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Calidad y calidez. 41º Festival de Almada – Artezblai

Autor: Afonso Becerra

El teatro y los espacios de convivencia se retroalimentan. Aún estoy haciendo la digestión de todos los nutrientes que he recibido en el 41º Festival de Almada. Me doy cuenta de que ese alimento no proviene exclusivamente de la programación de espectáculos y actividades complementarias, sino de dos aspectos fundamentales que caracterizan este festival. Por un lado, que esté organizado por una compañía de teatro, lo cual redunda en una calidez humana y un cuidado muy diferentes al estilo más frío y protocolario de festivales organizados por instituciones o empresas. El aire desenfadado y el amor a las artes escénicas son palpables en todos los detalles, en el trato y en las conversaciones con público, invitados y artistas. Por otro lado, que dispongan de un espacio de convivio, para comer y beber a precios populares, con mesas corridas, donde te sientas al lado de artistas y de vecinas y vecinos de Almada, en el patio de la Escuela D. António da Costa, que está pegado al Teatro Municipal Joaquim Benite. Ahí, de repente, conoces a personas como Teresa Cayolla Porto y a Maria José Albarran Carvalho, que se convierten en tus amigas, porque disfrutamos hablando de las relaciones entre la historia de Galicia y la de Portugal, nuestras lenguas y culturas hermanas, sobre los espectáculos que vemos, y con las que aprendo muchísimo sobre la historia reciente de Portugal. De repente, te sientas a comer en frente a una señora y a un señor de Almada que te preguntan de qué parte de Portugal eres. Tú les dices que eres de Galicia y entonces te hablan de las conexiones entre la canción protesta portuguesa, la gallega y la española y también te cuentan cuáles fueron los espectáculos que más les gustaron de los que han visto en el festival y por qué.

De los catorce días que dura el festival, del 4 al 18 de julio, estuve cinco días, del 10 al 14, y pude ver ocho espectáculos muy diferentes: ‘Sans tambour’ de Samuel Achache (Théâtre des Bouffes du Nord. Francia), ‘Black Lights’ de Mathilde Monnier (Compagnie MM. Otto Productions. Francia), ‘Além da dor’ de Alexander Zeldin, con dirección de Rodrigo Francisco (Companhia de Teatro de Almada. Portugal), ‘Full Moon’ de Josef Nadj (Bureau Platô. Francia), ‘Relative Calm’ de Robert Wilson y Lucinda Childs (Change Performing Arts. Italia), ‘Entrelinhas’ de Tónan Quito y Tiago Rodrigues (HomemBala. Portugal), ‘Crisi di nervi, tre atti unici di Anton Cechov’ dirigida por Peter Stein (Tieffe Teatro Milano. Italia), y ‘Manuela Rey Is In Da House’ de Fran Núñez (Centro Dramático Galego. Teatro do Noroeste – Centro Dramático de Viana. Galicia & Portugal).

Pude ver dos exposiciones: “Liberdade! Liberdade! A Revolução no Teatro” con curadoría de Nuno Costa Moura (Museo Nacional del Teatro y la Danza de Portugal), donde se ponen en foco las iniciativas teatrales de una década bisagra entre la Dictadura y la democracia, entre 1972 y 1982. Teatro universitario, amateur y compañías profesionales echándole un pulso a la censura y, después, abriéndose a experiencias artísticas rupturistas y conectadas con todo el teatro europeo, expresión de esas ansias de libertad en las que el propio título de la exposición insiste de manera exclamativa. Una instalación documental donde las imágenes y los breves textos nos informan de una evolución que fue también revolución, al compás de la Revolución de los Claveles. Si algo tiene de especial esta exposición es que nos ayuda a percibir cómo desde el teatro ya se estaba empujando la revolución que sacaría el país de la oscuridad de la Dictadura.
E
n este 2024 Portugal celebra los 50 años del 25 de abril de 1974, fecha señalada de esa Revolución. El 41º Festival de Almada también los celebra rindiéndole un homenaje a la cincuentenaria compañía de teatro A Barraca de Lisboa, con la instalación del escenógrafo José Manuel Castanheira, titulada “Um sonho de Federico García Lorca em Lisboa”. A la manera de un teatro popular y colorista de títeres, Castanheira, convierte la instalación en escenario, en una especie de Paraíso del Jardín de las Delicias, en el que los figurines teatrales se conjugan con la fotografía de la cara de artistas vinculados con los cincuenta años de A Barraca, desde el propio Lorca, hasta Saramago o Bertolt Brecht, pasando por actrices y actores, como Maria do Céu Guerra, Mário Alberto o Hélder Costa. El escenario corrido de marionetas nos lleva por un viaje onírico y de fantasía, en el que vamos reconociendo decorados y trajes teatrales, asociados a rostros de figuras principales de la historia de la cultura occidental y portuguesa.

Además, el 41º Festival de Almada, igual que en ediciones anteriores, ofrece un curso de formación bajo el epígrafe “O sentido dos Mestres”, que este año estaba enfocado en la dramaturgia con Rui Cardoso Martins; las conversaciones en “Encontros da Cerca” en el Convento dos Capuchos, alrededor del tema “Creación, ideología, identidad”; por la tarde los “Colóquios na Esplanada” con artistas de algunos de los espectáculos programados; etc. A todos estos encuentros y coloquios yo no he podido asistir este año porque me encerraba a escribir sobre los espectáculos que había visto el día anterior. Los redactaba en portugués, con la ayuda de la amiga Maria José Albarran Carvalho y los publicaba en la edición digital de la ‘erregueté | Revista Galega de Teatro’ al día siguiente. Este trabajo me hizo perderme algunas de esas actividades complementarias, pero también debo decir que a mí no me ha quedado otro remedio que obrar de esta manera. Cuando veo algo que me remueve, fascina, sorprende, que me emociona y me hace pensar, entonces necesito escribir y compartirlo. Es como si me sintiese abocado a hacerlo, como si no me quedase otro remedio. No escribo porque me manden ni porque me paguen, lo hago por vocación, porque me gusta, porque aprendo y disfruto, porque al escribir sobre un espectáculo profundizo, mediante el análisis y la reflexión, en la experiencia artística que me ha brindado.

A este respecto, además, he recibido la feliz noticia de que este año me concedieron el Premio Internacional de Periodismo Carlos Porto, dedicado a la prensa especializada, que organiza el Ayuntamiento de Almada y el Festival. Fue por un artículo publicado en la ‘erregueté’ online sobre ‘A equipa’ de Afonso Cruz y Rui M. Silva, presentado en el 40º Festival de Almada 2023. Curiosamente, se trata de un trabajo que es un ejemplo de lo mencionado: el espectáculo me afectó tanto que necesitaba escribir sobre él, fue uno de los que más me tocaron de aquella edición del festival. Es curioso porque yo no escribí nada señalando eso, nunca digo cuál es el espectáculo que más me remueve e intento no establecer jerarquías en función de mis gustos personales o de mis vivencias más íntimas. Sin embargo, algo de eso se debe filtrar para que, al final, un jurado plural y diverso como el de este Premio Internacional de Periodismo Carlos Porto se fije en ese artículo y no en otros de mi autoría. Lo mismo ocurrió hace unos años, en 2020, cuando me concedieron una Mención de Honor por lo que había escrito sobre ‘Mary Said What She Said’ de Robert Wilson, con Isabelle Huppert, publicado en ‘Artezblai. El Periódico de las Artes Escénicas’ en 2019.

Está claro que todo lo concerniente al teatro, cuando funciona, nos afecta e involucra hasta lo más hondo y eso acaba por traslucirse en lo que somos y en lo que hacemos.
Por eso, que el Festival de Almada sea hecho por gente del teatro, influye directamente en la calidad y en la calidez y nos involucra, porque es desde ahí, desde el compromiso vital, que se hace.

P.S. – Otros artículos relacionados:

“Cumpliendo 40 en Almada”. Publicado el 17 de julio de 2023.

“39 Festival de Almada, algunos medios y remedios”. Publicado el 18 de julio de 2022.

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