El nuevo ministro de Salud de la Nación, Mario Lugones, decidió que una de sus primeras medidas oficiales al frente de la cartera sanitaria fuera desplazar de la presidencia del Consejo de Administración del Hospital Garrahan a Oscar Imventarza, que además es jefe del Servicio de Trasplante Hepático del centro de salud, desde 1992, y uno de los profesionales más prestigiosos del mundo en la especialidad.
El motivo por el que el ministro le quitó el cargo administrativo al médico -que ahora sigue al frente de su área específica- es la supuesta decisión inconsulta de otorgar por única vez un bono de 500 mil pesos a unos 3.000 profesionales del hospital. Es decir, una erogación total que llega a los 1.500 millones de pesos y que para el sucesor de Mario Russo merecía ese correctivo.
Clarín intentó en las últimas horas comunicarse tanto con el ministro Lugones como con Imventarza –relevado junto a otros tres directivos-, pero en ambos casos prefirieron el silencio. En el entorno del médico aseguran que no quiere echar más leña a la polémica, aun cuando la historia oficial que se contó sobre el sorpresivo escándalo no haya sido completa y del todo aclarada.
La historia, al menos la que cuentan altas fuentes del hospital consultadas por este medio, es un poco diferente a la que se narró desde el Gobierno. Por un lado, afirman que la ley los exime de tener que pedir autorización al Ministerio de Salud para el pago de un bono. No obstante, aseguran que colaboradores del ahora ex ministro Russo, que siguen en funciones, estaban al tanto de todo. “Estuvieron presentes en la reunión en la que Lugones le pidió la renuncia a Imventarza y no dijeron nada”, contó a Clarín un testigo de lo ocurrido el miércoles por la mañana en una oficina del Ministerio de Salud.
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“Tenemos que empezar a pensar si no es hora de que este Gobierno se vaya”: la arenga de una sindicalista del Garrahan.
El diálogo durante ese encuentro, según describen las mismas fuentes, fue obviamente tenso. El ministro recién llegado cuestionó la decisión del médico de pagar el bono y habría reclamado dar marcha atrás con la medida, pero al parecer administrativamente ya era imposible. El dinero se acreditó en las últimas horas en las cuentas de los beneficiarios.
Una de las cuestiones que repiten los que conocen los manejos financieros del Garrahan es que los fondos utilizados para el pago del bono no provenían del presupuesto que sustentan Nación y Ciudad (con el 80 y 20 por ciento, respectivamente), sino de “dinero genuino” producto de la facturación del centro de salud.
Imventarza y el resto del Consejo habían asumido su gestión a comienzos de año y en el entorno aseguran que la relación con las autoridades del actual Gobierno era buena. Por eso, la decisión intempestiva de Lugones cayó como un balde de agua fría. Y por eso, también, se presume que las autoridades salientes optaron por no subir la apuesta, a la espera de que la espuma baje.
A los fines prácticos, la nueva administración nombrada por Lugones para que quede al frente del Garrahan es gente que oportunamente puso Imventarza en roles clave, y que trabajaba codo a codo con él. Es parte del equipo que, según afirman en el hospital, entre otras mejoras logró que la facturación del centro de salud creciera más de un 400 por ciento en el último año.
¿Cómo factura un hospital público? Cobrándoles a las obras sociales y prepagas lo que deben cobrarles cuando los pacientes que tienen esas coberturas son atendidos. Las autoridades del Garrahan se enfocaron en esa misión y, también, en actualizar mensualmente con celo los valores de las prestaciones en el nomenclador, ajuste que en el pasado reciente no estaba tan aceitado.
El texto de la ley y una paradoja
El inciso “e” del artículo 17 del decreto 815/89 -estatuto del hospital- explica que entre los recursos destinados a financiar el presupuesto del Garrahan está “el producto de los aranceles por prestación de servicios a los enfermos con sistema de cobertura de atención médica, pública o privada. Estos ingresos tendrán el carácter de genuinos y especiales, con destino a su utilización directa por el ente, independientemente de los recursos presupuestaros que aportan ambas jurisdicciones”.
La paradoja es que esta clase de gestión basada en recursos genuinos, en la que para generar un gasto o una inversión se debe prever de dónde saldrá el dinero, es la que defiende a rajatabla el Gobierno libertario en su política de “déficit cero”. En este caso, al parecer, no hubo margen en el oficialismo para reparar en ese detalle. Todo se redujo al cuestionamiento por un acto que, consumado e irreversible, derivó en el pedido de renuncia de los responsables.
Gente que habló en las últimas horas con Imventarza señala que el cirujano está dolido pero tranquilo, que su decisión tras el escándalo ha sido mantener el perfil bajo para concentrarse en la tarea médica, y que lo más importante para él es que 3.000 profesionales de la salud del Garrahan hayan cobrado el bono de 500 mil pesos en pos de aplacar el grado de conflictividad salarial creciente que imperaba en el hospital pediátrico más importante del país.
PS