En un contexto de escalada de la violencia política, Donald Trump propone una “hora violenta, realmente violenta” para combatir la delincuencia. Al mejor estilo de la película La Purga, el expresidente y candidato presidencial republicano sugería, en un mitin en Erie, Pensilvania; la posibilidad de que haya un día designado en el que la policía de curso libre a la violencia para combatir el crimen.
Es difícil no hacer una conexión con los hechos del asalto al Capitolio de enero de 2021; y es que es posible encontrar continuidades en la retórica trumpista que exacerban una fase de intensificación de la violencia política, convirtiendo en acciones concretas los que hasta el momento sólo eran discursos.
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En los últimos 12 meses, Estados Unidos ha registrado un total de 192 protestas de grupos extremistas a lo largo de todo el país; en los cuales se han registrado disturbios y ataques a civiles.
El debilitamiento de las instituciones democráticas y la creciente radicalización de las milicias armadas y grupos extremistas son claros síntomas de una inestabilidad que podría estar llevando a Estados Unidos al borde de una fragmentación social comparable a épocas de la guerra civil. La creciente aceptación de la violencia como herramienta política plantea serios interrogantes sobre el futuro de la democracia estadounidense.
La Amenaza de las Milicias y su papel en la contienda electoral
El movimiento de milicias en los Estados Unidos es un fenómeno político de extrema derecha, compuesto por grupos paramilitares y paraestatales que justifican su existencia bajo la “Cláusula de las Milicias” de la Segunda Enmienda de la Constitución. Según un informe de Southern Poverty Law Center (SPLC) hay 1430 grupos extremistas de odio, de los cuales al menos 92 milicias armadas y 488 grupos extremistas contra el gobierno.
Sus acciones, planificadas y ejecutadas, se extienden más allá de las elecciones estadounidenses, y muchos de estos grupos se han formado en reacción a otras crisis en curso, incluidas las órdenes de cierre por la pandemia y los movimientos de justicia social.
Ha habido un realineamiento importante de los movimientos de milicias en los EEUU, desde una postura contraria al gobierno federal en general hasta una postura mayoritariamente partidaria de un candidato, lo que generalmente coloca al movimiento de milicias junto a un partido político. Esto ha resultado en una estrecha conexión entre las identidades de estos grupos y la política bajo la administración Trump, con lo que se ha producido un aumento de la violencia en los últimos años.
Grandes movimientos de milicias de derecha en todos los estados
La presencia de milicias armadas como los Proud Boys, Oath Keepers y Three Percenters, han jugado un papel crucial en los disturbios y la movilización política desde las elecciones de 2020, promoviendo narrativas de fraude electoral y resistencia armada contra el gobierno federal.
Los Proud Boys, con un fuerte perfil mediático, participaron abiertamente en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, defendiendo la reelección de Donald Trump y promoviendo la idea de que la elección fue “robada”. Este grupo, que ha sido catalogado como una organización extremista, ha mantenido su actividad en manifestaciones a lo largo del país, atacando a contramanifestantes y desafiando a las fuerzas del orden.
Por su parte, los Oath Keepers, una milicia compuesta por ex militares y agentes de policía, ha justificado sus acciones bajo la premisa de defender la Constitución frente a lo que consideran un gobierno autoritario. En los últimos años, han sido acusados de planear actividades subversivas y conspirativas, como lo demuestra su implicación en el ataque al Capitolio, donde varios de sus miembros fueron arrestados y procesados.
Los Three Percenters, conocidos por su retórica de oposición al gobierno federal, también participaron en las protestas de 2020 y 2021. Este grupo ha adoptado una postura de resistencia armada, reclamando que el gobierno está infringiendo derechos constitucionales. Como otras milicias, promueven el uso de la violencia como un medio legítimo de acción política, lo cual representa una amenaza directa a la estabilidad democrática.
Encuestas y el Aumento de la Violencia Política
Las encuestas recientes revelan una alarmante tendencia hacia la aceptación de la violencia política. Según un estudio del Chicago Project on Security & Threats, aproximadamente el 20% de la población adulta en Estados Unidos considera que el uso de la violencia podría justificarse para proteger lo que perciben como una democracia amenazada. Este aumento en la disposición hacia la violencia está directamente relacionado con la difusión de teorías conspirativas sobre fraude electoral, promovidas por figuras políticas y medios de comunicación cercanos a los sectores más radicales del espectro político.
Una encuesta realizada en abril por PBS entre republicanos y demócratas refuerza esta tesis. Según los datos, el 28% de los conservadores cree que “es necesario recurrir a la violencia para reconducir el país”, mientras que el 12% de los demócratas encuestados comparte esta opinión.
Un fenómeno global que impacta localmente
La violencia política no es un fenómeno exclusivo de Estados Unidos; países como Argentina y Brasil también experimentan el uso instrumental de la violencia como mecanismo de control y manipulación social. La legitimación del odio y la difusión de desinformación se han convertido en herramientas comunes que alimentan la escalada de tensiones en toda América Latina.
En Argentina, eventos como el intento de magnicidio contra la entonces vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en 2022 y el ascenso electoral de figuras como Javier Milei reflejan el preocupante incremento de la violencia política y los discursos de odio en el país.
Brasil presenta un escenario similar, donde el bolsonarismo ha exacerbado la violencia política, con vínculos alarmantes con grupos como el Comando Vermelho y las Milicias de Río, responsables de actos violentos, incluyendo el asesinato de la concejala Marielle Franco y el hermano de la diputada federal Sâmia Bomfim del PSOL. El asalto a la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia por partidarios bolsonaristas en enero de 2023 guarda una inquietante similitud con la toma del Capitolio en Estados Unidos, ilustrando la magnitud de la radicalización política en la región.
La legitimación de la violencia como práctica política
El camino hacia las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos está marcado por una profundización de la violencia política y la creciente influencia de milicias armadas. La normalización de la violencia como parte del proceso político ha intensificado las divisiones internas del país, elevando significativamente el riesgo de que las próximas elecciones estén acompañadas de conflictos internos.
En lugar de enfrentar las verdaderas causas del malestar social, se adopta una peligrosa estrategia de eliminar al “otro” como si fuera la solución, quebrantando las reglas democráticas básicas que hacen posible la convivencia en sociedad. La legitimación de la violencia parece ser el camino elegido por las facciones de poder más reaccionarias, lo que representa una amenaza directa a la estabilidad democrática.
Es importante reconocer que no se trata simplemente de actos individuales, sino de una estrategia deliberada de fragmentación y desorganización de las clases subalternas. La magnitud de esta escalada violenta deja los llamados a la paz como meras palabras vacías, a menos que vayan acompañados de acciones concretas para construir justicia social y una fuerza popular organizada. Solo mediante la creación de nuevas prácticas, un programa político alternativo y un sentido colectivo diferente será posible enfrentar a quienes buscan normalizar la violencia como medio de disciplinamiento social cotidiano.