Por eso, la estrategia puesta en marcha por la nueva Comisión Europea apuesta por su impulso, y propone diversas medidas, que deberán concretarse en los próximos meses. Se busca transformar en inversión financiera esa gran masa de ahorro que actualmente los hogares europeos acumulamos en efectivo y depósitos, y que Eurostat cifra en 12 billones de euros (un 30% de la riqueza financiera de las familias).
Esta nueva agenda, dada a conocer en la comunicación sobre Unión de Ahorros e Inversiones y que se concretará en los próximos meses a través de diversas iniciativas regulatorias y no regulatorias, se viene a sumar a recomendaciones específicas para España, como las recientemente realizadas por la OCDE, en su informe de diciembre de 2024.
Sin embargo, una cosa es enunciar objetivos y otra distinta implementar las medidas idóneas para hacerlos posible.
Los Fondos de Inversión y de Pensiones pertenecen a un sector de actividad regulado, tanto en sus aspectos financieros como fiscales. En consecuencia, la normativa actúa inexorablemente como una palanca o como un freno, dependiendo de su grado de atino. Por eso, si echamos la vista atrás sobre el tratamiento del ahorro y la inversión en España, el sabor es agridulce.
En el plano de los Fondos de Inversión, la normativa MIFID II estableció un modelo que supuso un enorme esfuerzo de adaptación por parte de los gestores y los distribuidores, pero que, unos años después, sigue demostrando su fortaleza, con unas cifras que no paran de crecer. España ha experimentado un fuerte aumento de inversores, con casi 17 millones de cuentas de partícipes, que, eliminando duplicidades, se estiman en unos 5,4 millones de inversores (con un incremento del 5% en el último año). También los modelos de distribución se han sofisticado, y si hace una década el 90% de los Fondos de Inversión se distribuían mediante mera comercialización (sin evaluación de la situación financiera ni los objetivos de inversión del cliente y sin recomendación personalizada), hoy el 70% del patrimonio total distribuido en España ha llegado a manos de sus inversores a través de modelos de asesoramiento o gestión discrecional de carteras.
Todo ello en un contexto de máxima transparencia, mayor servicio y menores costes repercutidos al inversor, en línea con la tendencia de la industria europea y a pesar de que el coste soportado por las entidades encargadas de la gestión y administración de los Fondos va en aumento, fruto de la incorporación, por ejemplo, del control y la gestión de riesgos relacionados con la sostenibilidad y las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Esta magnífica evolución se pone de manifiesto en el dato de flujos de entrada: de los últimos 144 meses, en 129 el saldo neto de suscripciones y reembolsos ha sido positivo, a pesar de que en este periodo han acaecido distintos episodios de volatilidad en los mercados, que en otros tiempos hubieran tenido efectos adversos en el comportamiento de los inversores.
En el caso de los Planes de Pensiones, la valoración es bien distinta. Aunque los principios de máxima transparencia, mayor servicio, menores costes repercutidos y mayores costes soportados son igualmente aplicables, el marco en el que los Planes de Pensiones se desarrollan es mucho menos estimulante.
Así, el impulso de los Planes de Pensiones de empleo anunciado en la Ley 12/2022 no está dando los resultados esperados, y la estrategia de conseguir ese desarrollo reduciendo drásticamente los incentivos de los Planes del sistema de individual ha demostrado sus perjudiciales efectos para estos últimos. Desde que se puso en marcha esta medida, en 2021, la reducción del límite de aportación a solo 1.500 euros ha impedido que 10.000 millones de euros (más sus correspondientes rentabilidades) se hayan incorporado a la futura pensión complementaria de los ciudadanos, y de forma recurrente, cada año que esta media se mantenga, otros 2.800 millones de euros de ahorro adicional dejarán de engrosar la futura pensión complementaria de los ciudadanos. No olvidemos que, en última instancia, al otro lado de los Planes de Pensiones, sean de empleo o individuales, están las mismas personas: los futuros jubilados.
En definitiva, junto con los objetivos enunciados a nivel europeo, es fundamental que a nivel nacional se desarrolle una estrategia que apueste por el ahorro y la inversión. La estabilidad financiera, el crecimiento económico, la creación de empleo, la productividad, la innovación y el bienestar presente y futuro de los ciudadanos saldrán beneficiados.
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