Los dolores de rodilla ya no son solo un problema de la edad. Cada vez más adultos jóvenes acuden a la consulta por molestias, chasquidos o inflamación que dificultan tareas tan cotidianas como subir escaleras, caminar largas distancias o practicar deporte. El sedentarismo, el ejercicio intenso sin la preparación adecuada y pasar demasiadas horas frente a las pantallas son algunas de las razones que pueden contribuir a este problema.
Aunque la mayoría de estos dolores no suelen estar relacionados con lesiones graves, sí pueden afectar a la calidad de vida y, en algunos casos, evolucionar a problemas más serios si no se tratan a tiempo. Por eso, los especialistas subrayan la importancia de escuchar a nuestro cuerpo, identificar la causa del malestar y adoptar hábitos que cuiden nuestras articulaciones desde una edad temprana.
Por qué cada vez duelen más las rodillas en edades tempranas
Los especialistas en traumatología destacan que la rodilla es una de las articulaciones que más peso soporta, incluso en personas jóvenes. Es una zona bastante compleja que involucra huesos, meniscos, ligamentos, tendones y músculos, y cualquier desajuste en esta estructura puede provocar dolor o inestabilidad.
Entre las causas más frecuentes que propician el aumento de las molestias en edades jóvenes se encuentran las siguientes:
• Sedentarismo y falta de movimiento: Pasar muchas horas sentado debilita la musculatura que estabiliza la rodilla, facilitando lesiones por sobrecarga.
• Ejercicio de alta intensidad sin técnica adecuada: Correr largas distancias, hacer sentadillas profundas o practicar deportes de impacto puede irritar tendones y cartílagos si no se realiza con la fuerza y la postura necesarias.
• Aumento de la práctica deportiva tras periodos de inactividad: Muchas personas retoman el deporte después de meses sin entrenar. Esto provoca sobrecargas, tendinitis o molestias en los ligamentos.
• Problemas de alineación: Los pies planos, las descompensaciones musculares o una mala pisada pueden alterar la biomecánica de la rodilla.
• Cuadros inflamatorios: Afecciones como la bursitis o la artritis pueden aparecer en personas jóvenes, sobre todo si existe una predisposición.
Los traumatólogos también señalan que el uso frecuente de escaleras, el incremento del peso corporal o la práctica de deportes explosivos, como el pádel o el crossfit, pueden provocar molestias persistentes en algunos casos.
Rodilleras ortopédicas: cuándo ayudan y qué tipos existen
Cuando el dolor aparece, un diagnóstico adecuado marca la diferencia. Tras una evaluación profesional, en muchas ocasiones se recomiendan productos de ortopedia como las rodilleras, que sirven como apoyo para aliviar la presión, mejorar la estabilidad y permitir que los tejidos inflamados se recuperen con más facilidad.
Las rodilleras se han convertido en un recurso común entre personas jóvenes porque ofrecen sujeción sin limitar la movilidad. Además, existen diferentes tipos según la necesidad:
• Estabilizadores: Aportan firmeza en casos de inestabilidad o molestias en los ligamentos y ayudan a controlar el movimiento de la rodilla.
• Rodilleras paratendinitis: Alivian la sobrecarga del tendón rotuliano y proporcionan una compresión que ayuda a reducir el dolor y mejorar la estabilidad.
• Específicas paramenisco: ayudan a controlar la torsión y aportan compresión para reducir la inflamación y aliviar las molestias que aparecen al caminar, girar o realizar esfuerzos.
• Diseñadas para artrosis o bursitis: Reducen la inflamación y proporcionan un soporte más envolvente.
• Elásticas: Indicadas para dolencias leves o como prevención durante actividades deportivas.
Aunque las rodilleras pueden proporcionar alivio y mejorar la estabilidad, no deben usarse como sustituto de un diagnóstico médico. Su función es acompañar el proceso de recuperación, no reemplazar el tratamiento.
Cómo prevenir el dolor de rodilla
Prevenir los dolores de rodilla es posible si se adoptan hábitos que protejan la articulación y fortalezcan los tejidos que la rodean. Los expertos recomiendan combinar ejercicio, movilidad y corrección postural para reducir el riesgo de molestias a medio y largo plazo.
Algunas pautas útiles incluyen fortalecer la musculatura del muslo y la cadera mediante ejercicios de fuerza — como puentes de glúteo, sentadillas superficiales o trabajo con bandas elásticas — para descargar la presión sobre la rodilla, mantener un peso saludable para reducir la carga sobre la articulación; y calentar antes de entrenar y estirar después para disminuir el riesgo de lesiones en menisco, ligamentos y tendones.
Es importante elegir un buen calzado que ofrezca buena amortiguación y estabilidad en la pisada. También es recomendable alternar deportes de alto impacto con actividades de bajo impacto, como la natación, el uso de bicicleta estática o pilates, y evitar cambios bruscos en la intensidad para no sobrecargar las articulaciones.
Los especialistas también recomiendan estar atentos a las señales que nos envía el cuerpo. Si sientes que el dolor aumenta, notas inflamación o la rodilla se bloquea, lo mejor es consultar a un profesional de la salud para descartar problemas como lesiones en el menisco, tendinitis rotuliana, bursitis o problemas en los ligamentos.
El traumatólogo podrá determinar si es necesario hacer pruebas de imagen, recomendar fisioterapia o sugerir el uso temporal de rodilleras ortopédicas más específicas. En casos de artrosis precoz o lesiones internas, el seguimiento médico es fundamental para evitar que la situación empeore con el tiempo.
*Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
