Lussari dictará sentencia entre Thomas y Roglic en un día de honores para Buitrago

Una etapa reina absolutamente decepcionante. Tan sencillo como duro decirlo. Durante más de cinco horas vimos la falta de ambición que ha imperado en este Giro de Italia. Jugando a ciclismo ficción, hubiese dado igual ver un recorrido de 800 kilómetros con ascensiones al Stelvio, Zoncolan, Gavia y Mortirolo, porque el resultado hubiese sido el mismo: una falta de valentía total por parte de los favoritos. También toca reflexión por parte de la organización, porque el pobre espectáculo estuvo claramente condicionado por la cronoescalada de este sábado que decidirá el campeón entre Geraint Thomas y Primoz Roglic. Es evidente que una jornada de esas características no se puede dejar para el final. Los dos firmaron un bonito duelo en Tre Cime di Lavaredo que sólo duró un kilómetro y en el que el esloveno, sin las mejores piernas, tiró de orgullo para rascar tres segunditos más al británico. En esa pugna no pudo estar, por segundo día consecutivo, un João Almeida al que ahora le separan 59 segundos de la maglia rosa. Máximos honores para Santiago Buitrago (23 años), que logró desde la fuga su segundo triunfo de etapa en el Giro tras el del año pasado en Lavarone.

La etapa reina, desgraciadamente, siguió la tónica de este Giro, donde la cautela y el miedo tapan a la valentía. Una quincena de corredores formó la fuga, que contó con la presencia española de Carlos Verona y José Joaquín Rojas. Al madrileño, sobre todo, le había salido un hueso duro de roer como Santiago Buitrago pensando en la posible victoria de etapa, ya que el pelotón no tuvo intención alguna de imponer un ritmo alto desde lejos. Equipos como Jumbo y UAE, que podían tener la ambición de torturar al líder, delegaron en el clásico control del Ineos. Quien puso un poco de picante durante la primera mitad de etapa, aunque durase un suspiro, fue Ben Healy, que atacó varias veces para tratar de unirse a la escapada pensando en darle la vuelta a la clasificación de la montaña. Thibaut Pinot, muy atento, sofocó todas sus ofensivas para salvaguardar la maglia azzurra.

Con la ventaja de los fugados en torno a los 7 minutos, se produjo un pequeño contratiempo que, por suerte, quedó en anécdota. Y es que un coche del AG2R, que trataba de ganar metros para asistir a los tres corredores que llevaba en cabeza de carrera, golpeó la rueda trasera de la bicicleta de Verona y el corredor del Movistar acabó en el suelo. Una precipitación que pudo costar cara y que terminó con la descalificación del vehículo en cuestión. Hubo poco, o más bien nada, que contar superados los tres primeros puertos del recorrido, incluido un mítico Passo Giau que los favoritos subieron de total compadreo. Por delante, Verona pasó al ataque y seleccionó el grupo de cabeza, hasta dejarlo en siete ciclistas.

Al paso por la localidad de Cortina d’Ampezzo, Roglic cambiaba de bicicleta. Un curioso movimiento completamente preparado, ya que el esloveno se subió a otra bici con monoplato, pensando en ganar agilidad y ligereza en los más de 20 km que tendría de subida hasta meta y, de paso, probar la que probablemente sea la montura que use mañana en la crono final. Visto el desenlace de la etapa, la elección quedó en un simple detalle. Por delante, el incombustible Derek Gee (corredor que más kilómetros suma en escapadas en este Giro) atacaba a 7 km de meta para romper la fuga. La tostada de la persecución se la dejaron a Buitrago y el colombiano, sin mirar atrás, dio un recital: soltó a todos uno a uno, alcanzó a Gee, le quitó las pegatinas y venció en solitario. Día histórico para el cafetero, que inscribió su nombre en una mítica cumbre de Tre Cime di Lavaredo en la que ya brilló su compatriota Lucho Herrera allá por 1989.

Por detrás, la batalla soñada se quedó en una mera guerrilla. De Plus y Arensman controlaron a la perfección, poniendo el ritmo que le convenía a su líder en todo momento. Cuando se apartaron, Almeida tomó la delantera, pero rápidamente salió Roglic por el córner a 1,5 km del final. El portugués, con su coraje habitual, volvió a enlazar, pero no pudo con el arreón de Thomas, su primer ataque en toda esta ronda italiana. Tampoco Roglic, que perdía unos metros para sorpresa general. Cuando parecía que todo quedaba resuelto en favor del galés, el esloveno tiró de su clásico rush para superar a un Thomas al que se le hizo larga la última rampa. El Giro se jugará mañana con sus tres candidatos al título en 59 segundos. Lussari será el juez.