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¿Cómo, cuándo y dónde nació la siesta? Las curiosidades que nunca te habían contado

Autor: Pablo Casal

El placer de poder disfrutar de un rato en el sofá o la cama durmiendo plácidamente antes o después de comer es inmenso, aunque no todo el mundo lo practica, bien porque los compromisos y horarios laborales se lo impiden o porque, según sus palabras, no les gusta dedicar ese tiempo a echar una cabezadita. Hoy nos preguntamos cuál es el origen y rendimos homenaje con muchas curiosidades a la siesta, que ha dado la vuelta al mundo y es una de nuestras costumbres mejor valoradas. 

¿Cuánto, cuándo, cómo y dónde preferimos dormir la siesta? 

Parecen demasiadas preguntas, pero ya Dani Rovira en uno de sus primeros monólogos aseguraba con mucho sentido del humor que sus siestas en Málaga podían ser tan largas que al despertarse miraba el calendario, en lugar del reloj. Son muchos los expertos que coinciden en que la duración no debe extenderse más allá de los 45 minutos o la hora, ya que son más los beneficios para el cerebro si son más cortas y tampoco influyen en el insomnio durante la noche. 

Ese rato de descanso tiene varias ubicaciones preferidas, aunque en una encuesta rápida realizada en esta misma redacción gana por mayoría aplastante el sofá ante la alternativa de la cama, que preferimos dejarla para el sueño nocturno. En cuanto a lo que nos acompaña, las respuestas son múltiples, ya que podemos hacerlo en silencio, con sonidos relajantes, música, una película a la que no tengamos que prestar demasiada atención o los documentales. 

Normalmente, sentimos la necesidad de reposar después de comer por esa sensación de pesadez en el estómago y los ojos en las primeras horas de la tarde, pero a veces preferimos disfrutar de este placer antes de comer, al mediodía, en la conocida como ‘siesta del borrego’ o ‘canóniga’, por una razón que veremos más adelante. Lo que está claro es que a todas las personas que nos gusta “practicar este deporte nacional”, buscamos el hueco en la agenda, siempre que sea posible. 

También decimos que echamos “una cabezadita” y volviendo al dónde, al lugar en concreto, a veces aprovechamos para dormir ese ratito en el coche, el autobús o el tren, incluso unos minutos antes de llegar al trabajo. Además, ya hay hoteles que permiten hacer una reserva por horas en las horas centrales del día y restaurantes que tienen habitaciones para recuperarnos de una comida copiosa. 

El legado de un santo que como fraile nos dejó la siesta como herencia

El origen de la siesta nos lleva a la antigua Roma y a la traducción del latín de “la hora sexta”, ubicada en el reloj entre las 2 y las 3 de la tarde y en la que, según el portal ‘Chollocolchón’, “los jornaleros romanos se iban a descansar”, pero en un reportaje de ‘Telemadrid’, el cómico Pedro Llamas narra con mucho detalle la historia de San Benito, fraile antes de ser canonizado y lo hace desde la parroquia dedicada a su figura en Madrid. 

Según nos cuenta, este monje se dio cuenta de que sus compañeros no cumplían con fidelidad con un orden a la hora de llevar a cabo los quehaceres del día a día, así que ideó una regla, algo que en un primer momento no gustó mucho a su grupo y le habrían intentado envenenar, con lo que se marchó a Roma. Allí, después de organizar el resto de obligaciones, fijó en esa “hora sexta” la norma de “descansar en silencio, cada uno en su cuarto”. 

Ahora, los fieles que rezan a este santo tan generoso con el descanso y también tan organizado para llegar a todo, le piden gracia y protección en situaciones difíciles, pero nosotros también queremos darle las gracias por dejarnos tan importante herencia y legado, ya que aunque pueda haber evolucionado, la esencia de la siesta y su horario más común siguen estando intactos. 

Bendita la siesta para aquellos que puedan disfrutarla

Está claro que no siempre es posible caer rendidos por un espacio temporal corto ante Morfeo durante el día, pero si se puede, se disfruta y si no que se lo digan a los tantos países del sur de Europa, de África, Asia y Latinoamérica que han importado esta tradición popular tan típica de España que una de las preguntas más buscadas es “por qué los españoles tomamos siesta”. 

Es curioso que, más allá de que nos hayamos pasado de la raya y del consejo de los que saben con el tiempo, hay días en los que no podemos dormir durante la noche y, sin embargo, descansamos conscientemente en ese momento del día, soñando y hasta apagando varias veces el despertador para cumplir con esa regla de “cinco minutos más, por favor”, también a la hora de la siesta. 

Como época del año favorita, porque también así lo hemos consultado, suele ganar el verano, porque influye el factor del calor cuando llega la tarde y también solemos tener más tiempo libre o vacaciones, lo que nos lleva a añadir más lugares predilectos para esta práctica: la playa o la piscina. Sea como sea, bendita la siesta para los que somos adeptos, aunque no siempre podamos disfrutarla, que así también la valoramos más cuando se da la posibilidad. 

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