Erradicar el encasillamiento que la ubica por su pasado en Parchís es imposible. En el imaginario popular fue y será ‘La ficha amarilla’, personaje con que ha sido identificada a lo largo de su carrera. Pero Yolanda Ventura asume el antecedente imborrable para capitalizarlo y compaginarlo con su trayectoria como actriz forjada a partir de su propio nombre.
Desmarcarse del éxito infantil y adolescente vivido a finales de los setenta y principios de los ochenta con Parchís ha sido difícil para ella. A nivel individual debió derribar las barreras del estigma que envuelve a estrellas juveniles surgidas de conceptos musicales en el sentido de que no tienen talento o cualidades para desenvolverse en la actuación.
Desde el interior hacia el exterior también emprendió otra lucha para ganarse la confianza del público mostrándose en una faceta diferente a la que la ubicaron, siendo el aspecto más importante el hecho de hacerle notar a la audiencia que no siempre iba a ser niña.
Asimismo, quería marcar distancia con el lado negativo de lo que significó su pasado en el plano comercial. “El nombre de Parchís nunca lo hemos podido usar, la experiencia económica en el grupo no fue la adecuada. Es algo que he vivido, lo amo, pero esto que estoy viviendo ahora como actriz ya es mío, yo tengo el control. Dirijo esta vida, puedo escoger, y en Parchís no”, le comenta al periodista Heriberto Murrieta en el programa M/Aquí de Canal Once.
Inteligente, Ventura comprendió que no iba a poder separarse del perfil Parchís con que se le ubica en materia de imagen. Astuta, se dio cuenta de que eso podía beneficiarle en una proyección financiera y que funciona como complemento de su carrera actual. Esa reflexión, irónicamente, vino a su vida en un período de crisis humanitaria como lo fue la pandemia. Puso manos a la obra para hacerse del concepto de ‘ficha amarilla’ como marca.
“Cuando llega la pandemia, mientras se iba a hacer la serie de Parchís que después no se hizo y luego el documental, yo decido comprar ‘Ficha amarilla’ como marca. Y la tengo desde hace tres años. De alguna manera es decir que sí soy ‘La ficha amarilla’. Todos los fans están pendientes de mi marca. Eso me ayudó mucho para reconectar con el pasado y decir ‘soy Parchís, soy la ficha amarilla, y ahora tengo el control de este momento de mi vida”, narra a Heriberto Murrieta.
Tazas, termos, playeras, agendas, libretas y otros artículos se ofertan bajo el sello de Ficha amarilla. Se trata de productos que han encontrado en el presente un instante ideal para su venta, pues la nostalgia y la melancolía generan buenos dividendos en producción y consumo.
Además de reconciliarse con su pasado, de aceptar que Parchís siempre estará ahí para asociarla a su vena artística y capitalizar su marca, Yolanda Ventura también se esfuerza y se reta en ser mejor actriz con una atención especial en el teatro y en el melodrama, género del cual es defensora.
“Siento que me ha costado mucho trabajo. Estoy contenta de no haber tenido un protagónico desde que llegué porque seguramente lo hubiera hecho horrible. Pude entender lo que es el melodrama, que está muy descalificado y yo vengo a defenderlo porque es un tono de actuación donde las emociones deben estar un poquito más arriba, muy intensamente. Es difícil hacerlo creíble y hacerlo bien, porque es muy fácil irse a los extremos y exagerar”.
La intención de consolidarse como una histrionisa la llevó a ponderar el teatro por encima de la televisión al elegir proyectos. El escenario teatral implica mayor exigencia, incluida la renuncia a mejores salarios y la disposición a trabajar los domingos, algo que decidió asumir para estar satisfecha consigo misma y evolucionar en sus rangos actorales.
De hecho considera que el trabajo que más satisfacción le ha generado como actriz es la puesta en escena La cabra, o ¿quién es Sylvia?, de Edward Albee. Fue una obra que se estrenó en marzo de 2019 en el teatro Rafael Solana. Fue dirigida por Bruno Bichir. Ella compartió elenco con su pareja, el actor Odiseo Bichir. Dieron vida a un matrimonio afectado por una infidelidad de él cometida con una cabra de la cual está enamorado.
Mujer de retos y reinvenciones, Yolanda Ventura enmarca la última década de su trayectoria como una evolución constante. En 2013 cobró relevancia por su aparición en Playboy al posar en topless a los 44 años. Fue un boom. Sobre esa aparición, la actriz comentó que lo hizo por dos razones: la oferta le permitía pagar la hipoteca de su vivienda y se sentía feliz con su cuerpo, por lo que estaba en paz con su autoestima para lucir algo tan bonito como lo es el físico.
Tras esa participación dio mucho de qué hablar, sobre todo porque las reacciones más estruendosas fueron de seguidores de Parchís que seguían viéndola como una celebridad juvenil y se llevaron la sorpresa de descubrir que ella había crecido.
A pesar de esa irrupción determinante en su trayectoria para acentuar la relevancia de su individualidad, en lo que fue el presente del 2013, Yolanda Ventura continuó siendo vista como exintegrante de Parchís. No obstante, si se olvida o suprime el pensamiento de que su pasado fue musical, se puede notar y apreciar a la actriz que no deja de retarse y reinventarse.
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