Del 1 al 4 de abril Camagüey acogió una jornada de homenaje al maestro Reinaldo Ángel Echemendía Estrada, director del Ballet Folklórico de esa ciudad. Conversatorios, presentaciones danzarias, conciertos y exposiciones formaron parte del programa que celebra los 50 años de vida artística de una figura imprescindible de la cultura camagüeyana
Reinaldo Echemendía dice ser un hombre con suerte, agradecido por la familia que le forjó en valores, los maestros que moldearon su técnica e incentivaron sus saberes, por sus amigos y alumnos de todas partes. Echemendía se siente afortunado por contar hoy con el cariño de tantos, en diferentes latitudes, y esos otros le retribuyen en similar afecto.
Dijo José de la Luz y Caballero: “instruir puede cualquiera; educar solo quien sea un evangelio vivo”; y para quien ha formado parte de la trayectoria del Maestro, Echemendía es hoy certeza de quien nace con el don de la pedagogía y, por el camino, adquirió también el de la música y el de la danza.
Reconoce conservar una memoria fotográfica y posee como tesoros, y testimonios gráficos de su carrera, las credenciales de cada uno de los eventos en que, desde hace cinco décadas, han contado con su presencia.
Por esa lucidez recuerda con precisión cuando en 1974, aplicó a prueba de oposición para clarinete solista de la banda de Camagüey, frente a un jurado integrado por maestros de la talla de Alfonso Morán.
Aquel sí lo marcó entonces, como punto de inicio para una vida profesional como instrumentista, y también como pedagogo, compositor, coreógrafo, director de orquesta, cantante folklórico e investigador. Cada uno de estos legados se recordó durante las sesiones teóricas que, desde el 1 y hasta el 4 de abril, formaron parte de la jornada de homenaje “Medio Siglo de Arte y Folklor”.
Desde el Centro de Desarrollo de las Artes Escénicas «El Arcón» se realizó el conversatorio “El arte de enseñar; impronta pedagógica del maestro Reinaldo Ángel Echemendía Estrada”, moderado por el teatrólogo Leonardo Leyva Fernández y con la participación de varios bailarines y profesores.
En tanto, el Salón Valquiria, sede de la vicepresidencia artística La Edad de Oro, acogió el panel “Medio siglo de arte y folklor. Retrospectiva de la carrera artística del maestro Reinaldo Ángel Echemendía Estrada”, moderado por la periodista Yanetsy León.
La sede de la Uneac fue testigo de la inauguración de la muestra “Retrospectiva y legado artístico”, un repaso visual por la obra de Echemendía, que cuenta con curaduría del artista de la plástica Ángel Olazábal Fariñas.
La música y la danza fueron protagonistas supremos, durante estos cuatro días en que la magia y los pasos del folklor se adueñaron de los escenarios del Teatro Principal y el Avellaneda, con las representaciones de las compañías Ballet Folklórico de Camagüey, de Oriente y Cutumba.
Otros espacios, como la Galería Larios o la Sala de Conciertos José Joaquín Varona se abrieron a recitales, serenatas y otras actividades propuestas por la Orquesta de Cámara Juan Ramón Orol.
La jornada estuvo cargada de emociones, y no podía ser de otra manera cuando el maestro aun desborda sensibilidad y amor. Cada encuentro con la enseñanza artística, entrega de reconocimientos, muestras de gratitud o palabras de elogio han sido un motivo para ver también esa alma que permanece afable, humilde y agradecida, en su querido Camagüey.
Un momento especial fue la presentación de estudiantes de la Escuela Vocacional de Arte Luis Casas Romero o de la Banda Provincial de Conciertos, bajo su dirección, en el Parque Pablo Pildaín, el mismo sitio en el que “María Antonia”, uno de sus espectáculos emblemáticos, cobró vida en el performance “Mascaradas Ashé”, con estudiantes de la Cátedra de Actuación de la Academia de las Artes Vicentina de la Torre.
Con descarga de rumba y una gala de clausura entre cantos, rituales, tambores y bailes, se cierran los telones del homenaje a Reinaldo Echemendía, propuesta agramontina para el Premio Nacional de Danza. Sería ese un reconocimiento más que merecido para quien nos ha enseñado a apreciar la danza como “la música que se ve”. Sería, además, un premio a la obra de la vida para un artista indispensable de la cultura popular y tradicional.
