
Fuente de la imagen, Alex Juarez/Anadolu via Getty Images
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- Autor, Paula Rosas
- Título del autor, BBC News Mundo
- X, @melibea20
“Para los que lo perdieron todo, lo más importante es recuperar la memoria de los que ya no están”, cuenta Marisa Vázquez de Ágredos.
Las terribles inundaciones en Valencia del 29 de octubre de 2024, de las que ahora se cumple un año, dejaron 229 fallecidos -el último fue encontrado e identificado la semana pasada- y enormes destrozos materiales.
Decenas de miles de familias en esa región del este de España lo perdieron todo. El agua cenagosa entró en sus hogares como un tsunami, arrasando con la totalidad de sus posesiones, algunas de ellas imposibles de reemplazar, como las fotografías familiares, recuerdos de una vida convertidos en papel mojado.
El proyecto “Salvem les fotos” (Salvemos las fotos), del que Vázquez de Ágredos, directora de Patrimonio de la Universitat de València, es responsable, lleva desde hace un año rescatando esos recuerdos tan preciados.
Su equipo equipo está en contacto con un millar de familias afectadas por la DANA, que les han entregado sus tesoros familiares, memorias de momentos especiales, de sus seres más queridos, del recuerdo de una vida cotidiana que no se quiere perder.
Aunque ya han devuelto muchas, siguen actuando “sobre aproximadamente dos millones de fotografías”, que tratan de recuperar en sus laboratorios, explica.

Fuente de la imagen, Pablo Miranzo/Anadolu via Getty Images
El proyecto surgió apenas dos días después de la catástrofe, al ver cómo, entre las muchas cosas que los afectados sacaban de sus casas para tirar, estaban los álbumes y fotografías familiares llenas de barro.
“Pensamos que todo esto lo iban a echar mucho de menos cuando pasara el momento inicial de la catástrofe, porque todos tenemos álbumes, todos tenemos fotos y sabemos el impacto emocional que tiene abrir un álbum, no sé, de los abuelos”, relata Vázquez de Ágredos, quien también es profesora de Historia del Arte.
De esa forma lanzaron un mensaje a través de las redes sociales de la Universitat de València con la urgencia del que sabe el daño puede ser irreversible: “No tiren los álbumes ni las fotografías, guárdenlas, iremos a por ellas”.
Dieron una dirección de correo electrónico y un teléfono que, debido a la premura, fue el de la propia Vázquez de Ágredos.
“Durante el primer mes estuve recibiendo entre 150 y 200 llamadas todos los días, algunas antes de las 6 de la mañana, fue una auténtica locura”, cuenta la investigadora.
Conscientes de que las familias afectadas no estaban ni en condiciones físicas ni mentales de hacer algo más que lo puramente urgente, es decir, intentar recuperar su espacio vital, sus casas, el equipo decidió que tenían que ir a buscarlas puerta a puerta.

Fuente de la imagen, David Ramos/Getty Images
En busca de fotos puerta a puerta
A Marisa Vázquez de Ágredos se le quiebra la voz al recordar la oleada de solidaridad que se desencadenó con la peor tragedia que ha sufrido España en las últimas décadas.
El mensaje para salvar las fotos también llegó a alumnos de la Universitat de València que vivían en las zonas afectadas y que quisieron echar una mano.
“Nos decían: ‘¿Cómo podemos ayudar? Porque vosotros no podéis llegar’. Y era verdad, Todas esas zonas estaban acordonadas y fue muy difícil durante días poder llegar allí, así que el apoyo que dieron esos alumnos, que fueron casa por casa recogiendo los álbumes y las imágenes, algunos de ellos en bicicleta, fue muy importante”, recuerda la coordinadora del proyecto.
El mensaje también se movió por redes sociales comunitarias y grupos de WhatsApp de vecinos.
Así es como se enteró de la iniciativa Vanessa Villegas, vecina de Catarroja, que espera poder recuperar esos recuerdos familiares con ayuda de los especialistas de la Universitat de València.

Fuente de la imagen, Alex Juarez/Anadolu via Getty Images
“Hoy en día lo tenemos todo digitalizado en ordenadores, pen drives y cosas así, pero yo todo eso también lo perdí en la inundación”, explica a BBC Mundo.
El agua alcanzó casi los dos metros de altura en la casa de Vanessa el 29 de octubre de 2024. La línea marrón que separa lo que se salvó de lo que se perdió puede verse en las imágenes que comparte de su casa enfangada.
Pasaron la noche en la planta de arriba conteniendo la respiración hasta que a las cuatro de la mañana empezaron a ver cómo empezaban a descender las aguas. Al bajar las escaleras el panorama era desolador.
“Lo perdimos todo. Todos los muebles, recuerdos, ropa, tres coches”, cuenta esta valenciana que, a pesar de todo, se siente afortunada porque las pérdidas solo fueron materiales y todos sus seres queridos pudieron ponerse a salvo.

Fuente de la imagen, Cortesía de Vanessa Villegas.
Aunque, un año después y gracias a las distintas ayudas que han ofrecido las administraciones españolas, han empezado a recuperarse, “sentimentalmente fue duro, por todo lo que pierdes, especialmente los recuerdos”, reconoce Vanessa.
Poder recuperar esas imágenes “va a significar mucho para mí, pasar de no tener nada a tener algo. Me gustaba de vez en cuando sentarme en el salón y mirar los álbumes, la sensación de tocar esas fotos en el papel, para mí tiene mucho valor, la verdad. Cuando me las devuelvan, seguro que me voy a emocionar”, cuenta.
Ella ha llevado álbumes de su boda, de celebraciones especiales como la comunión de su hijo, y fotografías de cuando era bebé y de su suegra, quien falleció recientemente, a un laboratorio de “Salvem les fotos” que se ha montado cerca de su localidad, en el Museo Comarcal de l’Horta Sud, en Torrent.
El proyecto empezó con un laboratorio en el museo de Historia Natural de la Universitat de València, pero creció tanto y tan rápidamente que Marisa Vázquez de Ágredos y su equipo decidieron que se convirtiera en un “proyecto de salvaguarda patrimonial y de resiliencia social”.
Más allá de salvar las fotografías, la iniciativa quiso también involucrar a la comunidad, fomentar la cohesión social, transmitir esperanza y positivismo en un momento tan difícil.

Fuente de la imagen, Alex Juarez/Anadolu via Getty Images
De esta forma, decidieron habilitar laboratorios en las zonas afectadas, y es ahí donde los centros y espacios culturales de estas localidades les abrieron sus puertas.
Al proyecto, además, se sumaron desde el principio otras universidades públicas valencianas, museos y grupos de conservación y restauración que han aportado también su experiencia.
Vázquez de Ágredos explica que lo que hacen los equipos no es restaurar las fotografías. Hay demasiadas y sería imposible ponerse a trabajar sobre cada una con bisturí.
En lo que trabajan es en frenar el deterioro microbiológico para que no vaya a más, y a partir de ahí, una vez que se han secado las fotografías, se lavan para quitarles el barro, se vuelven a secar y se estabilizan para entregarlas en las mejores condiciones posibles.
Las fotos recuperadas se devuelven a las familias en unos bonitos paquetes y cajas preparados con gran delicadeza por los restauradores.
“No se puede salvar todo, pero sí estamos salvando una parte muy importante”, detalla Marisa Vázquez de Ágredos.

Fuente de la imagen, David Ramos/Getty Images
Las familias están felices. “Hay algunas que te dicen: ‘Mira, solo con que me rescates una de todo lo que te doy (y a lo mejor te dan 2.000), estaré muy contenta’. La gente, además, ha mostrado una empatía muy grande hacia el volumen de trabajo del proyecto y a pesar del dolor y de todo lo que han padecido, son maravillosos”.
Todas las imágenes van llenas de historias.
“Ves imágenes de niños jugando en la playa en los años 80 con una pelota de Nivea y dices: ‘Yo tengo una foto igual’. O podía ser la foto de tus abuelos casándose. La empatía es muy grande porque podía ser tu memoria fotográfica la que está dañada”, cuenta Marisa Vázquez de Ágredos.
“Más que fotografías, son historias de vida”.

Fuente de la imagen, THOMAS COEX/AFP via Getty Images

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