No es que me guste mucho ni Donald Trump ni cómo actúa, pero me sorprende como los medios españoles – y muchos profesionales del sector financiero -pierden toda objetividad cuando analizan todo lo relacionado con este hombre. Decir que está perdiendo la guerra comercial demuestra o desconocimiento o falta de objetividad.
Lo que importa en una negociación son los resultados. Para empezar, Trump le ha colocado al mundo un arancel en el entorno del 10% – que ya está cobrando – y encima ha conseguido que eso se considere una “buena” noticia para los afectados, considerando que la amenaza era de hasta un 40%. Que obviamente era un farol, pero como con Trump nunca se sabe, pues ha conseguido el efecto deseado: asustar a todo el mundo y que cualquier cosa por debajo del 10%, parezca un chollo.
Pero incluso aunque al final el arancel medio que aplique EE.UU. a sus importaciones quede en el 4%, eso sería el doble del arancel medio que existía antes de que llegara Trump a la presidencia. Y doblar aranceles sobre todas las importaciones de EE.UU. es mucho dinero.
Como nadie se ha preocupado en comprobar cuáles eran los aranceles, dirán que bajar del 10% al 4% es perder la guerra. Pero si lo comparamos con la situación anterior, obviamente el resultado neto es positivo. Que se lo digan si no al vendedor de un bazar de oriente medio, que pide 50, el turista cree que ha engañado al vendedor porque finalmente paga 30 y resulta que el vendedor lo habría vendido por 20 y aun así habría ganado dinero. Pide 50, porque sabe que es la forma de llegar a 20 y que el turista se quede contento.
Trump ha asustado a todo el mundo y ahora sus socios están dispuestos a facilitar la reducción del déficit comercial norteamericano
Pero no acaba ahí la cosa. Con su patada al tablero, Trump ha asustado a todo el mundo y no solo estarán encantados de pagar “solo” un 4%: es que ahora sus socios están dispuestos a facilitar la reducción del déficit comercial norteamericano. Y en esto último no incluyo a China, que es una negociación aparte, pero sí en el incremento del 2 % al 4 % o lo que al final quede en forma de aranceles. Insisto, hablamos de la media: en algunos casos serán un 12% y en otros serán un 2%, etc.
En otras palabras, si al final quedan unos aranceles del 4% de media – y no les quiero decir si finalmente son del 6% o algo así – y además aumentan las ventas norteamericanas hacia otros países por eliminación de trabas o establecimiento de compromisos comerciales, es decir, se reduce el déficit comercial ¿dirán que ha sido un mal acuerdo para EEUU? Podremos decir que las formas no son las adecuadas, que ha dado una patada a la seguridad jurídica del comercio internacional o que ha roto la histórica alianza con Europa, pero no que ha “perdido” la batalla comercial.
Pero volvamos a los aranceles. Muchos periodistas, economistas, comentaristas etc., no entienden que esto es como una partida de póquer – o de mus -, donde se trata de esconder las cartas, no de mostrarlas. Trump lo centra a todo en una guerra comercial porque es donde sabe que en el fondo lleva razón, o más razón que la parte contraria, ya que el déficit comercial de EEUU frente a sus contrapartes es cada vez mayor. Centrando ahí el foco consigue que no se vea el otro objetivo: que el resto del mundo pague parte de las deudas de Norteamérica.
EEUU tiene un déficit comercial, cierto, pero es más preocupante el déficit fiscal, cortesía, sobre todo, de su antecesor Joe Biden. Lo ha dicho Trump y lo han dicho todos sus asesores, desde “talibanes” como Lutnick y Navarro hasta el policía bueno que representa Bessent: los aranceles ayudarán a bajar el déficit fiscal norteamericano. Pero como aquí algunos medios están tan obsesionados con Trump, ni siquiera ven las cartas que les están enseñando.
Unos aranceles que se muevan de media entre digamos el 4% y el 6% no son suficientes para generar una recesión en una economía tan fuerte
El verdadero objetivo de Trump es doble: reducir su déficit comercial y reducir la deuda. Y nada como los aranceles para hacerlo. Pero tampoco puede pasarse. Su objetivo es un nivel de aranceles que no genere una recesión y, a la vez, vender más en el exterior e incrementar el crecimiento interno por la vía de la desregulación y la bajada de impuestos, para la que, por cierto, necesitas ingresos por aranceles. Y, que casualidad, unos aranceles que se muevan de media entre digamos el 4% y el 6% no son suficientes para generar una recesión en una economía tan fuerte y tan dinámica como la norteamericana. Si se analiza la historia económica de EEUU, los ha habido mucho más altos. Y puede que tengan un efecto inflacionista inicial, pero, en términos de inflación, unos aranceles de ese nivel se pueden compensar con la bajada del precio del petróleo o el propio enfriamiento de la economía norteamericana. Además, el efecto inflacionista de un incremento moderado de los aranceles es puntual, no recurrente.
Yo no sé si al final Trump se saldrá con la suya, lo que sí sé es que “la suya”, es decir, sus objetivos reales, no son los que dice gran parte de la prensa española. Decir que va perdiendo es puro voluntarismo y el voluntarismo no es bueno en los negocios. En los negocios lo que importa son los datos y la realidad. El inversor debería de tener mucho cuidado de no confundir los deseos de algunos periodistas y tertulianos con los objetivos reales de Trump y los resultados de las negociaciones. En los mercados la información es poder, la desinformación es un lastre.
No es que me guste mucho ni Donald Trump ni cómo actúa, pero me sorprende como los medios españoles – y muchos profesionales del sector financiero -pierden toda objetividad cuando analizan todo lo relacionado con este hombre. Decir que está perdiendo la guerra comercial demuestra o desconocimiento o falta de objetividad.