
El SC Magdeburgo se proclamó, el pasado fin de semana, campeón de la EHF Champions League de balonmano.
Su segundo título en tres años. Un logro que, hasta ahora y desde que se disputa el formato Final Four en Colonia (Alemania) a partir de 2010, solo había estado al alcance del THW Kiel (2010 y 2012) y el Barça, que ganó tres títulos en cuatro años (2021, 2022 y 2024).
Pero centrándonos de nuevo en la Champions de este año, es cierto que los de Bennet Wiegert no llegaban a la F4 con la vitola de favoritos pero, repasando su trayectoria de esta temporada, lo cierto es el título logrado por el conjunto germano podría calificarse, canto menos y sin exagerar, de increíble gesta.
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Y es que, para hacernos una idea, el SC Magdeburgo arrancó la segunda vuelta de la fase de grupos, a finales del pasado mes de noviembre, con una sorprendente derrota en pista del HC Zagreb (22-18), lo que le dejaba, tras la 8ª jornada, en la 7ª y penúltima posición del grupo B (solo se clasificaban para las eliminatorias los seis primeros), con solo 5 puntos.
De hecho, las cosas ya no empezaron nada bien para los alemanes que ya cayeron en la primera jornada en pista de Pick Szeged (31-29). A pesar de que en la siguiente pareció que remontaban, tras ganar al Kolstad por un claro 33-25, nada más lejos de la realidad.
Los de Wiegert encadenaron cuatro jornadas sin ganar, con un empate en casa del Aalborg (33-33) y tres derrotas consecutivas: en casa ante el Kielce (26-27) y el HBC Nantes (28-32) y en el Palau Blaugrana frente al Barça (32-26).
Curiosamente, fue una victoria ante los azulgrana en la 9ª jornada (28-23) la que dio ‘alas’ a un Magdeburgo, que, a pesar de caer en Nantes (29-28) firmó un tramo final de fase de grupos al nivel que realmente se esperaba de ellos, con tres victorias en las últimas cuatro jornadas, para acabar en una más que engañosa cuarta posición del grupo.
El ‘tapado’. Todo un ‘regalo envenenado’ camino de la Final Four, tal y como comprobaron tanto el Dinamo de Bucarest en la eliminatoria previa a cuartos y, sobre todo, el Veszprem, uno de los grandes favoritos al título, que cayó eliminado en una ajustada eliminatoria por 55-54 (26-26 en Alemania y un sorprendente 27-28 en Hungría).
Una vez en Colonia, el Magdeburgo volvió a verse las caras con el Barça en semifinales, al que derrotó por un ajustado 31-30 en el último segundo tras un igualado encuentro marcado por un polémico arbitraje.
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En la gran final, los de Bennet Wiegert también cedieron el cartel de favoritos a un Füchse Berlín que, a pesar de haber ganado la Bundesliga pocos días antes y de contar en sus filas con el considerado mejor jugador del mundo, Mathias Gidsel, acabaron sucumbiendo ante el Magdeburgo por un sorprendente 32-26, logrando un título por el que realmente pocos apostaban hace tan solo unos meses.
La magia del balonmano. La magia de la EHF Champions League.