Deportaciones ICE. Foto tomada del sitio web de ICE
Una nicaragüense contó a LA PRENSA su experiencia con un sobrino al que acogió en EE. UU. por más de dos años, pero que cayó en el vicio de las drogas
Asustada y preocupada por el aumento de migrantes nicaragüenses que han perdido la vida en Estados Unidos o en su travesía por alcanzar el sueño americano en lo que va del año, una nicaragüense de iniciales A.S.D.F., originaria de la comunidad de Teotecacinte, en Jalapa, Nueva Segovia, tomó valor y decidió llamar a las autoridades de Migración de EE. UU. para que deportaran a su sobrino de 30 años, que acogió en 2020.
“Yo recibí a tres sobrinos de diferentes hermanos, dos hermanas y mi hermano mayor, el sobrino mayor tiene 30 años, y parece que él ya venía con vicios”, relató la nicaragüense a este Diario.
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La mujer de 52 años, madre soltera, con 33 años de vivir en Texas, Estados Unidos, contó a LA PRENSA que se siente “defraudada” y “mal” por lo que pasó, pues esto representa una ruptura familiar y una desilusión, pues quería que su sobrino prosperara.
Su sobrino cayó en vicios
Fue en noviembre de 2020 cuando Migración de EE. UU. la contactó para consultarle si podía recibir a sus sobrinos, previo las hermanas y el hermano de la nicaragüense le habían solicitado que les ayudara a sus hijos.
“Yo les dije que sí, son mi familia, son mis sobrinos, y los apoyé incondicionalmente con techo, con comida, les ayudé a buscar trabajo, a empezar el proceso de asilo, pero lamentablemente el muchacho empezó a ingerir alcohol”, describió.
Posteriormente, el familiar cayó en el consumo de sustancias ilícitas. En la mochila que ocupaba para el trabajo llevaba cocaína y marihuana. “Él me decía que no, que iba a cambiar, pero siguió e incluso no colaboraba con los gastos de la casa, de luz, agua y tampoco le mandaba a su papá, él se ausentó de ellos, no les llamaba, y hubo una ocasión que se puso agresivo y golpeó a mi otro sobrino”, mencionó.
La nicaragüense apuntó que durante más de dos años apoyó a su sobrino porque no quería verlo en la calle. “Yo le dije a él que no quería verlo en la calle, y le mencioné incluso todo lo que estaba pasando con los migrantes nicaragüenses muertos, algunos por sobredosis que miraba en Texas Nicaraguan Community (TNC), que se morían y estaban pidiendo ayuda para repatriarlos”, manifestó.
“Me vi obligada”
La nicaragüense refirió que el comportamiento de su sobrino la obligó a tomar la decisión, por lo que el lunes 6 de noviembre llamó a Migración norteamericana.
“Le dije que no lo quería mandar muerto, que prefería mandarlo deportado, entonces él cruzó los límites, pero me vi obligada a llamar a Migración para que lo deportaran con el dolor en el corazón, por mi hermano, incluso se molestó”, indicó.
Enseguida describió que a las autoridades de Migración les comentó la realidad que enfrentaba su sobrino. “Me preguntaron si él estaba ilegal, y les dije que estaba en un proceso de asilo político, pero que lo había abandonado porque no terminó de hacer los pagos a la abogada, entonces me vi obligada, fueron años muy difíciles”, subrayó.
También le pidieron los datos personales, el horario y dónde lo podían encontrar, el lugar de trabajo. “Él trabajaba solo para él, para sus vicios. Migración llegó a buscarlo en la carpintería donde trabajaba”, expresó.
Hasta la fecha, la nicaragüense no sabe si su sobrino ya fue deportado o si se encuentra en un centro de detención, pues dijo que las autoridades migratorias le dijeron que la iban a llamar.
“Me siento defraudada”
Sobre la relación con su hermano dijo que le contó que lo había denunciado pues “prefería que estuviera allá a que le pasara algo aquí”.
Mencionó que ella aconsejó mucho a su sobrino, incluso tuvo la intención de llevarlo a un internado donde lo ayudaran a controlar sus vicios. “No quiso, si él hubiera mostrado voluntad lo hubiera logrado, me he sentido un poco mal por eso, me siento defraudada, triste, porque lo quise ayudar y no se pudo”, señaló.
A otros nicaragüenses exhortó a que aunque sean familiares, investiguen el comportamiento y si de verdad quieren progresar, porque en ese país hay oportunidades para estudiar y trabajar.
“Yo quiero que la juventud tome conciencia, que no vengan a hundirse al vicio, porque si no van a regresar muertos a Nicaragua, o van a quedar en la calle, aquí sí hay oportunidades; lo traté como a un hijo”, concluyó.