A muchos de vosotros no os gusta esto de las nacionalizaciones en el atletismo: Jordán Díaz, Yulennis Aguilar, Ndikumwenayo… A mí tampoco me entusiasma, pero España no puede ser una excepción. Y no lo es.
Hay gente a la que no le gusta (lo sé). Tampoco es una cosa que a mí me entusiasme esto de las nacionalizaciones. Pero si se hace en todos los países, España no podía ser diferente. Por eso cada nacionalización es un regalo de cumpleaños siempre y cuando sean nacionalizaciones de calidad como esta última, la de la lanzadora de jabalina cubana, Yulenmis Aguilar (Bayaco, Cuba, 1996), que refuerza las opciones de medalla para España en los JJOO. O la de Jordan Díaz (La Habana, 2001) que es un animal del triple salto. O la de esa joyita de Burundi: Ndikumwenayo, que ya logró su nacionalización. Y no me olvido de la maratoniana Majida Maayouf (Marrruecos) que se batirá el cobre con nuestro uniforme en París, ni de Likina Amebaw (Etiopía) que espera respuesta.
Porque todo esto son balas y más contratos a tiempo completo para el atletismo español. Desde el año 2000, se han nacionalizado más de 100 deportistas en España. Y no hay nada que contestar porque estos son los nuevos tiempos. Por eso lo aceptamos con el entusiasmo natural con el que el Madrid recibiría el fichaje de Mpbape. Y por eso una hipotética medalla de Yulennis Aguilar en los JJOO la celebraremos igual que si la consigue Asier Martínez. Al fin y al cabo, suman lo mismo y el pasado ya no importa. Sólo hay que recordar que nadie elige donde nace y que, de la misma manera que uno cambia de domicilio, también puede hacerlo de país.
Parece una operación muy comercial e interesada, pero ¿quién no se mueve por interés en este mundo? Por eso, una vez que se aprueba en Consejo de Ministros y se publica en el BOE, vamos a muerte con estos atletas que defienden la bandera de España. De hecho, ya lo fuimos con Orlando Ortega en los JJOO de Río o con Benjamín Lino en los de Atenas, porque somos gente inteligente. Con ellos tenemos opciones de ganar partidos que, de otro modo, ni jugaríamos. Es más, a este paso, no podemos descartar que algún día España se convierta en una potencia mundial de atletismo. Hay que darle tiempo pero nosotros, como los políticos, tampoco renunciamos a nada.
Qué duda cabe que para la cantera esto complica la vida. Pero tiene su lógica. Cada vez todo es más difícil en la vida y en el atletismo no podíamos ir en contra. También hay gente que dice que ya estamos cansados de llevar comparsas a los grandes campeonatos, atletas que no tienen casi ninguna opción de pasar la primera ronda. Y tienen su parte de razón. Y si entra materia prima como Jordan Díaz, Yulenmis Aguilar, si entrase Kwizera…, en principio, reduces esa posibilidad. Pero por eso mismo las nacionalizaciones, como los fichajes en el fútbol, te deben ofrecer el gol que no tienes.
En este caso, no hay que pagar dinero. Sólo hay que llegar a un acuerdo: yo te doy a cambio de lo que tú me das. Pero sea como sea, te entusiasme en mayor o menor medida, es un fenómeno imparable que cada año recoge mejor materia prima. En el pasado, cuando yo era chaval, ya nos pasaba con Sandra Myers. Nos daba una calidad que aquí no existía. Desde entonces, aprendimos que la calidad también se puede ir a buscar. Y es justo lo que está pasando con esta corriente de nacionalizados que, además, aseguran que aman nuestro país desde que tienen uso de razón. Albert Einstein dijo lo mismo, pero de otra forma:
-Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.
