SAN FRANCISCO — Si bien las necesidades de salud mental están aumentando para todos los californianos, los adultos de bajos ingresos continúan experimentando angustia en mayor medida que los adultos de ingresos medios y altos.
En 2021, casi el 20 por ciento de los adultos de bajos ingresos informaron problemas psicológicos graves en California, en contraste con aproximadamente el 14 por ciento de los adultos de mayores ingresos. Para los adultos indocumentados de bajos ingresos de California, encontrar ayuda para abordar el trauma también puede significar superar las barreras a la atención, indica un estudio del Instituto de Política Pública de California (PPIC).
Los líderes estatales están dando prioridad a la equidad en la atención médica a través de esfuerzos que incluyen la ampliación de Medi-Cal a todos los residentes de bajos ingresos, independientemente de su edad o estatus migratorio.
Esta política entrará en vigor en enero de 2024 y ofrecerá cobertura integral, incluidos servicios de salud mental, al grupo demográfico más grande de residentes sin seguro: todos los adultos de 26 a 49 años.
Los inmigrantes indocumentados han experimentado altas tasas de trauma, según expertos entrevistados por el PPIC en el condado de Los Ángeles. Este trauma puede estar relacionado con la violencia doméstica, la experiencia migratoria y la guerra en los países de origen.
Los Centros de salud comunitarios, que son clínicas que muchos inmigrantes, incluidos muchos indocumentados, identifican como su fuente habitual de atención, están respondiendo a la creciente necesidad de servicios de salud mental entre los pacientes indocumentados. Por ejemplo, una clínica en el condado de Los Ángeles basa su atención en la psicoeducación: enseña a los pacientes sobre sus problemas de salud mental y les brinda información y recursos para tratar sus problemas. Otra clínica en Los Ángeles brinda asistencia con la solicitud de programas de red de seguridad porque los pacientes con dificultades están renunciando a los beneficios de la red de seguridad que mejorarían su bienestar y reducirían el estrés.
Si bien los centros de salud comunitarios son una fuente fundamental de atención, sus esfuerzos enfrentan ciertos desafíos. En algunas clínicas incluidas en un próximo estudio de PPIC, el tiempo de espera para recibir servicios de salud mental es de aproximadamente dos a tres meses. Las clínicas pueden tener dificultades para contratar trabajadores sociales bilingües y multilingües con suficiente fluidez para realizar la terapia en el idioma nativo del paciente, revela el estudio.
También puede resultar difícil convencer a los pacientes de que se inscriban en los servicios de salud mental que necesitan, debido al estigma, la falta de cobertura de atención médica y la desinformación relacionada con estos servicios.
En 2021, alrededor del 15.3 por ciento de los no ciudadanos de bajos ingresos experimentaron angustia psicológica grave, pero solo el 8.2 por eeinto acudió a un proveedor de salud mental en California. Los pacientes de bajos ingresos que son ciudadanos experimentaron angustia en tasas similares a las de acudir a un proveedor de salud mental.
El acceso a los servicios de salud mental se complica aún más por la falta de proveedores en algunas partes del estado. Además, los inmigrantes con dominio limitado del inglés pueden tener peores experiencias al intentar programar visitas de salud mental, revela el reporte.
California ha tomado grandes medidas en los últimos años para cerrar las brechas de equidad en salud y mejorar el acceso, incluida la financiación de un sistema para transformar la forma en que Medi-Cal entrega pagos a las clínicas de atención primaria.
Al aprender de los centros de salud comunitarios que ya trabajan con pacientes indocumentados y brindar recursos adicionales, como la contratación de más personal bilingüe o multilingüe, los formuladores de políticas y los defensores pueden fortalecer las políticas y los esfuerzos de promoción para prepararse para una mayor inscripción con la expansión de Medi-Cal de enero, finaliza el PPIC.
Luchan californianos de bajos ingresos e inmigrantes con salud mental