le contó a El Hijo del Santo, ‘como exótico, yo quería ser algo fino y representar la lucha libre mexicana como un verdadero gay, no como los exóticos que nada más hacían las mariposas y daban besos. Yo quería ser un digno representante tanto del movimiento gay, como de los exóticos’.
La vida de Cassandro no ha sido ajena a la discriminación, ni problemáticas relacionadas con la salud mental. Si bien su madre siempre fue un pilar de apoyo emocional, su padre lo rechazó debido a sus preferencias sexuales. En el ambiente de la lucha libre, sufrió de agresiones de parte de sus colegas, hecho que lo llevó a desarrollar adicción a las drogas y el alcohol. En 1991, se aplazó la pelea que tendría con El Hijo del Santo en Ciudad de México debido a un intento de suicidio a causa de la presión que sentía en ese momento de su carrera, Armendáriz asegura que fue un autosabotaje. Este hecho se muestra en su película biográfica de forma simbólica, en una lucha donde el peleador cae y se levanta gracias a los brazos del público.
En la charla TED que el luchador ofreció en 2018, explicó que el rechazo a raíz de su homosexualidad, fue la razón por la que se convirtió en un estandarte, no solo para luchadores exóticos, sino para la comunidad LGBT+. ‘Por algo me hice activista, por algo me hice guerrero, porque no puedo soportar más el machismo’.
Cassandro es un personaje de luces y sombras. Ha sido abierto en cómo llegó a catapultarse hacia lo más alto, pero también ha tocado fondo debido a sus adicciones que se agravaron tras la muerte de su madre en 1997. En la misma conferencia TED, declaró que su recuperación la había logrado gracias a la espiritualidad, ‘la religión es para aquellos que tienen miedo de ir al infierno, la espiritualidad es para quienes ya atravesaron por él’, expresó.
Además del espectáculo histriónico que Cassandro interpretó en sus enfrentamientos, el peleador es, de hecho, un gran exponente de la lucha libre. Ha sido Campeón Mundial de Peso Welter de la National Wrestling Alliance, Campeón mundial de Peso Ligero de la Universal Wrestling Association y pertenece al Salón de la Fama de AAA.
Dando a conocer su historia a través de documentales y entrevistas de alcance internacional, como el documental Cassandro, El Exótico, que llegó a proyectarse en el Festival de Cannes de 2018, el luchador da visibilidad a la lucha contra la homofobia. Cassandro ha rebasado fronteras desde hace tiempo y ha logrado su cometido: ser un representante de la lucha libre ‘abiertamente gay’.