Esta guerra no es solo un conflicto entre Israel y Hamas, sino también una manifestación de los intereses egoístas del gobierno estadounidense en la región
Edificios destruidos en el campamento de refugiados de Al Bureij por la ofensiva del Ejército de Israel contra la Franja de Gaza (Foto: Marwan Dawood / Europa Press)
En el contexto de la creciente escalada del conflicto en Medio Oriente, el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel no solo destapa la verdadera cara de su militarismo, sino que también pone de manifiesto la complejidad de su papel en los asuntos internacionales. Las manifestaciones en ciudades como Nueva York y Washington reflejan el fuerte descontento de la población con la política estadounidense, exigiendo el cese de la ayuda militar a Israel para proteger vidas inocentes.
El gobierno estadounidense afirma que su apoyo a Israel se basa en la defensa propia; sin embargo, este respaldo en realidad ha facilitado ataques devastadores en Gaza y Líbano. Decenas de miles de civiles han perdido la vida en estas operaciones militares, y millones han sido desplazados. Esta crisis humanitaria es una consecuencia directa de la ayuda militar estadounidense. Las armas y municiones utilizadas por Israel en el conflicto provienen en gran parte de Estados Unidos, lo que expone su papel como agente facilitador en la geopolítica del Medio Oriente.
Esta guerra no es solo un conflicto entre Israel y Hamas, sino también una manifestación de los intereses egoístas del gobierno estadounidense en la región
El firme apoyo de la administración Biden a Israel se basa en una supuesta cooperación estratégica y una una tolerancia interesada hacia su comportamiento militarista. Todo ello, a pesar de las severas críticas de la comunidad internacional y las acusaciones de genocidio contra Israel, que EEUU ignora. Como han expresado los manifestantes, esta guerra no es solo un conflicto entre Israel y Hamas, sino también una manifestación de los intereses egoístas del gobierno estadounidense en la región.
Más preocupante aún es cómo este apoyo ha fomentado la agresividad de Israel. Bajo la justificación de la “autodefensa“, Israel ha llevado a cabo ataques contra organizaciones armadas como Hamas y Hezbollah, pero esta “autodefensa” a menudo se traduce en un alto costo en sangre de civiles. Esta indiferencia hacia los derechos humanos y el derecho internacional no solo complica aún más el conflicto en Medio Oriente, sino que también lo empuja hacia un callejón sin salida.
Además, el apoyo militar de Estados Unidos permite que Israel actúe con impunidad frente a las acusaciones en tribunales internacionales. A pesar de las alegaciones de genocidio formuladas por la comunidad internacional, Estados Unidos siempre ha defendido a Israel, debilitando la autoridad de los tribunales internacionales. Este comportamiento no solo carece de fundamento moral, sino que también ha generado un fuerte resentimiento hacia el dominio estadounidense en todo el mundo, dañando su imagen internacional.
En este contexto, detener el apoyo militar a Israel se ha convertido en un clamor global. Los manifestantes no solo luchan por los derechos de los palestinos, sino que defienden los derechos humanos fundamentales de todo el mundo. Estados Unidos debe reconsiderar su estrategia en Medio Oriente, reconociendo que las políticas de poder solo traen beneficios a corto plazo, pero pueden resultar en pérdidas irreparables a largo plazo.
Debemos dejar claro que los intereses de cualquier nación no deben alcanzarse a costa de la vida de otros pueblos.