“La muerte es solo una circunstancia, no busco hacerla épica. Al irme, solo diré: ‘Chau’ y cerraré los ojos”, afirmó Rodolfo Carrión, y así se despidió. Con la misma fortaleza con la que superó otros grandes obstáculos en su vida, se enfrentó al cáncer de pulmón. A pesar de los embates de la dolorosa enfermedad, nunca dejó de sonreír, agradecer, leer, ni de enseñar. La docencia, una de sus más grandes pasiones la ejerció hasta el último momento.
“Nos vimos el lunes, estaba muy deteriorado, así que le pedí que descansara en casa. Aun así, él insistía en cambiar su horario para seguir dictando clases. Hace tres semanas culminó el ciclo, pero él quería continuar”, recuerda el productor y actor Efraín Aguilar. “Su última clase la dio conmigo. Era un erudito, profesor de literatura y castellano, egresado del Instituto Pedagógico Nacional con los primeros puestos. Amaba la poesía, y su sabiduría era inmensa”, añade.
Para Aguilar Pardavé, Felpudini no era solo un amigo y socio, sino un hermano incondicional. Recuerda con emoción su inmenso aporte a la cultura peruana, y con dolor, manifiesta su descontento de que no se velaran sus restos en la sede del Ministerio de Cultura.
“Un artista de su talla lo merecía. Aportó mucho a la cultura del país, me da rabia, me hierve la sangre. No quiero entrar en comparaciones porque son odiosas, pero muchos de los que han sido velados ahí no han aportado ni un pepino a la cultura”, asiente.
“Le gustaba mucho la poesía, leía a Neruda, Vallejo, García Márquez. Mantuvimos eternas conversaciones sobre diversas posiciones ideológicas. En la última conversación que tuvimos, hablamos de ‘La Metamorfosis’ de Franz Kafka. Fue un hombre de teatro, y quería volver a actuar. Estábamos planeando hacer juntos la obra, ´La cena de los idiotas’”, revela.
“Su segunda muerte”
Desde su diagnóstico de cáncer de pulmón en etapa 4 a fines del 2023, Carrión enfrentó la enfermedad con una admirable fortaleza y buen ánimo. A pesar de la dureza de la batalla, nunca se rindió y mantuvo su fe intacta hasta sus últimos días.
“Él estaba preparado, sabía lo que venía y me transmitió su fortaleza para enfrentar lo inevitable. Luchó hasta el último momento. Esta es, en realidad, su segunda muerte, porque fue sobreviviente del terremoto de 1970 en Áncash. Lo sacaron de entre los escombros, apenas con vida. Ya había conocido la muerte, y lo que enfrentaba ahora era una repetición de aquel momento. Me contó que, cuando esta se acerca, sientes que se te cierran los ojos y te apagas poco a poco. En esa ocasión, alguien lo jaló del cabello y lo levantó, porque no podía respirar”, narra el productor.
Rodolfo Carrión enfrentó múltiples desafíos de salud a lo largo de su vida. En el 2011, se sometió a una uretrotomía tras sufrir intensos dolores abdominales. Luego, en 2023, fue ingresado en el Instituto Nacional Cardiovascular (INCOR) cuando su corazón, debilitado por varios infartos anteriores, apenas funcionaba al 20%.
Dolencia previa
El actor Jorge Benavides reveló que sus problemas de salud pulmonar acompañaban a Rodolfo Carrión desde que trabajaron juntos en “El Wasap de JB” en 2020. Fue precisamente por esa razón que, tras la pandemia, Benavides le sugirió que descansara y no lo incluyó en el elenco de “JB en ATV”, priorizando su bienestar.
“El tío Felpu, como siempre lo llamé, ya tenía problemas con sus pulmones. Nos pedía, por favor, que apaguemos el aire acondicionado del estudio porque le afectaba, se ahogaba, tosía, se ponía mal. Tampoco soportaba la ropa del vestuario por el polvo. Cuando trabajaba conmigo ya estaba delicado. Imagínate, si se contagiaba de COVID-19. Él ya tenía un problema pulmonar, aunque pocos lo sabían. Es la primera vez que lo digo”, confió.
“El tío Felpu, como siempre lo llamé, ya tenía problemas con sus pulmones. Nos pedía, por favor, que apaguemos el aire acondicionado del estudio porque le afectaba, se ahogaba”
Jorge Benavides
Además, recordó que Felpudini le dio una de las recomendaciones más valiosas al inicio de su carrera actoral. Tenía apenas 18 años y había decidido dejar la exitosa dupla que formaba con Carlos Álvarez en el teatro.
“A pesar de mi miedo, me lancé a trabajar solo en ‘Los calatitos del 86′. Fue en ese momento cuando se me acercó el tío Felpu y me dijo que era talentoso, pero que debía proyectarme hasta la última fila del público. Me dijo que solo llegaba hasta la segunda fila. No tienes idea de cuánto me sirvió esa recomendación”, refiere y destaca su faceta intelectual.
“No paraba de devorar libros. Eso le permitía ser un hombre muy culto y mantener conversaciones interesantes. Con su inteligencia, conquistó a Analí Cabrera, que en ese tiempo era una de las mujeres más deseadas del Perú. Lo admiraba profundamente, verlo convertirse en parte de mi equipo fue un sueño hecho realidad. Nuestra dupla Batman y Robin funcionó tan bien, que muchas frases icónicas nacieron de ese sketch, como ‘no te lo puedo creer’”, asiente Benavides.
Rodolfo Carrión ya no está entre nosotros, pero su legado sigue vivo en las risas que quedaron en cada escenario y en los corazones de quienes lo conocimos.