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Joshua Treviño: «No entiendo que Europa abandone su cultura y la idea de nación»

Autor: The Objective

Joshua Treviño es jefe de inteligencia e investigación de la Texas Public Policy Foundation, uno de los think tanks conservadores más importantes de Estados Unidos. Pese a su apellido de origen burgalés, es la primera vez que Treviño visita España. Lo hace con motivo de la jornada ‘El futuro de la Comunidad Atlántica: Libertad y Soberanía’, organizada por la Fundación Disenso, ligada a Vox. Antes de su conferencia, el politólogo estadounidense, que en su día escribió discursos para George W. Bush, atiende en exclusiva a THE OBJECTIVE.

PREGUNTA.- ¿Cómo y por qué está fracasando la política migratoria del presidente Joe Biden?

RESPUESTA.- Una de las capacidades fundamentales de cualquier nación es la de definir quién forma parte de ella y quién no, sin eso una nación no puede existir. Al progresismo no le gustan las naciones y uno de los problemas que estamos viendo con la Administración Biden es que no puede concebir la inmigración como otra cosa que no sea intrínsecamente virtuosa. Sin embargo, sabemos que la gente que controla la inmigración ilegal son cárteles criminales, así como los gobiernos autocráticos que colaboran con ellos, empezando por el de México. Por tanto, la maldad del régimen de Biden es su aquiescencia con esos cárteles, y las primeras víctimas de ello son los propios inmigrantes. Todo el que cruza la frontera se arriesga a la muerte, a agresiones sexuales, a la explotación y literalmente a la esclavitud. Es una vergüenza que Biden no cierre el tráfico ilegal de inmigrantes y, en cambio, lo fomente.

Además, nosotros también somos víctimas, en Texas y en el conjunto de Estados Unidos. Porque nuestras comunidades son invadidas, la nación es cambiada y la seguridad pública desaparece. La forma de vida que ha imperado en los últimos 300 años probablemente desaparecerá en una o dos generaciones por la inmigración incontrolada.

«El progresismo no puede concebir la inmigración como otra cosa que no sea intrínsecamente virtuosa»

P.- Ha mencionado a los gobiernos de países latinoamericanos de los que vienen muchos de los inmigrantes que tratan de llegar a Estados Unidos. El presidente Biden le encargó específicamente a su vicepresidenta, Kamala Harris, la labor con esos gobiernos. ¿Cómo valora su gestión?

R.- En este ámbito, la forma de lidiar con México, Venezuela, Nicaragua y en menor medida Cuba es sencillamente cortar el tráfico, y la Administración Biden no tiene el carácter necesario para ello. Se observa también en el resto del mundo, donde todos los países se aprovechan de este presidente. Lo acabamos de ver con Irán: ¿recuerdas que Biden pidió que no atacasen a Israel? Pues lanzaron 300 misiles.

En cuanto a la vicepresidenta Harris, es una total incompetente que va a fracasar en cualquier tarea que le asignes, ya que no posee la suficiente capacidad intelectual. La razón por la que le asignaron el encargo de la frontera es que realmente no les importaba qué ocurriera con ella, porque sabían que Harris no haría nada.

P.- La Texas Public Policy Foundation defiende la libertad del individuo y un peso pequeño del Estado. Sin embargo, en cuestiones como la inmigración, exigen regulación. ¿El Estado no es tan malo después de todo?

R.- Es una buena pregunta. No somos una organización libertaria, sino conservadora. Es por eso que nos guiamos por lo que escribió Edmund Burke: «Las circunstancias son las que determinan que algo sea beneficioso o perjudicial». Yo hace 15 años habría estado a favor de una frontera abierta porque entonces la inmigración ilegal era esencialmente el intento individual de mucha gente de llegar a Estados Unidos por razones loables.

Ahora tienes a millones de personas controladas por los cárteles. En cuanto empiezan a viajar desde sus países de origen, están dentro de una red de tráfico y tienen que hacer pagos hasta que llegan a la frontera o al río Grande. Una vez allí, tienen que hacer otro pago para cruzar. Incluso, cuando ya están en Estados Unidos, tienen que seguir haciendo pagos dedicando parte de las remesas que mandan a sus familias. Los cárteles se aseguran así una especie de modelo de suscripción a largo plazo.

Volviendo a la pregunta de trasfondo ideológico, a nosotros nos encanta la libertad, pero tenemos que cortar la inmigración ilegal porque aquí no hay libertad de mercado, sino un monopolio. Por eso estamos a favor de la acción del Estado en este ámbito.

«Yo hace 15 años habría estado a favor de una frontera abierta, pero ahora la inmigración está controlada por los cárteles»

P.- ¿Cuál es su visión acerca de cómo la Unión Europea (UE) están afrontando la inmigración?

R.- Déjame aclarar que todo error que Europa ha cometido, Estados Unidos también. Dicho esto, estoy perplejo por lo que veo. No podemos olvidar que Europa tiene más de 2.000 años de legado que defender, que América no se entiende sin la Europa cristiana. Por eso, estoy alucinado por la decisión colectiva de Europa de simplemente abandonar la idea de nación y de preservación de su cultura. La tragedia es aún mayor en Europa que en Estados Unidos.

P.- ¿Cómo ve el estado de la izquierda y de la derecha? ¿Está de acuerdo con aquellos que piensan que el wokismo está empezando a languidecer y que, por el contrario, el conservadurismo está ganando fuerza?

R.- No creo que el wokismo esté en decadencia, pero sí hay un conservadurismo en auge. Probablemente la mayor evolución reciente del conservadurismo en cuestionar su alianza con los libertarios y con la ortodoxia de mercado propia de los noventa, que está absolutamente desacreditada. Así, el conservadurismo se está ocupando más de cuestiones como la identidad nacional. Si no tienes una idea de país, acabas cayendo en una derecha tecnócrata como la que ha llevado al Partido Conservador del Reino Unido a caer al abismo.

P.- El próximo noviembre, Estados Unidos celebra elecciones presidenciales. ¿Cuál podría ser el escenario con un segundo mandato de Biden? ¿Y si volviera Trump?

R.- Si los progresistas siguen en el poder, las cosas se pondrán mucho peor con la frontera, con la educación, con la seguridad pública… todas las instituciones en las que confiamos para conducirnos por una vida de decencia se irán al traste.

Si los conservadores llegan al poder, no se arreglarán automáticamente todos los problemas, pero al menos habrá esperanza. Eso sí, si eso ocurre, la izquierda no reconocerá la legitimidad de esa victoria. Lo vimos en los meses previos a las elecciones de 2020, con la violencia insurreccional que se produjo. Lo de George Floyd [su asesinato a manos de un policía, que derivó en las protestas más fuertes del movimiento Black Lives Matter] fue sólo una excusa. Lo que eso pretendía era demostrar que la izquierda estaba dispuesta a traer violencia a toda comunidad americana en su propia búsqueda del poder.

«Si Trump gana las elecciones, la izquierda no reconocerá la legitimidad de esa victoria»

P.- Muchos podrían decir que, a la hora de no reconocer la victoria rival, quien primero tiene que hacérselo mirar es Trump…

R.- ¿Sabes cuándo fue la última vez que un candidato de izquierdas reconoció la victoria de uno conservador en la noche electoral? En 1988. En el año 2000, cuestionaron la legitimidad de la victoria conservadora [por lo ajustado del resultado, sobre todo en el estado de Florida]. En 2004, los demócratas que debían certificar el resultado electoral en la Cámara de Representantes hicieron exactamente lo mismo que los llamados «negacionistas» republicanos tras la derrota de Trump. Finalmente, en 2016, Hillary Clinton no reconoció la victoria de Trump hasta el día siguiente.

Por tanto, incluso si aceptas la peor interpretación posible de lo que Trump hizo tras las elecciones de 2020 —incluido lo ocurrido el 6 de enero [de 2021, cuando cientos de sus seguidores asaltaron el Capitolio]—, los hechos de la izquierda siguen estando ahí.

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